Rosario vivió una noche inolvidable. De esas que quedan para siempre. Y esta vez con el rugby como protagonista. Cerca de 40.000 personas vibraron con Los Pumas, y por un día el Gigante fue ovalado. Como en aquella tarde de 2008 cuando Tati Phean debutó con una victoria frente a Escocia o como la noche de 2009 en la derrota de la selección de Maradona ante Brasil, el estadio de Central fue todo celeste y blanco.
Desde temprano las inmediaciones del coliseo auriazul se fueron poblando de hinchas, que con banderas y camisetas transformaron a la zona norte de la ciudad en una verdadera marea celeste y blanca.
Los vendedores ambulantes esta vez dejaron de lado los colores vinculados al fútbol por los del rugby, y en esta ocasión sobresalían las banderas con el logo de la UAR de Los Pumas, que se vendían desde los 20 pesos. Además, los puestos de choripanes –a 20 pesos cada uno- se multiplicaban a lo largo de los alrededores del Gigante.
Ya dentro del estadio, el respeto ante cada penal pateado sorprendió, pues el silencio fue total. Mientras que los cánticos de “vamos Pumas, vamos…” sonaron durante los 80 minutos. Además, en el mismo momento que se iniciaba el encuentro se desplegaron cuatro tramos de la bandera más larga del mundo, del proyecto “Alta en el Cielo”.
Rosario vivió el acontecimiento deportivo del año. Los Pumas hicieron delirar a un Gigante que volvió a teñirse de celeste y blanco y que fue una verdadera fiesta de la ovalada.
