Fiesta colosal. Delirio en las tribunas que se trasladó a la calle. Una definición infartante que paralizó corazones, sacó a relucir todo tipo de cábalas y a partir del penal definitivo de Maxi Rodríguez… desató un festejo interminable.
Dentro de la cancha los jugadores se confundieron en un abrazo interminable. En las tribunas fue explosión de los hinchas que a esta altura sueñan con más, con esa gloria que hace algunos meses propuso buscar el Tata y muchos pensaron que era una utopía.
“La Copa Libertadores es mi obsesión, tenés que dejar el alma por Newell’s Old Boys…”, fue el latiguillo durante el partido. Aunque después de los penales, el raciocinio quedó atrás y los hinchas fueron por todo: “Dale, dale, Ñuls… dale, dale Ñuls… que la Copa se gana con huevos y en Marruecos al Bayern lo coj…”.
La jornada quedará guardada en la historia leprosa. Y el relato pasará de generación en generación. Incluso habrá algunos que dirán que el disparo de Bernardi dio en el palo y demoró una vida en entrar, o que el de Casco se iba afuera y los designios del destino lo metieron en el arco. Y ni hablar de las atajadas de Guzmán ante Riquelme y el Burrito Martínez, nada más y nada menos.
Los 40 mil leprosos que ayer desbordaron el Coloso con el tiempo serán 100 mil o más. Muchos dirán “yo estuve la noche que le ganamos a Boca por penales”. Incluso la noche intentará empardar aquella otra hazaña a los penales del 9 de julio de 1991, aunque aquella vez fue título, anoche fue pasaje a semifinales de Copa.
Se sabía que era un partido donde para uno de los dos no había mañana. En realidad la Lepra podía tener el premio de quedarse con el torneo Final, pero a esta altura la ilusión se funde con la emoción y la Copa Libertadores pasó a ser una obsesión.