El 31 de agosto de 2009 el médico forense Christopher Rogers determinó que la muerte de Jackson fue un «homicidio», causado por un «intoxicación aguda» con el narcótico Propofol, introducido en el cuerpo del cantante mediante una «inyección intravenosa realizada por otra persona».
El médico personal del cantante, Murray, ya contrató los servicios de un abogado en caso de que finalmente se le imputen los mencionados cargos relativos a la muerte de Jackson.
El acta de defunción del cantante ratifica que la muerte de Jackson fue un “homicidio por intoxicación aguda”.