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Melancolía sobre un pasado de «Bronce»

En su reciente película, Claudio Perrin aborda la singular e intensa historia de dos hermanastros. Con Claudio Schujman y Miguel Bosco, el film se verá el viernes a las 20;30 en El Cairo.

Berta y Horacio, los hermanos que roban placas de bronce del cementerio.

Berta y Horacio, los hermanos que roban placas de bronce del cementerio.

Por Daniela Barreiro

Una noticia: “Dos hermanos que se dedicaban a robar placas de bronce en cementerios estadounidenses fueron apresados en su casa” fue lo que disparó una idea, que se convirtió en un guión y fue el puntapié inicial de Bronce, la nueva película del realizador local Claudio Perrin.
El film que ganó el concurso del Espacio Santafesino para posproducción de largo digital y que se encuentra en medio de un recorrido internacional en el que participó en el Festival Internacional de Cine de Pasto de Colombia; ganó el Premio a la Excelencia en The Indie Fest (California), y fue seleccionado para proyectarse en festivales de Toluca (México) y Grecia, tendrá su estreno local esta noche, a partir de las 20.30, en el cine El Cairo (Santa Fe 1120), con entrada libre y gratuita.
La historia, animada por las actuaciones de Claudia Schujman y Miguel Bosco, comenzó cuando Perrin ganó una beca de la fundación Carolina (que funciona en España) con el guión de El Desentierro (proyecto que aún no fue llevado a cabo). “Al volver me di cuenta que necesitaba mucha financiación para poder hacerlo. Hacía varios años que no hacía nada, desde el 2007, y tenía muchas ganas de producir. Vi una noticia que me llamó la atención: dos hermanos que robaban las placas de bronce en cementerios de Estados Unidos. Los habían agarrado con toda la casa llena de placas. Ese fue como el disparador de esta historia. Estaban los dos personajes, una sola locación que después se extendió a dos y el desafío de hacerlo con bajo costo pero con calidad”, contó a El Ciudadano el flamante director.
Tal y como en la realidad el robo de las placas de bronce funcionó como disparador de la película, en la ficción funciona como excusa para la reunión de los personajes, “es una excusa para volver a juntar a estos hermanastros”.
“Mi intención era buscar otra cosa. El robo es un contexto, la excusa para que ellos dos estén de nuevo juntos por todo un día y ahondar en otras cosas”, contó Perrin mientras puntualizó: “El cementerio, la muerte, es algo que sobrevuela la historia todo el tiempo. Eso tiene que ver con que escribo cosas que tienen que ver conmigo, en ese momento hacía cinco meses que se había muerto mi viejo, entonces tenía muy cercana a la muerte, a las ausencias”.
Y es a partir de esas ausencias traspasadas por la melancolía que los hermanastros recuerdan sus vidas, su infancia: “A veces uno idealiza el pasado. Todo el tiempo se están haciendo referencias al pasado, referencias que uno tiende a idealizar pero que si después te las ponés a meditar profundamente no eran tan así como uno las pensaba. Hay cosas entre estos hermanos que vamos conociendo y otras que están sugeridas y trabajadas muy bien por los actores, cosas que no tienen que ver con el guión sino con su capacidad actoral”.
Berta y Horacio vivían en una casa modesta a la vera del río Paraná, vivienda que ella sigue habitando y a la que él regresa después de varios años. “El río es un gusto que me doy –reconoció–, tengo una fascinación por el río y por las islas. Cuando se me ocurrió pensé enseguida en el río. A partir de ahí pensé que podía ser una familia de pescadores y fue cerrando todo”.
En tanto estética las elecciones de este equipo de trabajo tuvieron que ver con un claroscuro inspirado en la obra del pintor y grabador holandés Rembrandt, según puntualizó Perrin mientras que, sobre la dinámica de trabajo, relató: “Llevé a cabo otra dinámica de trabajo. Antes trabajaba con cámaras estáticas, cuidando mucho los encuadres. Ahora, si bien no los dejamos de cuidar, buscamos que esas decisiones estén más sujetas a las actuaciones. La idea era conseguir un registro actoral que superara todo lo que veníamos haciendo y creo que lo logramos”.
“La historia requería de un muy buen nivel de actores, entonces les otorgué libertad. Con ellos revisamos intimidades familiares, hablamos mucho para armar los personajes. Además desde que estoy en pareja con Claudia (Schujman, la protagonista de esta historia) estoy más en contacto con gente de teatro, entré en contacto con directores de los que he aprendido mucho. Las marcaciones tenían más que ver con sensaciones, pensábamos juntos cómo estaríamos en un momento así, qué pensaríamos, qué sentiríamos. Trajimos cosas de nuestras infancias. De todas maneras sé que estoy en la búsqueda de un equilibrio entre la preponderancia de lo actoral y la precisión técnica”.
“Me gustaría que la película toque alguna fibra íntima de los espectadores”, dijo Perrin como expresión de deseo y apuntó: “Refleja un amplio panorama de la vida con el que todos nos podemos sentir identificados”.