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Una sospecha roja: “Narcos”

Testimonios que se acumulaban daban cuenta de misteriosos autos de gama media sin patente incitando saqueos que después cometían adolecentes. “Tienen armas y equipos de comunicaciones”, marcó dirigente de una organización social.

narcos

“Los compañeros los vieron. Hay un 206 azul, un 307 bordó y más. Llegan, se bajan uno o dos, y rompen los vidrios. Por ahí se llevan algo y a veces no sacan nada, pero después de romper llegan todos los demás”, describió un militante barrial, conocedor del paño en la periferia de la ciudad. No hay que andar mucho para saber a qué y quiénes se refiere. “Narcos”, suelta. “Manejan armas y tienen equipos de comunicaciones. ¿Quién tiene esos recursos?”, completa. En realidad hay otros grupos que se ajustan a la descripción, pero tras él distintos testimonios –montones de testimonios– de diferentes partes de la ciudad iban en el mismo sentido. Todos coincidieron en que había “organización” detrás de los violentos y masivos asaltos a comercios, especialmente de los que se produjeron durante la mañana y ya en la tarde de ayer, cuando ya se había hecho evidente la presencia de fuerzas de seguridad, marcando, ahí también, una diferencia con la jornada anterior.

La jornada se cubrió con un manto de rumores, operaciones y violencia. Mientras bajaba el agua y la bronca de los afectados por el temporal otra cosa iba creciendo. Y para muchos, fue artificial.

Los saqueos, que en especial tuvieron como blanco a pequeños autoservicios de barrio y a los supermercados “chinos”, se volvieron a replicar durante la jornada de ayer. Por la tarde hubo saqueos en Liniers al 4300 Garzón y Biedma, Rouillón y Seguí, y Sanguinetti al 4300; además intentos en varias zonas más, y tensión en toda la ciudad, incluidos súper grandes como el de San Martín y Ayolas y el de 27 de Febrero frente al Clemente Álvarez. El panorama era tal que desde distintas organizaciones sociales consultadas por El Ciuidadano hicieron constar su “preocupación”.

Todas o casi todas las zonas desde donde se dispararon episodios habían padecido la tormenta 48 horas antes y muchas estaban todavía sin luz (ver aparte). En esa línea, hizo notar un alto dirigente de una organización social opositora al gobierno nacional que, el drama social sin resolver persiste, y de inmediato se torna permeable a este tipo de episodios, incluso con efecto contagio. “Los pibes de los barrios se prendieron”, dijo con seguridad. “Ellos no tienen respuestas: nosotros venimos reclamando herramientas para los que tienen entre 14 y 17. Ellos tienen la Asignación Universal por Hijo, pero cuando se las dieron les sacaron las becas nacionales para estudiar”, explicó.

Desde el otro lado de la frontera política, otra organización social desvinculó por completo los episodios de las necesidades populares: “En Barrio Moderno directamente la gente paró la cosa. Los vecinos mayores defendieron ellos mismos un súper chiquito, cuando los pibes se habían empezado a juntar enfrente. Fueron, los hablaron, y todo quedó en nada. Y no fue el único lugar donde pasó eso”, refirió el dirigente.

El mismo panorama pintó un coordinador de Promoción Social municipal. Emprendedores que forman parte de programas Economía Solidaria reflejaron la misma sucesión, salvo en lo que respecta a autos de media gama, que en no pocos puntos del sudoeste se notan como un barco en la Peatonal: allí llegaban en motos los  que buscaban primerear en la rotura de vidrios y puertas.

Pero allí los pibes –“ninguno pasaba de 20”, dijo un testigo, se topaban con otros problemas: no sólo los viejos habitantes del barrio –que veían peligrar al mercadito en el que compran todos los días y que cuando no tienen les da a fiado– sino los mismos dueños: el propietario de una carnecería, por caso, esperaba apostado en el techo, escopeta en mano. Y por suerte, no pasó nada.

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