JUGARSELA POR LO JUSTO
El amor a la camiseta
es igual a trabajo no remunerado
Por Bianca Ossola @bianossola
EL CIUDADANO

Macarena Sánchez es la voz de muchas. Se convirtió, sin querer queriendo, en una especie de abanderada del fútbol femenino. Alzó la voz y gritó con tanta fuerza que su reclamo no sólo no pudo ser silenciado sino que resonó en varios continentes. Y aunque los intentos por tapar el pedido que la ex jugadora de la UAI Urquiza hizo público –en un partido de Racing contra River, la referí y la policía descolgaron una bandera que pedía por la profesionalización del fútbol femenino– el reclamo se extendió por todas las canchas. El fútbol es mucho más que tirar un centro y meter un gol. Es pasión y fanatismo. Es inclusión. Es identidad, es protesta y lucha. Aunque esté inmerso en los vicios del capitalismo y el patriarcado, sigue siendo la gambeta y la canchita de las plazas de los barrios. Y es, como dijo Jorge Valdano, lo más importante de las cosas menos importantes.

Me niego a actuar de la manera que los hombres quieren que actúe.
Madonna*
*Por frases como ésta y no sólo por sus actuaciones, la cantante fue criticada severamente por su imagen de “antiheroína” y se le cuestionó su profesionalidad tildándola de provocadora

 


En el año mundialista de 2019 el reclamo de Macarena tomó otro impulso. Después de 12 años de ausencia del seleccionado nacional, el fútbol argentino irrumpió en escena. Fue un tiempo después de haber llenado la cancha de Arsenal en Sarandí para jugar el partido de ida del repechaje a dicha competencia. Un certamen al que se accedió por quedar en el tercer puesto de la Copa América. Macarena no fue la primera en hacer un reclamo público, sí en hacer una demanda judicial.
En la Copa América, las jugadoras de la Selección imitaron el festejo del Topo Gigio, ícono característico de Juan Román Riquelme, antes del partido ante Colombia. Desde sus inicios, ése fue un gesto de protesta en el fútbol argentino. Lo registró el ídolo Xeneize en 2001 cuando festejó un gol frente al palco de Mauricio Macri (entonces presidente de Boca), ya que el jugador estaba luchando por una mejora contractual personal. En el caso del seleccionado era un reclamo colectivo: pedir por el apoyo de la AFA. El plantel viajaba en colectivo a competir fuera del país y dormía allí porque no había hoteles contratados, no tenía viáticos ni lugar donde entrenar. Algunos fueron escuchados: hoy practican en el mismo predio donde entrena el plantel masculino y se concentra en el mismo hotel. Pero la brecha salarial sigue siendo obscena. Por día de entrenamiento cobran menos de 500 pesos y si no entrenan, no cobran. La gran mayoría de las futbolistas no viven del deporte. Trabajan y estudian. Algunas tienen una simulación de contrato con los clubes, como era el caso de Macarena con la UAI. Contratos maquillados, pues el vínculo que las une con los clubes no es la de jugadoras de fútbol. Otras, como en el caso de los primeros equipos de Newell’s y Central (compiten en un torneo de la Asociación Rosarina), nada. Dice Macarena: “eso que llaman amor por la camiseta, es trabajo no remunerado”. Más allá del contrato fantasma y que no se las reconoce como jugadoras de fútbol, la diferencia con el fútbol masculino es abismal. El salario mínimo de un primer contrato de fútbol masculino es de 21 mil pesos. El de ellas, de tres mil. Todo varía según el club y la jugadora. No hay nada que lo regule. Algo que seguramente va a cambiar. No sólo porque Macarena puso en escena una lucha que se viene dando desde hace años, un reclamo que comenzaron Las Pioneras*, aquellas que disputaron el Mundial de México en 1971, sino porque el torneo Conmebol obliga a los clubes a tener un equipo de fútbol femenino si sus pares masculinos querían competir en torneo internacionales.




Macarena entra en escena y pide por un fútbol feminista, disidente y profesional. Feminista para conseguir la igualdad de derechos, disidente porque debería ser un deporte no binario y profesional para poder vivir de eso. La lucha sigue en la calle y en la cancha y no va a parar.

*Mujeres futbolistas que conformaron un grupo denominado Las Pioneras, en los años 50, con la idea de pelear por sus derechos en el contexto de ese deporte.

 


 

 


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