“En el 2015 voy a volver a mirar la cosa para ver si puedo ser candidato. Yo, por ahora, termino como senador con el que se elija en octubre de este año”, sentencia el hombre con mucha firmeza. ¿Lole candidato a presidente?, pregunta sorprendido su amigo, que olfatea que hay ganas de confesión en su interlocutor. “En el 2015 voy a volver a mirar. Como lo hice esta vuelta hasta que dije que no. Y en cuatro años, ¿quién te dice?”, se ríe el senador nacional por Santa Fe Carlos Alberto Reutemann.
La electrizante confesión del ex corredor de Fórmula Uno se la hace al mismo hombre con el que descartó hace casi un año disputar la elección de 2011 para llegar a la Casa Rosada. Reutemann aún piensa en ser presidente. Y sabe que el 2015 es una buena oportunidad.
Con pocos, muy pocos, se sincera. Menciona que aprendió que la política argentina es pendular y que no entender estos ciclos es arrojarse al vacío. “La ola de estos tiempos es para los que están. No valía la pena subirse. Me di cuenta de que después de la fiesta del Bicentenario no había chances. Puro olfato”, le contó a uno de sus escasos amigos antes de salir a recorrer su campo, una de sus mayores pasiones. Amante de las encuestas, las que disecciona como si estuviera frente a un cronómetro que mide la velocidad de un auto de alta competición, trata de convencer a sus interlocutores de que la suerte está echada. “Antes de la fiesta del 25 de mayo del año pasado el gobierno estaba en la lona. No llegaba al 26 por ciento de aprobación. Después de los actos, en una semana empezó a subir más de 20 puntos. Cuando murió Néstor, en octubre, no bajaban del 56 por ciento. No hay con qué darles”, sentencia con los de su confianza sin titubear. Si alguna duda le cupiese al que lo escucha, se encarga de recordar que el sistema de doble vuelta que admite triunfar con sólo el 40 por ciento de los votos clausura la discusión. ¿Cristina es candidata después de confesarse no muerta por volver a serlo? “Yo, cuando quiero decir no, digo no. ¿Vos la escuchaste decir que no o apenas que no se muere?”, discurre sin darle demasiado vuelo filosófico el hombre fuerte del PJ local.
Por eso, hay que esperar. Y lo que sorprende es que él, todavía, espera en primera persona. “Mando a hacer los afiches Lole 2015”, bromea su amigo. Él se ríe. Pero no lo detiene. Aquí tampoco hay un no contundente. Como si esta puerta abierta fuera escasa, el impulso viene reforzado por los gestos de apoyo que se vislumbran de la familia directa –especialmente la rama femenina– del dos veces gobernador de Santa Fe. Y él también, grafica este referente.
Reutemann vota el domingo
El senador nacional del PJ está obligado a votar. Por pocos meses no llega a la edad en la que se admitiría que optase por quedarse en casa el próximo domingo de internas abiertas santafesinas. Y va a ir a votar. “No lo duden”, les dice a todos. No cree demasiado en este sistema en general y menos en el de papeleta única en particular. “En Santa Fe, todo el mundo está confundido con las boletas”, se queja con sus partidarios. “Es una caja de Pandora esto de poner una cruz en cinco categorías distintas”, explica a este mismo dirigente que suplica estricta reserva de la fuente. Sabe que su jefe no admite filtraciones.
Aun así, se conoce que Reutemann mira con tanto interés la interna del peronismo como la del Frente Cívico. Es una paradoja pero coincide, esta vez, con el gobernador en que éste tiene una parada importante el 22 de mayo. “Para la nacional, Binner apuesta a poder sentarse a la mesa grande de la política. Se juega la vida”, apunta con cierta ironía hacia un hombre al que no le perdona (ni le perdonará) el tono de la campaña de hace dos años cuando peleaba la banca de senador con Rubén Giustiniani. ¿Ve a un Binner presidenciable? “Le cuesta reconocerlo. Pero es así: si no, lo negaría de forma tajante”, dicen los suyos. En lo local, confiesan esas mismas fuentes, le otorga un margen más amplio de ventaja al primer mandatario provincial para despegar la paridad entre Antonio Bonfatti y su oponente. Respeta el aparato publicitario de la Casa Gris con la misma vehemencia con que lo detesta. Y, otra vez, puntea la buena imagen del gobernador en sus encuestas.
Alguien con sarcasmo le pregunta si el domingo próximo va a votar a algún candidato de otro partido. Allí se cuadra y no admite ambages: “Yo votaré como siempre a un PJ”. ¿Y a quién?, se anima a preguntar uno de los dos contertulios que tiene el privilegio de escucharlo hablar de política en privado. Para esto hay que volver a interpretarlo y optar por descarte. Con Agustín Rossi se muestra resentido. Anota en su memoria de ajedrecista que con el jefe de la bancada del FPV “no tiene onda desde 1991”. “No lo entiendo”, refunfuña con los suyos. “Cada vez que me pudo cruzar, me cruzó. Y ahora quiere que le levante la mano. No hay feeling. Aunque parece que va a ganar en este momento cristinista”, grafica. De Rafael Bielsa casi no habla. Prudente distancia. Para Omar Perotti hay respeto pero también reclamos. “El Lole lo fue a saludar cuando le dieron una distinción en el Senado. Había reunión de comisión y quiso ser educado. Le dio la mano y los de Rafaela se tomaron el brazo entero”, dice una de sus operadores en la Cámara alta. ¿Y con su ex ministro de Hacienda Juan Carlos Mercier?, pregunta este cronista al mismo asesor: “Lole respeta mucho a los que saben de economía. Es a los que más les lleva el apunte. Además, ya te dije lo que piensa y no piensa de cada uno. Sacalo por descarte”.
Almorzando con Mauricio Macri
Es cierto que charló con el devaluado líder del PRO en varias ocasiones. Hubo tenidas gastronómicas más sociales que partidarias con sus respectivas esposas. La última charla, estrictamente política, fue hace un mes. “Mauricio estaba entusiasmado. Mucho”, dice el reutemista que piensa imprimir afiches para el 2015. Y sigue: “Al Lole le ofreció lo que quisiera. Y Reutemann le dijo que no, que no era el momento. El péndulo, le dijo, está ubicado para el otro lado”. Ahora cuando se le pregunta al senador nacional por Santa Fe cómo lo ve al empresario de Boca frunce el ceño. No descarta un dolor de cabeza para Macri el 10 de julio cuando tenga que renovar su sillón de jefe de Gobierno porteño.
“La realidad nacional es un plano inclinado con pendiente pronunciada”, cuenta un asesor que así suele explicar este momento el senador. “Y el que no camine para ese lado, no la va a pasar bien. Mire si no: la Afip le filtró los datos a un diario sobre mi actividad con los cereales. Tengo hasta la hora”, le contó con gravedad a su amigo político. “Fue a las 22 del día anterior a que apareciera el Boletín Oficial. Justo cuando empezaban a coquetearme con la vicepresidencia de la señora. Dos disparates. Ni me faltan papeles ni hay chances de que vaya de número dos de nadie”, se quejó amargamente el hombre que va a votar por mandato legal al sucesor de Cristina Kirchner en el próximo mes de octubre. Parece que en cuatro años, cuando él tenga el sufragio facultativo, el electorado podría optar por él. Eso parece.