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Benedicto XVI anunció que dimitirá por “falta de fuerza”

Avisó sobre su próximo retiro el 28 de febrero, durante una reunión en el Vaticano. Y sorprendió al mundo.

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El papa Benedicto XVI, de 85 años, anunció ayer su renuncia al papado “por falta de fuerza”, en un discurso pronunciado en latín, en el Vaticano. La noticia sorprendió al mundo. Su retiro se hará efectivo el próximo 28 de febrero y comenzará así “un período de sede vacante”, precisó el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, quien auguró que “para Semana Santa habrá nuevo pontífice” elegido por un cónclave de cardenales.

“Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia”, anuncio el Papa en latín.

“Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”, reconoció el Papa alemán, Joseph Ratzinger.

La renuncia de Benedicto XVI, que reinó ocho años y sucedió al carismático Juan Pablo II, sorprendió a muchos y generó reacciones en todo el mundo.

Según el propio portavoz del Vaticano, Lombardi, esta decisión del papa lo había “tomado por sorpresa”.

“Para Semana Santa (del 24 de marzo al 1º de abril) tendremos un nuevo Papa”, dijo Lombardi tras precisar que Benedicto XVI no formará parte del Cónclave para la elección del nuevo pontífice. El Cónclave se realizará en los 15 o 20 días posteriores a su renuncia.

Benedicto XVI, que en un libro de entrevistas publicado en 2010 había reconocido que renunciaría en caso de incapacidad física o mental, se retirará primero en la finca veraniega de Castel Gandolfo, a las afueras de Roma, para luego trasladarse a un monasterio dentro de los muros de la Ciudad del Vaticano.

El anuncio “ha sido meditado y tomado con total libertad. No se requiere que nadie acepte la dimisión”, señaló Lombardi, en un encuentro con la prensa en el Vaticano.

Una salida inédita en 7 siglos

La decisión del papa Benedicto XVI de renunciar a su cargo es un acontecimiento casi inédito en la historia de la Iglesia, ya que el único precedente conocido se remonta a hace más de siete siglos, cuando el papa Celestino V abandonó voluntariamente el trono.

Celestino V vivía como monje benedictino en las montañas de los Abruzos cuando los doce cardenales del cónclave de Perugia vinieron a anunciarle su elección en julio de 1294. Pero no se sentía preparado para asumir el liderazgo en la Iglesia. Abdicó el 13 de diciembre de 1294.

Además de éste, otros papas se retiraron en circunstancias históricas particulares, más o menos conocidas, pero en ningún caso se trató de una renuncia propiamente dicha.

La eventualidad de la renuncia había sido prevista por varios pontífices a lo largo del siglo XX, y en último lugar por Juan Pablo II, que la contempló explícitamente en la Constitución apostólica Universi dominici gregis, publicada en febrero de 1996. A pesar de una larga agonía, no recurrió a ella.

Ocho años de crisis, escándalos y polémicas

Los ocho años de pontificado de Benedicto XVI quedarán marcados por la grave crisis de la Iglesia, el creciente descrédito por los abusos sexuales y el escándalo del “Vatileaks”, la fuga de documentos secretos que develó las disputas de poder que se cocinan puertas adentro del Vaticano, analizó Jean-Louis de la Vaissiere, para la agencia de noticias AFP.

Cuando el alemán Joseph Ratzinger accedió a la cabeza de la Iglesia católica el 19 de abril de 2005, las revelaciones sobre los escándalos de pedofilia por parte de religiosos ya habían hecho correr ríos de tinta en Estados Unidos. Años después, en 2008, fue el primer Papa en manifestar su “vergüenza” y reunirse con víctimas de abusos.

Pero las revelaciones continuaron en 2009, con la emergencia de cientos de casos en Irlanda y otros países europeos, y más tarde en América del Norte y América Latina. La protección de sacerdotes pedófilos por parte de la jerarquía aumentó el escándalo.

A Benedicto XVI se le acusó de no haber hecho lo suficiente durante los 24 años que pasó al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe. No obstante emprendió una operación de limpieza que se concretó con la dimisión de decenas de obispos.

Al igual que su predecesor Juan Pablo II, se mantuvo inflexible en la condena del aborto, las manipulaciones genéticas, la eutanasia y el matrimonio homosexual,  aunque admitió el uso del preservativo en casos muy limitados –”en prostitutos”, según sus propias palabras– para evitar la difusión del sida.

En cuanto al “Vatileaks”, el sonado escándalo de fuga de documentos confidenciales que dio lugar al arresto y condena de su mayordomo personal, Paolo Gabriele, reveló las tensiones sobre numerosos asuntos, entre conservadores y progresistas, tradicionalistas y modernistas, y partidarios de la transparencia y del secreto.

Benedicto XVI también se mostró muy reservado y cerró la puerta a toda evolución sobre el celibato sacerdotal.

Con el Islam, irritó con comentarios sobre religión y violencia en un discurso en Ratisbona en 2006, pero multiplicó llamamientos a la coexistencia entre católicos y musulmanes.

Con el judaísmo prosiguió la línea de proximidad de Juan Pablo II, aunque la causa de la beatificación de Pío XII, criticada por su actitud durante la Segunda Guerra Mundial, creó cierta irritación.

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