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Un presidente que pasó de socio a amigo de la Argentina

La relación del fallecido mandatario venezolano, Hugo Chávez, con nuestro país se acrecentó notablemente a partir de mayo de 2003, con la asunción de Néstor Kirchner como presidente de la Nación, lo que lo convirtió en una figura vastamente popular y querida en el país. Ver video.

chavez-arg-dentroLa relación del fallecido mandatario venezolano, Hugo Chávez, con la Argentina se acrecentó notablemente a partir de mayo de 2003, con la asunción de Néstor Kirchner como presidente de la Nación, lo que lo convirtió en una figura vastamente popular y querida en el país.

A lo largo de su gestión como presidente de Venezuela, Chávez alcanzó infinidad de acuerdos de toda índole con la Argentina, y fue también beneficiario de la propia obra de integración latinoamericana que ayudó a construir cuando Kirchner, recién establecido como secretario general de la Unasur, intervino con éxito para evitar un choque diplomático entre Venezuela y Colombia.

La estrecha relación que el líder bolivariano entabló con el matrimonio Kirchner creció año a año y trascendió el plano político institucional para llegar al afecto personal, a punto tal que Chávez fue el único presidente extranjero que acompañó a la presidenta Cristina Fernández hasta Río Gallegos para trasladar los restos de su esposo, en octubre de 2010.

El 26 de mayo de 2003, cuando Kirchner llevaba un día a cargo del gobierno argentino, Chávez -que había asistido a su asunción- se manifestó «optimista» por la etapa política que se iniciaba en el país y propuso la creación de un bloque sudamericano que, años más tarde, se iba a consolidar en la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).

Las crónicas de archivo recogen por esos años gran cantidad de reuniones y firmas de acuerdos bilaterales en actos muy poco protocolares en los que se apreciaba un clima de distensión y surgían de parte de ambos presidentes presagios de más y mejores relaciones diplomáticas, con planes concretos que contemplaban la creación de emprendimientos productivos regionales.

La búsqueda de soluciones para los problemas de cada uno acercó también los planes de cooperación: Venezuela producía combustible en exceso y se lo vendía a la Argentina, que lo necesitaba, y nuestro país hacía lo propio con los alimentos, tan necesarios para la realidad económica y social venezolana.

En julio de 2004, Kirchner y Chávez anunciaron en Ensenada que el Astillero Naval de Río Santiago se iba a dedicar a la construcción y refacción de buques petroleros para la empresa venezolana PDVSA, en un recordado acto celebrado ante los trabajadores de la empresa argentina: una nueva forma de cooperación se ponía en marcha.

Sin dudas, uno de los puntos más altos en cuanto al impacto político que tuvo la cercana relación de Chávez con la Argentina fue la que se dio durante la IV Cumbre de las Américas, que deliberó en Mar del Plata el 4 y 5 de noviembre de 2005.

El temario oficial del encuentro estaba referido a «Crear Trabajo para Enfrentar la Pobreza y Fortalecer la Gobernabilidad Democrática», pero Chávez, Kirchner y otros mandatarios latinoamericanos, con el aporte de personalidades argentinas como Diego Maradona o Adolfo Pérez Esquivel, intervinieron también en una cumbre paralela que se opuso terminantemente a la iniciativa estadounidense del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

«Alca… ¡al carajo!», fue la consigna impulsada con su personal estilo y pasión por el líder bolivariano, aclamado en esa oportunidad por sus propios colegas, artistas de la talla de Silvio Rodríguez y Manu Chao y el público, identificado por su  adhesión al gobierno de Kirchner y a partidos de izquierda.

En marzo de 2007, Chávez tuvo otra experiencia de acercamiento al pueblo argentino, al hablar en un acto en el estadio de Ferro Carril Oeste en el que celebró los acuerdos alcanzados con Kirchner y calificó de «cadaver político» al entonces presidente de EEUU, George Bush. El «Alca… ¡al carajo!» volvió a tronar en la voz del venezolano y de los miles de asistentes al acto.

En diciembre de ese mismo año, avanzó en sus planes y en una reunión con intelectuales argentinos en Buenos Aires llamó a convocar «una Internacional de la resistencia», desde la que pueda «recuperarse el rumbo, iluminar con antorchas y retomar el camino hacia la utopía».

«Soy peronista», proclamó Chávez en agosto de 2008 en un acto junto a la presidenta Cristina Fernández y el por entonces titular del Partido Justicialista, Néstor Kirchner, en Almirante Brown.

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La aseveración tenía un claro sentido: era su apoyo a la mandataria, a quien elogió por «resistir los embates de la oligarquía», luego de la crisis con las organizaciones agrarias por la Resolución 125.

En marzo de 2011, tuvo lugar uno de los últimos grandes acuerdos que Chávez firmó con la Argentina, dado que tres meses después comenzó su tratamiento médico por el primer tumor cancerígeno que le extirparon en la zona de la ingle.

Se trató de un convenio que dio inicio a la construcción de 16 barcazas en el astillero naval Tandanor destinadas a la petrolera estatal venezolana, PDVSA.

Al hablar durante aquel acto, desarrollado en Tandanor, en la Costanera porteña, Cristina afirmó que estos son «grandes acuerdos» que se fundan «en acuerdos previos, convicciones y otras situaciones geopolíticas que hemos sabido construir en estos años los americanos del Sur».

Construcción en la cual Chávez y el matrimonio Kirchner habían tenido una participación fundamental.

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