La organización Taller Ecologista informó ayer que pinturas vendidas en Argentina para uso hogareño contienen plomo –sustancia tóxica– en niveles elevados. El dato surgió a partir del Informe Internacional sobre Plomo en Pinturas realizado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). El envenenamiento por plomo –contaminando el polvo, el piso de una casa– daña el desarrollo mental y disminuye el coeficiente intelectual de los niños. Las muestras utilizadas por Taller Ecologista para participar del informe internacional fueron adquiridas en Rosario y sus alrededores.
La advertencia sobre el envenenamiento por plomo surge a partir de una investigación realizada por Taller Ecologista, que se repitió en nueve países más, Chile, Uruguay, Ghana, Azerbaijan y Costa de Marfil, entre ellos. La organización compró 30 latas de pinturas de esmalte sintético de doce marcas en ferreterías y pinturerías de Rosario y gran Rosario. Algunas pinturas que fueron testeadas en el Laboratorio de Salud Ocupacional de Wisconsin, Estados Unidos, no cumplen con la resolución 7/2009 del Ministerio de la Salud de la Nación, que establece que las pinturas, lacas y barnices no pueden contener más de 0,06 gramos de plomo por cien gramos (0,06%) de masa no volátil. O sea: lo permitido son 600 partes por millón, que aún así, no significa que no sea dañino para la salud. Siete de las treinta pinturas analizadas tenían un contenido en plomo mayor a 600 partes por millón. Seis de esas siete muestras exceden las diez mil partes por millón, con tres muestras que están sobre los cien mil.
El plomo en la pintura es un problema. Partiendo de la base de la cotidianidad que esto implica. Cualquiera puede pintar, cualquiera puede comprar pintura. Las superficies pintadas se deterioran con el tiempo. Si hay plomo en la pintura, luego se contamina el polvo y el suelo de la casa. Y este químico es sumamente peligroso para los niños. Según la Organización Mundial de la Salud la exposición de la infancia al plomo contribuye a una cifra aproximada de 600.000 nuevos casos anuales de discapacidad intelectual. Tanto la OMS como otras agencias de salud han llegado a la conclusión de que no existe un nivel aceptable de exposición al plomo para los niños.
“Queda demostrado que hay que salir a hacer controles. Son pinturas que compra todo el mundo en pinturerías y ferreterías. Además, existe una normativa (por la resolución 7/2009) que entró en vigencia en 2010 y debería cumplirse”, explicó Cecilia Bianco, coordinadora del área de tóxicos del Taller Ecologista. Bianco hizo hincapié en que prácticamente todos los tarros de pintura carecen de fecha de envasado, para constatar si fueron sellados antes o después de la fecha y por ende saber si se compra o no pintura con altos niveles de plomo. “Sólo un tarro de los treinta que compramos tenía una etiqueta que decía que estaba libre de plomo. Se puede pensar que es lógico que no exista la etiqueta por las normativas vigentes, pero vistos los resultados, creemos que es fundamental que las empresas lo señalen”.
Para Bianco, una investigación de este tipo es un indicador para las empresas, una forma de avisarles que desde todo el mundo se está atento a este tema. “Para una empresa, usar plomo ahora significa un dolor de cabeza. De este informe para atrás, puede haber sido un tema de costos, de stock de materias primas con plomo. Sin embargo, ya hemos investigado sobre alternativas en el mercado y no altera las ganancias de una empresa. Están dadas todas las condiciones para dejar de producir pinturas nocivas para la salud”.
