The end. La película tenía que terminar así. Con un final soñado. Con el protagonista llorando tras culminar un trabajo ideal. Palermo lo soñó y lo vivió a la misma vez. Palermo jugó su último superclásico y lo ganó con un gol de su autoría. Como si estuviera guionado.
Minuto 30 del primer tiempo: mal despeje de la defensa millonaria, una serie de rebotes y el balón que buscó a su imán: Palermo. El Titán, solito frente a Carrizo, puso la cabeza e infló la red para que La Bombonera estalle de algarabía.
Minuto 35 del segundo tiempo: Falcioni manda a la cancha a Viatri y saca al ídolo. “Palermo, Palermo”, retumbó desde los cuatro costados del coliseo boquense. Ahí se terminó de escribir el último capítulo de esta historia.
El Loco jugó 22 clásicos oficiales y el eterno rival 11 veces lo padeció. Aquel cabezazo bajo la lluvia en el Monumental en 1997 para el 2-1 xeneize fue el primero de esta novela. También se recuerda aquella media vuelta fantástica en el 99 ante Berizzo y Bonano. Hubo de cabeza, de penal, de derecha y mucho más. Claro, sin contar los amistosos y los encuentros internacionales.
Hoy, a 30 días de su retiro de la actividad, Palermo jugó su último superclásico. Y lo ganó. Como de costumbre. Claro, con el Loco como principal protagonista. ¡Qué final feliz!