La serenidad de Bella Vista aparece como un marco ideal para la charla. A horas del inicio del torneo, Gerardo Martino mantuvo un mano a mano con El Hincha donde no le esquivó a ningún tema y en el cual aseguró: “Tengo lo que pedí, si nos va mal no tengo excusas”.
—Incluir a Guzmán en lugar de Peratta es una decisión fuerte. ¿Por qué lo hacés?
—Los entrenadores vivimos de este tipo de decisiones. Y a veces son las que nos marcan. Lo malo sería estar convencido y no hacerlo. O mucho peor, hacer algo que no tenga relación con lo futbolístico. Si estoy convencido de algo y creo que es en beneficio del equipo, lo hago.
—¿Fue difícil tomar esta decisión?
—Siempre es difícil tomar determinaciones importantes. En este caso hay jugadores de mucha valía, de mucha experiencia y muy ligados al afecto de la gente como el caso de Sebastián (Peratta). Y justamente por haber vivido una situación similar cuando era jugador busco hacer lo que creo más conveniente. A mí en lugar de mandarme al banco… ¡me echaron! Y no creo que deba ser así. Son jugadores valiosos y los quiero tener. Acá no es ‘juegan o se van del club’.
—¿Con Peratta hablaste?
—Sí, entendí que en el caso de Sebastián y de Diego (Mateo) debía hablar con ellos por respeto a su trayectoria. Es difícil hacerlo. ¿Cómo hacés para que crean que son importantes si salen del equipo? El jugador si no está adentro no se siente importante. Y cuando le dije a Sebastián que iba a arrancar Nahuel (Guzmán) me dijo que se lo veía venir. Lo único que le expresé es que la decisión tiene más que ver con el mérito del Patón para ganarse un lugar que con un bajo nivel de él. El diálogo fue breve. Hablar más de treinta segundos en estos casos suena a sanata barata.
—¿Estás conforme con el armado del plantel?
—Están los que yo quería que estén, que es lo más importante. Eso es muy bueno para un entrenador. Y además no se ha ido casi nadie, ni siquiera aquellos para los cuales busqué un reemplazo. Y con Maxi (Rodríguez) sumamos un toque de jerarquía difícil de encontrar. No tengo nada que reprocharle a la dirigencia. Ahora hay que salir, jugar y ganar. Y que analicen el trabajo del equipo como corresponda. Yo tuve todo lo que pedí en tiempo y forma. Si las cosas salen mal no tengo ninguna excusa.
—¿Qué aptitudes viste en Sperduti para pensarlo como centrodelantero?
—No es algo tan nuevo para mí, es algo que ya había vislumbrado en algunos partidos. Es cierto que no es lo mismo hacerlo en el cierre de un partido que desde el inicio. ¿Por qué ahora? Primero porque busqué una alternativa para Maxi (Urruti) porque suponía que no lo iba a tener. Y porque la presencia de tantos mediocampistas me obliga a buscar un jugador que sea más profundo. Y Mauricio cumple mejor con ese requisito que Maxi, que es un jugador que se asocia bien con sus compañeros pero aún debe incorporar el movimiento largo.
—¿Y si Urruti no se va?
—Pensamos que se iba a ir la primera semana de pretemporada. Pasó la primera, la segunda, la tercera, la cuarta y sigue acá. Creo que hasta que sepamos con certeza que Maxi se va a quedar, es preferible no darle la responsabilidad de la titularidad.
—Tuviste dos libros de pases, ¿por qué nunca pedís un nueve de área?
—Nunca me he llevado bien en mis equipos con los nueve de área. Sobre todo cuando decidí jugar 4-3-3. En general mis equipos juegan con tres delanteros, o volantes puestos en ataque, pero sin un diez. Entonces busco que el ‘nueve’ sea un jugador de manejo, no tan de área. A mí me marcó mucho para ese cambio Salvador Cabañas. Era mi ‘nueve-diez’ y mientras estuvo siempre lo elegí por encima de Roque Santa Cruz, Tacuara Cardozo e inclusive de Lucas Barrios. Por eso Maxi (Urruti) jugó un torneo completo y no pedí un nueve. Es un gusto personal, que puedo modificar durante un partido y por eso en el torneo pasado muchas veces ingresó Aquino. Hoy no tengo esa alternativa, pero sí puedo juntar a dos nueves de juego.
—¿A Scocco lo pensás en ese lugar?
—Es parecido a Urruti, pero con movimientos más largos. Lo vi bien en la práctica de fútbol del otro día. Todavía le cuesta un poco desnivelar en el mano a mano por la falta de fútbol. Creo que nos puede aportar cosas muy interesantes. Sabe ubicarse, sabe buscar espacios por afuera, nos da muchas alternativas.
—A Maxi lo probaste en varios sectores y da la sensación que pegado a la raya le cuesta. ¿Qué vas a hacer?
—Tengo claro que si lo ubico muy pegado a la raya no está tan cómodo. Se siente mejor partiendo desde adentro. Estamos buscando cómo acomodarnos. Porque el objetivo es que se sienta bien. En esto de juntar a varios jugadores de buen pie obliga a sacrificar un poco a alguno. Al apostar por incluir a varios volantes internos se nos complica un poco. La idea es que ellos busquen su comodidad. Buscar quién sufre menos. Lo único que debemos cuidar es que en el retroceso haya alguien por ese sector.
—¿Cómo te sentís tras seis meses dirigiendo el club del cual sos hincha?
—Me gusta, lo disfruto, siento que estoy en un lugar que quiero mucho con una obligación muy importante. Además lo puedo llevar a cabo con gente muy entrañable, con amigos. No hay muchos que pueden tener este privilegio. Es una situación ideal.
—Y en esta situación ideal, ¿no pensás en prolongar tu vínculo para no quedar a mitad de camino?
—Para mí es tan importante lo que va a suceder en estos seis meses, que me representa casi una traición estar pensando en el futuro. Este es un torneo crucial. Y pensar en otra cosa no corresponde. Además cualquier cosa que diga debo hacerlo con cuidado para que no se malinterprete. No quiero sonar muy pegado al oficialismo ni muy alejado de ellos. Nunca tuve inquietudes políticas. En los peores momentos de Newell’s cada manifestación mía era personal, sin estar ligado a ningún grupo. Sólo me interesa participar de un proyecto que me guste y éste está claro que me gusta. Mi contrato termina el 31 de diciembre. Si después de eso me voy estará bien, no le estaré fallando a nadie. Y la gente va a votar, que en Newell’s no es poca cosa. Lo hará con total libertad y va a elegir lo mejor. Y después el tiempo dirá cómo seguimos.
—En el torneo pasado dijiste que te faltó convicción para que los jugadores creyeran que podían pelear el título, ¿ahora planteaste una meta?
—Sumar muchos puntos, lo otro vendrá solo y si llega lo tomaremos. Muchas de las cosas que pasan tienen que ver con el convencimiento que el entrenador tiene sobre los jugadores. Un entrenador debe generar confianza y necesita que su voz sea rápidamente asimilada. Y en aquel momento sentí que no fui lo suficientemente convincente a la hora de decirles que podíamos salir campeones. A veces no alcanza con mirar una tabla escrita en un diario. Hay situaciones donde hay que creérsela y que venga alguien y te diga ‘se puede’.
—No hay dudas que tu presencia dio un giro notable en un Newell’s en crisis, ¿por qué te cuesta tanto salir del perfil bajo que continuamente mostrás?
—Es mi forma de ser. No creo que haya motivo para tanto elogio. No me siento cómodo, no lo busco y me pone mal. Detesto tener que cambiar mi forma de vivir por estar dirigiendo un club por más que sea el que más quiero. Si algo me caracterizó en mi carrera es no cambiar, ni siquiera el lugar donde vivo. Si alguna vez alguien dice que he cambiado entonces me daré cuenta que estoy haciendo las cosas mal.