La inflación es hoy en la Argentina una variable que está bajo control y las incógnitas que el gobierno nacional deberá despejar para 2012 pasan por el sostenimiento de los niveles de actividad, creación de empleo, consumo e inversión tanto pública como privada.
Hace pocos días trascendió que las estimaciones privadas y provinciales sobre precios a los consumidores revelan una desaceleración de la inflación en 2011 con respecto a 2010.
El titular del Instituto Provincial de Estadística y Censos (Ipec) de Santa Fe, Jorge Moore, estimó que el índice acumulado fue del 21 por ciento en un año, por debajo del 25 del año pasado. Una de las mayores caídas en la estimación que realiza la provincia se registró en el capítulo “alimentos y bebidas”, que en 2010 se ubicó en torno del 30 por ciento y que en el año que finalizó no superó el 19.
Esta visión coincide con las estimaciones de las consultoras privadas: algunas indicaron que la inflación de 2011 acumuló subas que fueron 5 puntos inferiores a las de 2010. El estudio que encabeza el economista Miguel Bein ratificó a fin de año un escenario de inflación para 2012 en torno del 18 por ciento.
Si se mira a la región, la inflación de la Argentina es alta, pero, al mismo tiempo, en Brasil y Uruguay el ritmo de aumento de precios fue creciente. En Brasil se registraron aumentos importantes en el precio de los alimentos en el primer semestre, lo que hizo sobrepasar el índice de inflación pautado por el gobierno de Dilma Rousseff en 6,5 por ciento. Se trató en ese caso de la mayor tasa de inflación desde 2004, cuando el índice de precios tocó el 7,6 por ciento. En Uruguay, la suba de precios de 2011 fue del 8,6 por ciento, por encima de la banda de entre 4 y 6 por ciento que había definido el Banco Central (así, se incumplió la meta inflacionaria por cuarta vez en siete años).
Cuando se analizan otros factores sobre la situación de los hogares, también puede apreciarse que la Argentina fue el país de América latina en el que fue mayor la variación anual del ingreso total por persona –en torno del 14 por ciento entre 2002 y 2008 y cerca del 18 por ciento entre 2008 y 2010, según el Panorama Social de América Latina 2011, de la Cepal–. En Brasil esas variaciones estuvieron alrededor del 5 por ciento en el primer período y cerca del 3 en el segundo.
La baja local en el ritmo de aumento de los precios habla a su vez del menor nivel de actividad que todos los analistas y el gobierno prevén para el año que comenzó. Allí parece estar una de las principales batallas que deberá librar el gobierno nacional y que se vincula con la posibilidad de sostener puestos de trabajo e impulsar la inversión tanto pública como privada.
Así, en las últimas horas se vio al vicepresidente Amado Boudou con empresarios que anunciaron inversiones por unos 450 millones de pesos en Tierra del Fuego.
La contracara de esa situación fue el acuerdo que debió imponerse en el frigorífico Swift, de Venado Tuerto, para que los 517 operarios de la planta mantengan su régimen horario hasta el 10 de febrero.
Un elemento importante a la hora de mantener el nivel de inversión privada será la posibilidad de acceso al crédito para las empresas.
En los últimos se registró una reducción en las tasas de interés, tras una importante presión del Banco Central a las entidades financieras. Los niveles que tendrá este año la inversión pública, que se constituyó en uno de los motores de la economía, también serán relevantes a la hora de saber si el crecimiento tendrá un ritmo apenas de “inercia” o si mostrarán un genuino vigor.