Luis Herrera fue dos veces presidente y tesorero del Rofex (mercado de futuros de commodities, monedas y activos financieros más importante de la Argentina), cabeza de la agencia de bolsa de su suegro Paulino Fernández Soljan y titular de una mesa de dinero que pagó por años las tasas más altas del mercado. Este martes, como corolario de una causa que acumula unas 60 denuncias penales por estafas, fue detenido junto a sus dos hijos en su vivienda de la zona norte de Rosario, frente al Hospital Alberdi. Hubo otro procedimiento en la casa de fin de semana de Timbúes, a donde había fijado domicilio legal tras complicarse su situación legal.
El pedido de detención fue cursado por el fiscal de la Unidad de Delitos Económicos y Complejos del Ministerio Público de la Acusación (MPA) Miguel Moreno y llevado a cabo, junto con varios allanamientos a domicilios particulares y comerciales, llevados a cabo por el personal de la División Inteligencia de la Agencia de Investigación Criminal (AIC).
“Los delitos que buscamos imputarle a Herrera son el de estafa, administración fraudulenta, lavado de activos y asociación ilícita”, adelantó el fiscal Moreno. El financista oestentaba una trayectoria de 30 años en el rubro, pero a fines del año pasado su imperio se desmoronó.
El principio del fin arrancó un poco antes, en octubre, cuando no depositó un agujero de 800 mil dólares en las cuentas de Fernández Soljan. La Comisión Nacional de Valores (CNV) suspendió el 17 de septiembre a la sociedad de bolsa. Y, en paralelo, el Mercado de Futuros Matba Rofex desplazó al financista del cargo de tesorero que ocupaba entonces.
Herrera carga con unas 60 denuncias de ahorristas por la no devolución de sus inversiones. Esa deuda “en blanco” suma unos 11 millones de dólares. Pero, además, hay otra serie de reclamos penales y civiles por su mesa de dinero en la que captaba dólares blue de un amplio abanico de ahorristas –desde empresarios agropecuarios a pequeños depositantes– bajo la promesa de altos rendimientos como fruto de triangulaciones en el Mercado de Chicago. Aunque no hay contabilidad sobre esas operaciones oscuras, la estimación del fraude total se acerca sin embargo a los 30 millones del billete verde.
La detención de Herrera no es una sorpresa. De hecho, el financista la tenía en sus cálculos y por eso cambió su domicilio legal de la zona norte a Timbúes, en una quinta de fin de semana, especulando que allí sería más agradable una eventual prisión domiciliaria. La audiencia imputativa al otrora campeón de las finanzas locales no tiene fech fijada, pero una posibilidad, deslizó el fiscal Moreno, es que sea este jueves.
Acosado por los ahorristas, y sin poder darles el dinero que pretendían retirar, Herrera presentó la convocatoria de acreedores de Fernández Soljan en diciembre pasado. Allí asumió acreencias impagas de la sociedad de bolsa, de un crédito en Transatlántica y de 36 ahorristas por un total de 11 millones de dólares. No tuvo éxito, porque el juez de primera Marcelo Quiroga rechazó el pedido. Tras una apelación, el tribunal de alzada compuesto por los jueces Pablo Cifré, Ivan Kvasina y Ariel Ariza falló en el mismo sentido.
A Herrera le quedó sondear un acuerdo privado con sus acreedores, una estrategia también fallida a la par que se incorporaban más denuncias en su contra. Suspendido en sus actividades, embargado e inmovilizadas sus cuentas, no pudo devolver el dinero ni tampoco explicar con credibilidad las razones de su insolvencia.
La Justicia no encontró, en allanamientos anteriores a la detención de Herrera, rastros de las operaciones de su mesa de dinero, en la que prometía rendimientos inéditos de entre el 7 y el 12 por ciento anual en dólares con inversiones en el Mercado de Futuros de Chicago, intereses que de hecho pagaba. Lo que no pudo hacer, es devolver el capital que le confiaron los ahorristas cuando quisieron retirarlo, al principio unos pocos y luego un tendal cuando se hizo pública la debilidad económica de ese negocio. Una sospecha es que se trataba de un esquema Ponzi: las altas tasas provenían del dinero de nuevos clientes, un flujo que cuando se corta desnuda el fraude por insostenible.
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