El plantel de Tigre, que denunció ser agredido por la seguridad de San Pablo en el entretiempo de la final de la Copa Sudamericana, llegó al hotel de esa ciudad brasileña recién a las 4 de la mañana, casi cuatro horas después de los incidentes en el estadio Morumbí. El plantel abordó el avión de regreso a las 8 rumbo a Buenos Aires.
La delegación aguardó a que sus familiares bajen de las tribunas y los hinchas del festivo San Pablo se dispersen a la madrugada para poder salir juntos del estadio hacia el hotel.
La comisaría de la policía paulista Margareth Barret informó haber recibido el testimonio de varios jugadores, aunque no detalló cuáles, del equipo argentino y que ordenó pericias en los vestuarios del estado Morumbí a la vez que solicitará las imágenes registradas por circuito de seguridad interno.
Al menos un funcionario del consulado argentino acompañó a los jugadores argentinos que comparecieron en la sede policial de donde se retiraron cerca de las 4 horas locales.
Fuentes del San Pablo dijeron que no hay cámaras instaladas dentro de los vestuarios del Morumbí, mientras abogados de ese club se presentaron en la madrugada de este jueves ante la sede policial para denunciar al elenco argentino por haber causado «destrozos» en los vestuarios, consignó hoy radio Jovem Pan.
San Pablo se impuso 2-0, con goles de Lucas y Gonzalo, marcados en el primer tiempo, que fue el único disputado.
Los argentinos se negaron a jugar la segunda parte aduciendo haber sido agredidos en el entretiempo ante lo cual el árbitro chileno Enrique Osses dio por finalizado el encuentro.
«Los jugadores tomaron la decisión de no entrar a jugar el segundo tiempo, nosotros decidimos que los íbamos a respetar y a acompañar», declaró Sergio Massa, dirigente del partido de Tigre, al explicar la decisión desertar de la final.
El lateral Lucas Orban declaró: «Nos estaban esperando los agentes de seguridad de Sao Paulo. Le apuntaron con un arma al arquero Damián Albil, la policía nos pegó, es una vergüenza».
«Estuvimos durante 15 minutos en la puerta del vestuario peleando contra 15 agentes de seguridad entrenados, y luego vino la policía y nos reprimió a nosotros. Recibí un golpe de culata de revólver en el pecho. Los agentes de seguridad sacaron látigos», dijo el golero Albil.
«Nunca vi algo así, no sé por qué se ensañaron, un tipo sacó el revólver, nos apuntaron, la policía nos empezó a pegar a nosotros. Fue una locura. No hubo un tiro de casualidad», afirmó Jorge Borrelli, ayudante de campo de Tigre.