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Milanga sale con discriminación

Por Paola Cándido.- El escritor Fabricio Simeoni denunció por Facebook que en un local de El Club de la Milanesa una moza se negó a hacer lugar para su silla de ruedas y le reprochó que “estorbaba”. Tras la eclosión virtual del caso, llegó la disculpa de la empresa.

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“El lunes 1º de enero, como buen criollo alimentado a carne de vacío sin importarme el colesterol, ni si era carne o pan rallado, fui a cenar al Club de la Milanesa, en la esquina de Alvear y Jujuy, en la zona de Pichincha. La sorpresa no fue la cadena de frío ni que era incomible la milanga. No comí porque a pesar de estar sentado, la maleducada de la moza no accedió a darme un espacio, donde quitando una silla hubiera tenido acceso la silla de ruedas; y argumentaba que la misma incomodaba el paso”. Estas son las palabras que Fabricio Simeoni, periodista y escritor vernáculo, distinguido por la ciudad y que padece de atrofia espinal progresiva desde el año y medio de vida, colgó en la red social Facebook. De inmediato, se multiplicaron los mensajes virtuales de repudio al hecho de discriminación del que fue objeto el poeta rosarino. Y a las horas, llegó el pedido de disculpas de los dueños del negocio, quienes aclararon que no es su “política” comercial actuar de esa manera y remitieron la responsabilidad en la empleada. “Más que en El Club de la Milanesa debería llamarse el Club de la Indiferencia”, había posteado Simeoni cerrando su denuncia. Luego, él mismo reprodujo las disculpas que le acercaron desde el negocio, dando por superado el entredicho.

El escritor explicó que ayer recibió el llamado de uno de los tres dueños del comercio gastronómico, Marcos Quaranta, quien adujo estar muy compungido por lo que había pasado, y reveló que habían despedido a la persona que lo había discriminado, ya que su actitud fue contradictoria con la política de trabajo del Club, en rigor la franquicia local de una cadena de bares temáticos iniciada en el partido bonaerense de Vicente López que ya cuenta con locales también en Córdoba, además de los primitivos porteños y del Gran Buenos Aires.

“La moza me dijo que estorbaba, lo tomé con cierta ironía pero sonó muy peyorativo, muy infrahumano, me fui del lugar sin comer. No puedo comer solo, e indefectiblemente tengo que sentarme en alguna de las puntas de las mesas, así la persona que tengo a mi derecha o a mi izquierda, me ayuda a comer”, precisó Simeoni.

“El Club de la Indiferencia”, lo bautizó el escritor en el texto que, al poco de conocerse, estalló en las redes sociales. Por Twitter y Facebook, se vieron expresiones de solidaridad con la complicada situación que le tocó vivir.

Claudio Halcovich, uno de los integrantes de Sin Barreras Rosario, una agrupación que busca generar conciencia social para que todos los rosarinos tengan posibilidades de transitar las mismas calles y gozar de la misma ciudad, explicó que este tipo de hechos ocurren a diario, y que la gente tendría que hacer la denuncia pertinente en cada caso.

“Este tipo de hechos suelen pasar en boliches y bares, es un tema para trabajarlo. Algunos alegan que no pueden ingresar al lugar porque pueden golpearlos, otros que no es la imagen del lugar, en definitiva, son pocas las personas que sacan a la luz este tipo de episodios”, aclaró Halcovich.

El integrante de Sin Barreras recordó que en la terminal de ómnibus Mariano Moreno hay empresas de transporte que no quieren que viajen discapacitados, y en algunos casos lo mismo pasa con los taxis. “Hay que tomar el número de chapa, el día y el horario y denunciar todo tipo de discriminación porque están en contra de nuestra integridad. Así no vamos a ningún lado, y no podemos solucionar el problema, la gente tiene que tomar conciencia y denunciar”, concluyó el escritor.

“Recién me llamó el dueño de El Club de la Milanesa para disculparse por lo sucedido. Agradezco las disculpas. Su actitud contribuye a construir entre todos una sociedad inclusiva”, colgó finalmente Simeoni en Facebook. Siguiendo las recomendaciones de Halcovich, la duda quedó flotando: si el “mea culpa” empresario hubiera existido de no hacerse público el incidente.

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