A la hora de elegir el modelo de lámpara vale la pena repasar algunas cuestiones.
-Electricidad no es iluminación. Muchas veces se confunde la cantidad de electricidad consumida por una luz con el nivel de iluminación generado: los watts se refieren a la potencia de la lámpara y la unidad de medida de la luz es el lúmen. La eficacia luminosa resulta de la cantidad de luz que emite por unidad de watts consumido.
-Las equivalencias. En casi todas los envases se indica la equivalencia entre las potencias de los dos tipos de lámparas (ya que no coinciden nominalmente). Pero no está de más memorizarlas:
-La lámpara bajo consumo de 7W equivale a una tradicional de 40W.
-La de 11W equivale a una de 60W.
-La de 15W a una de 75W.
-La de 20W a una de 100W.
-No conviene prenderlas y apagarlas continuamente. Las bajo consumo no son recomendables para los ambientes en los cuales se apaga y se prende la luz muy seguido, como en el caso de un baño, ya que consumen mucha energía en el encendido y además pueden dañarse (una alternativa allí es colocar varias lámparas de 25W, que seguirán comercializandose). Son ideales para ambientes donde las luces permanecen encendidas varias horas sin interrupción, como la cocina, el comedor o un patio.
-Preferir las primeras marcas. Un estudio del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) reveló que algunas lámparas iluminan menos que lo especificado en los envases y otras cuya vida útil es inferior a la publicitada. En este sentido, las que pasaron las pruebas con calificaciones positivas fueron las lámparas de las firmas más reconocidas.