Hace más de tres años se produjo un escándalo mediático en Alemania. El gobierno había vuelto a juntar la basura que había sido separada en los hogares para su reciclado, y la estaba quemando. Sin embargo, lo que pareció una burla a la ciudadanía no fue tal cosa. Fue la imprevisión y la subestimación del gobierno a su pueblo, que le había pedido que dejara en diferentes depósitos, distintos tipos de residuos hogareños. Mientras las autoridades estimaron que un 60 por ciento cumpliría con el programa, la ciudadanía respondió en un 90 por ciento. Por ello, los establecimientos preparados para tal fin no soportaron la llegada de la basura separada, y ésta tuvo el recorrido que se le solía dar. En Argentina y principalmente en Rosario, no se da la misma situación. “La gente no sabe separar la basura”, cuentan las trabajadoras especializadas en separación de residuos para su reciclaje del galpón ubicado en Alem al 3900. Un grupo de estudiantes de quinto año de la Escuela de Educación Secundaria N° 433, “Manuel Belgrano” investigó la temática y descubrió que los resultados no son totalmente exitosos. A pesar de que la Municipalidad viene desarrollando desde 2004 programas de reciclado y coordina a 120 grupos o cooperativas de reciclaje, la que no responde de manera efectiva es la sociedad.
En la actualidad, la basura genera muchos problemas que agravan su peligro sanitario, como el espacio que ocupan, el lugar para los “rellenos sanitarios” y el excesivo costo que tiene para las ciudades. Rosario genera “900 toneladas diarias de residuos sólidos comunes, el equivalente al volumen de 180 camiones completos”, volumen que, según informa la Municipalidad en su página web, tiene un costo de disposición y operación de los rellenos sanitarios de 11 millones de pesos anuales, una cifra que habría que rever. En el mismo sitio web se puede ver que “en la ciudad, los residuos sólidos urbanos se componen de: 50 por ciento de orgánicos y 50 por ciento de inorgánicos no degradables en el corto plazo, dentro de los cuales los plásticos representan un 60 por ciento del volumen total y un 30 por ciento del peso global”. Al mismo tiempo, la basura encontró su mercado y la crisis del 2001-2002 (aunque desde antes también) llevó a muchas personas a encontrar un trabajo en el reciclaje informal, el “cirujeo”.
La Municipalidad observó este problema y comenzó a desarrollar programas tanto de asistencia a estos grupos de trabajadores informales, como de formas de lograr incentivar el separado de residuos en los hogares. En el momento, se está reciclando plástico (PET y nailon), vidrio, papel, cartón y tela, entre otras cosas, en plantas de reciclado. Entre los programas se encuentra la “campaña PET (en escuelas) y el programa Separe que cuenta con “islas de separación en la vía pública”, “recolección puerta a puerta” y “centros de recepción en instituciones”. De cara el futuro, el gobierno nacional y el municipio pusieron la primera piedra de lo que será la planta de tratamiento de basura más grande y moderna del país en Bella Vista.
Esta temática llamó la atención a los estudiantes de quinto año (cuarta división) de la Escuela Belgrano: Fiama Andino, Giana Bellunghi, Brenda Gutiérrez, Sofía Ristoff, Berenice Navarro, Tomás Portillo y Nelson Manrique a partir de la materia Proyecto de Investigación e Intervención Sociocomunitaria, quienes comenzaron a indagar. La búsqueda de información los llevó a recorrer diarios y sitios web desde donde elaboraron las primeras hipótesis. Luego realizaron una encuesta escolar y por último visitaron la planta de tratamiento de residuos de zona sur, ubicada en Alem al 3900. Allí se encontraron con un grupo de mujeres y un hombre que lograron forjar su propia fuente de trabajo.
En el marco de la crisis del 2001, este grupo de zona sur que integran Estela, Patricia, Graciela, Rocío, Nora, Eduardo y Raquel no era tal, sino trabajadores informales que revisaban y clasificaban basura como forma de subsistencia, al igual que muchos argentinos. Fue entonces que encontraron puntos en común con la Municipalidad que los orientó en cómo organizarse. Al mismo tiempo, el italiano instituto sindical para la cooperación Progetto Sud, en compañía del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, les dieron el primer entrenamiento y les dieron máquinas para realizar el proceso. Así fue que llegaron a instalarse en el galpón de la calle Alem y comenzaron a trabajar con el tratamiento de los residuos.
Los estudiantes de “La Belgrano” intuyeron que allí podrían tener un buen balance de los programas de reciclaje urbano y por eso visitaron la planta y entrevistaron al grupo de trabajadores. “Esto era una cooperativa que se fue armando en barrio Las Flores, supuestamente era para 100 personas en zona sur pero ese proyecto nunca se concretó. Entonces nos dieron este galpón, los italianos donaron estas máquinas y la enfardadora. Se hizo un sorteo y siete personas entraron en la cooperativa” contó Rocío ante la pregunta de sus inicios.
La joven narró que además de la faena diaria, “vienen los camiones de la Municipalidad” que transportan la basura separada en los distintos programas. “Ellos traen la basura, nosotros empezamos la separación. Los cartones con las manos, el papel blanco y el resto se tira a la tolva. Desde allí se pasa por una cinta transportadora desde donde se hace la separación de los distintos materiales. Por ejemplo: aluminio, plástico… Y lo que llamamos «rechazo», lo que no se puede reciclar, va a parar a un contenedor y a basureros comunes”.
Como es obvio, los recicladores señalaron que lo separado es vendido a mayoristas que a su vez venden a las industrias o exportan, y que es así como sacan su salario. “Sí, el sueldo nos lo estamos llevando por quincena. No es mucho porque bajó la compra de estos materiales. Y nosotras al no tener un volumen importante, sacamos muy poco. Esta quincena sacamos 500 pesos, nada más”, afirmó Rocío.
Y sostuvo que su principal preocupación tiene que ver con los hogares: “A nosotras nos está faltando más material, que la gente recicle más. El circuito de reciclaje está mandando poco porque la gente no sabe reciclar, no saben separar la basura. Por ejemplo en los contenedores especiales de separación, en las “islas”, la gente tira ramas, basura domiciliaria, mezclan todo. No está teniendo mucho éxito el reciclado por esas vías. También hay mucho cirujeo en la calle porque abren y se llevan, pero al mismo tiempo hacen daño porque mezclan la basura o dejan los contenedores rotos”.
De esa manera, los jóvenes de la escuela Belgrano elaboraron un primer informe expresando que los programas municipales están resultando insuficientes y que la población no se interesa en mayor medida en la cuestión del reciclado de basura. La pregunta que les queda a los estudiantes es ¿qué habrá que hacer para tomar el buen ejemplo de Alemania en esta materia? Por el momento, la escuela es un buen inicio.