“Benedicto XVI, hace unos años, había comentado que un Papa tenía el derecho de retirarse si sentía que perdía las fuerzas físicas, psicológicas y espirituales para cumplir su misión. Ésa fue una anécdota que habíamos olvidado porque lo vimos siempre con mucha entrega. Obviamente que habrá razones que él habrá valorado, supone un acto de una gran responsabilidad, de una gran sabiduría, de poder discernir con tanta altura, un ejemplo para el hombre de hoy”, señaló ayer el arzobispo de Rosario, José Luis Mollaghan, al conocer la renuncia del máximo hombre de la Iglesia católica.
En diálogo con El Ciudadano, el referente local de la Iglesia católica recordó las veces que tuvo oportunidad de estar cerca del entonces cardenal Joseph Ratzinger acompañando en tres oportunidades a obispos argentinos y cuando fue nombrado arzobispo de la ciudad el 29 de junio de 2006. “Tuve la suerte de celebrar una misa junto a él y me hizo entrega del Palio, una cinta de lana de cordero que el Papa entrega personalmente en esa fecha, fiesta de San Pedro y San Pablo, y recuerda a los obispos que son pastores y que deben cuidar bien de sus rebaños”, explicó Mollaghan.
La noticia de la dimisión del Papa para el próximo 28 de febrero sorprendió porque la última vez que un pontífice renunció fue hace 600 años. “Fue una sorpresa; toda la vitalidad del Papa, sus Ángelus, sus meditaciones los domingos al mediodía… nada hacía prever esta decisión. Es un hombre que trabajaba con una entrega absoluta. Si bien el tiempo pasa y mostraba dificultades para trasladarse o para la lectura, siempre se lo vio vital y nada hacía pensar en esto”, apuntó Mollaghan, quien aseguró no tener ningún candidato para suceder a Benedicto XVI.
Sobre la posibilidad de que el papado recaiga en algún cardenal americano, señaló: “El 30 por ciento del colegio de cardenales lo integran americanos, pero nunca he tenido candidatos, sinceramente; siempre, en ese momento, es una acción de Dios, lo veo así. Todos los momentos del cónclave van a que la decisión gire en torno a la oración y después a la reflexión de esos días y aparece el que tiene la capacidad humana, pastoral para ser el obispo de Roma y por lo tanto sucesor de Pedro. La noticia es ir con total serenidad de lo que en esos días diga el Espíritu Santo y la reflexión, en un clima de retiro espiritual, porque allí están todos juntos rezando, comen juntos, tienen momentos de diálogos en grupos, son actos supremos que la Iglesia siempre los tuvo en cuenta”.
Un conocedor del puerto
Mollaghan recordó las veces que estuvo frente a frente con el sucesor de Pedro y se sorprendió por el grado de información que tenía de la diócesis local: “Hice una visita en 2009, cuando hablamos sobre la realidad de Rosario. Fue un encuentro en el que el Papa se mostró muy interesado sobre los problemas cercanos. Quedamos sorprendidos por el conocimiento que tenía sobre los puertos de nuestra zona, de la necesidad de que la gente que trabaja allí lo hiciera en buenas condiciones… preguntas que el Papa uno cree que no va hacer, un teólogo y un filósofo de esa altura, conociendo la realidad de nuestra diócesis”.
“Conocí al Papa siendo secretario de la Conferencia Episcopal. Me tocaba acompañar a los obispos a las audiencias, con los prefectos de las congregaciones y en ese caso acompañé tres tandas de obispos. Siendo obispo auxiliar de Buenos Aires acompañé a los obispos que hacían preguntas a los prefectos, que serían ministros de la Santa Sede, y el Papa, el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En esos encuentros, en el que participan unos 30 obispos, generalmente se da un intercambio de ideas, un saludo, alguna pregunta profunda; pero nuestros obispos habían preparado una serie de preguntas que hacen a la vida cristiana, al momento que vivimos, a la cultura de hoy; había unas 20 preguntas que el cardenal Joseph Ratzinger respondió una por una, con atención, con cariño, con un gesto de hermano. Nos recibió con el interés de responder a las inquietudes teológicas, filosóficas, sobre la cultura y la fe en el mundo de hoy”, recordó el máximo referente de la Iglesia católica local.
Sobre lo que espera para el futuro de la Iglesia, Mollaghan dijo que “la Iglesia estuvo viva en sus dos mil años y va a seguir siendo viva; aun en los momentos difíciles sale con nuevas fuerzas y esa es la conciencia que tiene el Papa en este momento de tránsito, en el momento que deja el ministerio de Pedro”.
Al ex arzobispo Mirás no lo tomó de sorpresa
Al ex arzobispo de Rosario Eduardo Mirás, de 83 años, a diferencia de Mollaghan, no le sorprendió la renuncia de Benedicto XVI. “No me tomó de sorpresa porque él viene diciendo hace tiempo que siente que le faltan fuerzas, ya no hablaba de los viajes pastorales. En las ceremonias vaticanas recorre el camino hasta el altar del Vaticano en una especie de carrito, no lo hace caminando porque no le dan las fuerzas. Sorprende, porque no estamos acostumbrados, hace 600 años que había renunciado un Papa, pero avisa con 15 días de antelación y el colegio de cardenales elegirá pronto un nuevo Papa”, expresó en diálogo con El Ciudadano.
Sobre las posibilidades que puede contar el cardenal argentino Leonardo Sandri, Mirás aclaró: “No puedo contestar sobre un sucesor. Lo conozco a Sandri desde jovencito, pero no podría aventurar, eso está en la votación. Puede haber un Papa americano porque el colegio está integrado por un 30 por ciento de ellos, y podría ser que la votación se inclinara por esta zona de América. Pero la mirada no está en qué país, sino en el hombre que reúna las condiciones”.
El ex arzobispo de la ciudad también conoció al Papa cuando éste era cardenal y consultado sobre si los casos de pedofilia que se ventilaron desde el propio Vaticano y que valieron las disculpas de la Iglesia pudieron haber influenciado en la decisión, Mirás apuntó: “El Papa actuó con toda claridad y fuerza”.
En tanto, sobre la posibilidad de que la Iglesia católica tome una posición progresista en el tema del celibato, Mirás explicó: “La persona elige el celibato, no es que se le imponga el celibato después de ser sacerdote; una persona que ha querido ser célibe puede ser elegida para ser sacerdote, es una vocación. El ejercer la paternidad espiritual del pueblo de Dios, como párroco o cualquier otro cargo del ministerio sacerdotal, da una plenitud donde uno se siente consolado. El tema se menea porque los medios de comunicación se han multiplicado, pero es un tema que tiene siglos, con media biblioteca para un lado y con otra media biblioteca para el otro”.
“Se debe volver a Juan XXIII”
Para Edgardo Montaldo, cura de barrio Ludueña, lejos de los escritorios y ensimismado con la problemática de una zona de la ciudad postergada, la renuncia del Papa Benedicto XVI le parece algo lejano: “El Papa era muy sectarista. La Iglesia católica es la secta más grande, está más cerca del Opus Dei. El Papa, al que yo sigo llamando Ratzinger, porque él estaba antes con la Inquisición, no como la antigua, pero sí como decía Leonardo Boff (teólogo brasileño): este hombre recordaba lo que había sido la Inquisición. La Iglesia necesita volver a Juan XXIII, al Concilio Vaticano. A veces uno cree que los cambios son muy lentos, pero soy optimista; con Ratzinger la Iglesia volvió a tiempos pasados al no aceptar el Concilio Vaticano.