Otra vez la violencia se hizo presente en un partido de Rosarina. El máximo damnificado fue un simpatizante de Social Lux. Alejandro López, de 21 años, tuvo que ser trasladado al sanatorio Laprida con traumatismo de cráneo y pérdida de conocimiento.
Apenas culminó el clásico de Ludueña entre Social Lux y Defensores Unidos, que terminó en empate 1-1 en cancha de Mercadito, se desató una verdadera batalla campal. Jugadores, hinchas, se trenzaron en una feroz pelea que parecía no tener fin.
Los incidentes se iniciaron cuando Adrián Baigorria pitó el final del encuentro. Ángel Chávez, jugador de Defensores Unidos, agredió a un futbolista rival y ahí la violencia fue imparable. Primero comenzaron los jugadores, y luego se sumaron simpatizantes de las dos instituciones, que burlaron el alambrado perimetral y la poca resistencia policial.
Fueron quince minutos eternos, envueltos en una violencia inusual, en donde pocos separaban y muchos intentaban lastimar de alguna manera u otra al rival.
Patadas, trompadas, corridas, fueron la síntesis de un clásico marcado por la violencia extrema. Un partido que no merecía tal final. Un desenlace que pocos imaginaban, pero que nadie previó. Apenas seis eran los policías para contener a cerca de mil espectadores que fueron a disfrutar un cotejo de fútbol amateur con un historial signado por hechos violentos.
La Rosarina no pensó nunca que esto iba a suceder, pero se equivocó. Como entidad organizadora no tomó las medidas necesarias durante la semana para prevenir la violencia que existió y que de alguna manera sobrepasó cualquier método para impedirla por parte de los dirigentes de ambas partes.
Ahora todos buscarán culpabilidad. Pero se volverán a equivocar. En forma inmediata la Rosarina tiene que hacerse cargo y tomar medidas ejemplificadoras.
Una vez más la Rosarina se tiñó de violencia. Una verdadera lástima. Todo indicaba que la historia iba a tener otrofinal, pero los incidentes pudieron más y el clásico de Ludueña terminó en una batalla.