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Los saqueos y el vandalismo se multiplicaron en la ciudad

Por Santiago Baraldi.- La mayoría de los robos fue a supermercados de dueños chinos, con destrozos e incendio de un vehículo incluidos.

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Al mismo tiempo que el ministro de Seguridad Raúl Lamberto buscaba eufemismos para evitar la temida palabra “saqueos”, una decena de supermercados y autoservicios de origen chino de la zona sur y sudoeste de la ciudad eran literalmente arrasados por, en su mayoría, jóvenes y mujeres. “Esto fue una batalla campal: al chino lo dejaron solo; apenas se fue el patrullero ingresaron más de 300 personas, primero a las seis y media de la tarde de ayer (por el jueves) y después a las nueve y media de la noche. El pobre hombre se puso a soldar las rejas y a las tres de la mañana volvieron con troncos y le bajaron el portón”, relató un vecino de Cerrito al 4300, donde se encuentra el autoservicio que lleva el nombre de la calle de esa zona del oeste de la ciudad.

“Mirá, es muy simple: la Policía es socia de los narcos y los chinos no ponen plata, no les pueden sacar un peso… pensá lo que quieras”, sentenció un viejo vecino, conocedor de internas y pases de facturas, para explicar por qué estos comercios fueron blanco de la mayoría de los robos. Mientras hablaba con El Ciudadano, el hombre observaba cómo un grupo de muchachos y mujeres desmantelaban el súper El Sol, de bulevar Avellaneda al 4000. El propietario del local, desesperado e indefenso, les dijo: “Muchachos, hagan lo que quieran, el súper es suyo”, y se fue. Las góndolas y heladeras fueron arrastradas hasta la vereda y en cuestión de minutos no quedó absolutamente nada. Después vino la saña: quemaron el auto del comerciante chino.

A dos cuadras de allí, un grupo de adolescentes destrozaba a golpes de martillo una cabina telefónica y en Avellaneda al 2800. el autoservicio Macau también era víctima de saqueos. Un centenar de personas entraba y salían con bultos, paquetes, cajas y changos repletos. “Esto es joda, ¿dónde está la cana?”, gritaba una mujer con su hijita en brazos. “Están desde anoche dando vueltas, no durmió nadie, tiros y sirenas fue lo que se escuchó en el barrio. Durante la mañana no vimos un solo móvil”, agregó.

En Cochabamba y Gutenberg, el autoservicio Sur era desmantelado por completo. Mientras un grupo reclamaba por la falta de luz, otro aprovechaba para llevarse lo último que quedaba de ese comercio. “A una de las dueñas la golpearon muy mal; pasa que la china tenía la plata entre la ropa y no la largaba, entonces la golpearon mal, no sé qué pasó con ella”, narró un hombre que vive frente al súper. “Son todos pibes del barrio los que robaron; al rato que la Policía se fue, listo, adentro: no le dejaron ni los ventiladores”, describió.

Todos los testimonios eran coincidentes: grupos de jóvenes se reunían en las esquinas a la espera de una orden para atacar los locales. “La Policía daba vueltas y de golpe desaparecía, entonces ahí aparecía la orden: «¡Ahora!», aseguró un vecino de Cerrito y Lima, que pasó la noche despierto.

En Alsina y Viedma el panorama era idéntico, los relatos calcados y la desesperación de los vecinos, idéntica. “Las internas están a la vista, el gobierno provincial no tiene poder sobre la policía, este quilombo es consecuencia de lo de Tognoli”, agregó un hombre que terminó diciendo: “Esto no es hambre, esto es desgobierno, acá liberaron todo y alguien lo alienta”.

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