Nahuel Alejandro Cantero tenía 20 años, era nieto de Ariel “Viejo” Cantero y sobrino de Guille Cantero, actual líder de la banda Los Monos. Su madre, Elisabet Cantero, estaba presa por una causa de violencia infantil cuando en 2016 terminó muerta tras un episodio que se produjo intramuros.
El joven habitaba en bulevar Avellaneda al 4500, en cercanías de la zona conocida como Vía Honda, un histórico sector donde tiene domicilio su abuelo y recientemente fue epicentro de varios crímenes tras la detención de éste y su pareja Bibiana Montero. A los dos, los acusan de liderar una banda delictiva integrada por una veintena de personas. La Fiscalía contó que no sólo manejaban el narcomenudeo en ese territorio de la zona sudoeste, sino de que dieran su visto bueno dependía la comisión de diversos delitos. Además, eran quienes resolvían las “controversias“ entre los grupos que se manejaban fuera de la ley. Sus negocios estaban diversificados: apuestas en riña de gallos, cinchadas y alquiler trucho de terrenos fiscales.
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Nahuel, nieto de El Viejo y sobrino del asesinado Claudio “Pájaro” Cantero, cayó malherido en los primeros minutos de ayer en una vivienda de pasaje 2142 al 6900, de barrio Tío Rolo, también en zona sudoeste pero a unas 30 cuadras al sur de donde figuraba su domicilio de Avellaneda al 4500. Lo que se supo por voceros policiales fue que el atacante llamó a la puerta y cuando Nahuel atendió, le disparó. Tres balazos hicieron blanco en el cuerpo de la víctima: en tórax, una pierna y un brazo. La llevaron al Roque Saénz Peña y en la guardia informaron que estaba fallecido.
Tres disparos certeros terminaron con la vida de un joven de 20 años en el barrio Tío Rolo
Elisabeth, la madre
Elisabeth Cantero tenía 34 años cuando fue detenida el 26 de diciembre de 2015 en su casa ubicada en calle Melian al 6100, de barrio 17 de Agosto. Hasta allí había llegado personal policial tras el aviso de que una mujer golpeaba a sus hijas de 11 meses y 3 años. La detuvieron. El informe médico que emitieron los profesionales del Hospital Víctor J. Vilela fue “síndrome del niño maltratado e intoxicación por drogas”. Luego de la intervención de la Secretaría de la Niñez, las pequeñas volvieran con sus padres biológicos.
El 17 de enero de 2016, en la Unidad Penitenciaria Nº 5, entonces ubicada en la planta alta de la comisaría 8ª de Ingeniero Thedy al 300, en zona norte, Elisabeth tuvo un incidente con el bebé de otra de las internas y terminó hospitalizada. Falleció poco después. Las circunstancias de su muerte fueron confusas: las compañeras del penal dijeron que la habían abordado para que soltara al pequeño, al que había tomado pero que no le habían pegado. Informes médicos mencionaron golpes y adicciones de vieja data. Sus abogados defensores cargaron la responsabilidad en las penitenciarias.
El límite entre la Vía Honda y Triángulo y Moderno cercado por búnkers, balas y muerte
A la madre de Nahuel le habían imputado los delitos de lesiones leves agravadas por el vínculo y amenazas, ya que durante la intervención policial en la vivienda donde los uniformados concurrieron tras la denuncia hubo una reticencia de su parte e intentó sacarse las esposas, según fuentes de la fuerza.
En la segunda audiencia, porque la primera debió suspenderse ya que la mujer no estaba en condiciones de salud para afrontarla, dijo: “Mi nena se estaba ahogando con una pastilla que le saqué de la boca y ella vomitó. Como me la querían sacar yo la tironeaba. Me llevaron al destacamento, me esposaron, me hicieron arrodillar y me pegaron”. Además, la mujer admitió que sufría de consumo problemático de drogas.
La defensa habló entonces de un accionar abusivo de los uniformados y lo que implicaba ya en ese entonces el apellido Cantero, y pidió la libertad con restricciones con la propuesta de una fianza. Pero el juez dispuso su arresto preventivo por 60 días.
Así terminó en la cárcel de mujeres, donde 22 días después, recibió golpes en un pabellón común de los que no pudo recuperarse y murió en el hospital.
Tras el hecho, trascendió un audio de internas sobre lo ocurrido aquel domingo. Contaron que Cantero estaba en una celda de resguardo y pasadas las 19, las penitenciarias la bajaron para que buscara la cena, pasó por el patio donde estaba el resto de las internas y comenzó a agredir verbalmente a algunas. Fue rodeada por personal del Servicio Penitenciario y se tiró al piso. Ante ello, una interna se acercó con su beba en brazos a pedir que la dejaran porque se iba a asustar ya que la mujer deliraba.
En ese momento, tomó del cuello a la criatura que la mujer tenía en brazos, por lo que algunas internas intentaron rescatarla mientras Cantero tiraba manotones y rasguños con la otra mano, según los dichos del audio difundido.
Las mujeres sostuvieron que intervino el Servicio Penitenciario y todas fueron recluidas. Dijeron que en ningún momento la golpearon, que sólo forcejearon para sacarle la beba y después Cantero se quedó con las penitenciarias. Agregaron que hasta ese momento la mujer no tenía golpes y no se había caído al piso. Luego se enteraron por una empleada que había sido trasladada a un hospital y que había 14 penitenciarias golpeadas.
El entonces secretario de Seguridad, Omar Pereyra, refirió que al ingresar una interna a un penal se le hace un interrogatorio para conocer si tiene alguna diferencia con otras reclusas y cantero lo negó. Añadió que le ofreció estar en resguardo o en un sector limitado, alternativa que la mujer rechazó. “Prefirió tener acceso a los espacios comunes y fue en uno de estos sectores donde se produjo el incidente”, contó.
Cuatro días después, balearon profusamente la casa de una de las internas presuntamente vinculada al episodio –la madre de la beba–, en la zona oeste.
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