Todos los ojos apuntaban a él. Desde el pitazo inicial hasta la última jugada, todos miraron el banco de suplentes en dirección a Javier Torrente.
El DT salió a la cancha con remera roja (a diferencia de los otros encuentros en los que había usado buzo negro) y saludó tímidamente a la platea techada.
Torrente vio los primeros minutos sentado y sin dar indicaciones. Con las primeras situaciones comenzó a inquietarse y ni hablar cuando el panameño Cooper anotó el gol de Godoy Cruz. Le volvió el alma al cuerpo cuando el árbitro lo anuló y se desahogó cuando Aquino puso el 1-0.
Todo cambió con el rápido empate de Godoy Cruz ya que la paciencia de los hinchas llegó al tope y los insultos hacia no cesaron hasta el final. En el medio, la salida de Bernardi no hizo más que agregarle nafta al fuego ya que al capitán no le gustó el cambio y terminó sentado fuera del banco de suplentes.
La imagen del final habló por si sola. Torrente caminando sin sus ayudantes y con la cabeza gacha rumbo al vestuario. Allí presentó la renuncia y los dirigentes la aceptaron. Ahora empieza otra historia.