Justificar a Gustavo Dezotti y Gonzalo Belloso por las limitaciones, impedimentos e inconvenientes que tuvieron a la hora de incorporar jugadores en Newell’s y Central es justo. Desconocer que no pudieron hacer todo como hubiesen querido sería de necios. En el Parque Independencia no hay plata y en Arroyito no hubo tiempo. Así y todo tuvieron aciertos futbolísticos. Pero también es verdad que se equivocaron. Y que eso, inevitablemente, incidió en el rendimiento de ambos equipos, que derivó, a su vez, en este magro presente.
“Sin dinero y trayendo a préstamo, el margen de error es mucho mayor”, suele argumentar Dezotti cuando se lo consulta sobre su labor. Y tiene toda la razón. De hecho, las llegadas de Gabriel Cichero o Sebastián Taborda, por citar dos de los ejemplos más recientes, no hacen más que demostrarlo.
Ahora, también es cierto que son pocos los jugadores venezolanos que se destacan fuera de su país como también lo es que un jugador con poco rodaje en el último tiempo tiene más chances de no estar a la altura de las circunstancias cuando se lo necesite.
Lo mismo le pasó a Belloso, con la salvedad que el mánager canalla no encontró condicionamientos económicos para incorporar. Más allá de futbolistas puntuales, probablemente su mayor desacierto haya sido la contratación de Reinaldo Merlo para afrontar la primera etapa de la B Nacional. Y confiar en su discurso de que con jugadores de primera era posible un regreso inmediato. Intentó reivindicarse con la llegada de Héctor Rivoira, conoce como pocos del ascenso, pero con un plantel mal armado y un equipo en baja, la apuesta no salió como se esperaba.
