Maximiliano Rodríguez pudo ver la cara de su asesino. Fue en ese instante en el que se pasa de la vida a la muerte, el último instante en que los ojos fijos del asesino marcaron el final. El Hijo del Quemado –así le decían a la víctima– fue protagonista de páginas policiales desde hace varios años, pero especialmente desde el 1º de enero de 2012 cuando su padre, en venganza por un ataque a balazos que había sufrido Maxi, arremetió contra tres jóvenes militantes sociales de Villa Moreno, según determinó la Justicia.
Ayer, poco después de la seis de la tarde, el agitado ir y venir de un día de semana se podía ver en avenida Pellegrini. Un día casi sin nubes en el que no pocos aprovecharon para copar los bares de la avenida, tomar una cerveza. Pero en Pellegrini y Corrientes el aire se cortó de un balazo. Un estruendo.
Maxi, el Hijo del Quemado, dejó a su novia en un auto estacionado en doble fila e ingresó a un cajero del banco Macro y extrajo dinero. Alguien esperó que saliera. Un hombre joven. Se le acercó, lo miró, le apoyó el arma en la garganta y gatilló. El balazo le salió por la parte posterior del cráneo. El asesino corrió unos metros, se subió a una moto y huyó. Fue a plena luz del día, ante testigos que no podían creer lo que ocurría.
Sobre el piso, quedó durante horas coagulada la sangre del Hijo del Quemado. Un charco importante donde los transeúntes se bajaban y sacaban fotos. El joven fue trasladado en ambulancia al Heca, donde enseguida murió.
El Hijo del Quemado saltó a las tapas de los diarios a partir de un hecho ocurrido en la madrugada del primer día de 2012. A las 3.30, en la esquina de Garay y Vera Mujica, Maxi Rodríguez charlaba con su novia a bordo de un BMW y recibió tres tiros, por lo que terminó internado en el Heca.
Al lugar fue llevado por un joven conocido como Pescadito, pero su ingreso no fue asentado por el policía que estaba a cargo del destacamento policial del Heca (días después fue pasado a disponibilidad por el gobierno santafesino). El Hijo del Quemado señaló a sus atacantes con nombres, apellidos y apodos. Desde la cama donde era atendido y antes de ser operado, apuntó como autores del atentado en su contra al “Negro Eze” y “Danonino”. Tanto víctima como victimarios vinculados con la disputa por dividendos del narcotráfico y por la barra brava de Newells. La venganza no se hizo esperar. Todos apuntaron al Quemado, Sergio Rodríguez, padre de Maxi, como autor de la balacera que terminó con la vida de Jeremías Trasante, Claudio Suárez, Adrián Rodríguez, militantes de Villa Moreno, el blanco equivocado del asesino.
Maxi fue acusado por un ataque anterior al Triple Crimen y estuvo preso hasta diciembre pasado. El 17 de enero, volvió a ser noticia. Estaba en la puerta de la casa de su novia, en Coronel Arnold al 3200, cuando pasaron dos jóvenes caminando y le tiraron dos balazos, uno le pegó en la pierna.
En la tarde de ayer, Maxi, quien en los últimos 13 meses había gambeteado la muerte al menos dos veces, tuvo un final violento, como fue gran parte de su vida.