El balance de víctimas por el terremoto de 7,3 grados en la escala de Richter que ayer sacudió el sureste de Turquía ascendió a 264 muertos y más de mil heridos, de acuerdo a lo informado el ministro del Interior, Idris Naim Sahin.
Sahin, proporcionó esas cifras al canal local NTV, pero aseguró que el número de víctimas podría ser mayor, según consignó la agencia de noticias Ansa.
Muchos pueblos en las cercanías de Van están completamente destruidos, por lo que, si bien el recuento oficial aún es bajo, se cree que la cifra de víctimas fatales puede incrementarse.
Esta mañana las ambulancias trataban de abrirse paso en la Avenida Maras Caddesi para llegar al frente de un edificio de siete pisos que quedó reducido a un montón de desechos de no más de diez metros escombros en busca de algún sobreviviente.
Un hombre presente en el lugar recordó que «este era un edificio de seis pisos más una terraza» y señaló que «esta mañana fueron extraídas vivas de los escombros al menos cinco personas».
Mientras tres grúas, una excavadora y dos camiones se encuentran en el lugar realizando tareas de despeje, seis hombres vestidos de naranja y varios civiles excavan con las manos sobre el montón de escombros.
En tanto, agentes armados mantienen la zona cercada y alejan a curiosos del lugar, también se acercan familiares y conocidos de personas que presuntamente se encontraban dentro del edificio cuando ocurrió el terremoto.
Tiendas de campaña de la Medialuna Roja, el equivalente islámico de la Cruz Roja, llenaron una cancha de fútbol ubicada en las afueras de Van.
A su vez, camiones del ejército turco están en viaje sobre el camino que lleva desde el norte a Ercis, la otra ciudad de Turquía oriental más afectada por el sismo.
En toda la zona ya está trabajando Caritas Italia, a través de Caritas Turquía, para auxiliar a las poblaciones.