“Yo voy a ver a amigos de la infancia, compañeros de equipo de un torneo interno del Provincial, sus ex compañeros de fútbol juvenil que no llegaron a primera división, ex compañeros de las distintas épocas, casi todos sus directores técnicos del profesionalismo, dirigentes, ex compañeros de la secundaria. Además, había algo que me interesaba y era contar también la historia de una época, de los años 70 y 80”, se refirió José Dalonso a su libro El Tata: La biografía del técnico de la Selección, Gerardo Martino, que cuenta la historia del ex jugador y ex técnico de Newell’s Old Boys. El trabajo será presentado mañana en Centro Cultural Ross (Córdoba 1345), con la participación del ex canciller Rafael Bielsa, hermano del también ex jugador y ex técnico de la Selección.
La historia narra desde la infancia de Gerardo “Tata” Martino hasta la actualidad centrándose en su adolescencia, en sus comienzos como futbolista profesional. Y marca un paralelo entre qué era ser futbolista antes y qué significa eso ahora. “Los padres del Tata siempre tuvieron en claro que iba a ser futbolista, pero también que era mucho más importante seguir estudiando”, señala Dalonso el contraste, aclarando que “sin desdeñar” a las concepciones actuales.
“Esta historia esta ambientada en los años 70 y 80, primero aparecen algunas cuestiones que muestran el contexto social que había bajo la dictadura”, afirma Dalonso y agrega que Martino no tenía una participación política activa, pero al igual que otros jóvenes de esa época se sintió afectado por el terror de la represión. “Esto es muy interesante, es una cosa que cuentan algunos varones de aquella época, que tenían que andar con el documento de identidad en el bolsillo del pantalón porque en cualquier momento te lo podían pedir en la calle y si no lo tenias, te llevaban”, recrea Dalonso y sostiene que, en ese ambiente de opresión, Martino encontró en el futbol un espacio de libertad y de contención.
El Tata, como persona
Hijo de una madre docente y de un padre metalúrgico, Gerardo Martino fue a la escuela Dante Alighieri. Allí forjó un compañerismo inquebrantable con Fito Páez, el periodista Carlos Del Frade, el político “Cacho” Parlante y el gremialista Gustavo Méndez, entre otros.
Dalonso cuenta que era un buen alumno, destacado sobre todo a la hora de gimnasia y en encuentros futbolísticos donde sus rivales “lo sufrían”. Sacando provecho de su habilidad, participó en el torneo interno del Club Provincial junto a sus amigos del barrio, quienes recuerdan al “Tata” llegando sobre la hora para el partido. A pesar de su impuntualidad sus compañeros lo querían tener en el equipo siempre, porque era de los más habilidosos. En una oportunidad –cuenta Dalonso– su padre lo retiró en medio de un partido para “protegerlo”, ya que jugaba con adultos que lo podían lastimar. Según el autor, eso es el reflejo de otra época en la que los padres tenían otra visión del fútbol como deporte. Esa misma época, el fútbol de Rosario tiene el sello de personalidades como Jorge Griffa, quien, según cuentan sus alumnos, ayudaba “a formar profesionales”.
En sus comienzos, Martino tuvo la posibilidad de llegar de muy joven a Primera, pero allí fue “un muchacho más” en un equipo con figuras como Américo “el Tolo” Gallego y “el Gringo” Norberto Scoponi. “El Tata” empezó como suplente del primero en el mediocampo, y ganándose la confianza de su entrenador supo ocupar un lugar en el equipo titular tras el pase de Gallego a River Plate.
Con el paso del tiempo y la salida de jugadores referentes del club, se afianzó como líder del equipo. Su compañero Gustavo “Carozo” Raggio, cuenta que no era un líder autoritario, sino que ayudaba a los mas jóvenes, como alguna vez lo hizo con él. En su relato, marca que previo a su debut, más precisamente en la concentración, “El Tata” lo hizo sentirse parte integral del equipo para que tenga más confianza en el grupo y en sí mismo, cuenta Dalonso en su libro delineando la personalidad de Martino.
Ya fuera del campo de juego, como entrenador comenzó dirigiendo en el ascenso a Almirante Brown, luego a Platense e Instituto de Córdoba, pero sin cosechar buenos resultados. Probó suerte después en el fútbol de Paraguay, donde dirigió a Libertad y Cerro Porteño, y todo cambió: logró muchos títulos en territorio guaraní. Regresó al país para dirigir a Colón de Santa Fe, donde su paso fue corto y retornó a Libertad.
Después de su buen desempeño en ese país, lo citaron para entrenar el seleccionado paraguayo. Al clasificarlos para el Mundial de Sudáfrica, El Tata consolidó su oficio por el buen desempeño del equipo. Después de su experiencia mundialista, y por el pedido de todos los hinchas, decide regresar al club de sus amores, pero esta vez como DT. El equipo enamoró al público con su juego logrando el campeonato después de una sequia de nueve años. De todo este recorrido, Dalonso subraya que Martino supo transmitir a sus jugadores los ideales de “no desesperarse por el resultado” y de “tener confianza en sí mismos”.