Pero lo que nadie esperaba término sucediendo. Dos tries, dos conversiones y un penal en los instantes finales para dar vuelta el marcador y poner un inolvidable 31-24 final.
El arranque de Escocia no podía ser mejor. No le dio espacios a Gales, lo asfixió en cada situación de choque y se lo llevó por delante. Así llegaron los primeros puntos de la visita. John Barckay arribó al try a pura potencia y Max Evans certificó todo lo bueno en el marcador. La visita era muy superior pero sufrió las lesiones de dos hombres importantes como Chris Paterson y Tom Evans, lo que le hizo mover la línea de backs.
Pese a ello, el equipo visitante siguió siendo superior y manejando el marcador. Pero cometió un error y permitió que el local se despertara y consiguiera una remontada histórica. Scott Lawson dejó a su equipo con uno menos y encendió la ilusión de Gales, que achicó cifras cuando sólo quedaban cuatro minutos para el final.
Sobre la hora, tras una infracción que cortó una posible jugada de try, Stephen Jones igualó en 24 con un penal. Pero hubo más: la salida del Cardo, equipo por entonces con la moral por el piso, no fue buena y le dio espacios a un Dragón que salió con más furia que nunca. La coronación llegó de la mano de Shane Williams, y lo que parecía imposible se hizo realidad. Gales lo dio vuelta y se quedó con un triunfo inolvidable.