Desde 2019 la violencia territorial en San Lorenzo escaló a niveles inusitados. La principal ciudad del Cordón Industrial ocupó gran parte de la crónica policial a base de homicidios y balaceras que daban cuenta del alto de fuego de los supuestos grupos en pugna. Un equipo de fiscales e investigadores hizo pie en el territorio y se propuso desentrañar el fenómeno. A partir de escuchas, entrevistas e informes llegaron a Brandon Gabriel “Gordo” Bay, un recluso de 25 años que está en el penal de Coronda, condenado por integrar la banda Los Gorditos de barrio Tiro Suizo de Rosario.
La investigación de la Agencia de Criminalidad Organizada y Delitos Complejos determinó que una gavilla liderada por Brandon se propuso copar la venta de drogas al menudeo en San Lorenzo y sembrar el caos entre los históricos transeros locales –cuya plaza de venta gozaba de un tenso equilibrio– para desplazarlos con sangre y fuego y así montar su negocio.
“La consigna era tirar permanentemente. Usar la violencia que traían a San Lorenzo, importar esa violencia contra los grupos que no les respondían”, describió en junio el fiscal Matías Edery, una de las cabezas de la investigación, cuando una decena de integrantes de los rosarinos fueron imputados por asociación ilícita y dos crímenes. Pero si algo había quedado claro entonces era que semejante estructura no podía funcionar sin connivencia policial. Por entonces, ya dos policías de la Unidad Regional XVII ya habían quedado bajo la mira. Y este martes fue el turno de Lucas Gonzalo Romero, un suboficial del Comando Radioeléctrico, primo de Brandon: lo acusaron de proveer drogas y armas, brindar cobertura e incluso filtrar información, en el marco de una asociación ilícita cuya actividad está fechada entre agosto de 2019 y junio de este año.
Romero, de 27 años, fue detenido el viernes pasado en Cochabamba y Alsina por el personal de la Agencia de Control Policial (ex Asuntos Internos) mientras conducía un patrullero. Este martes, el suboficial escuchó la acusación en su contra por videoconferencia en el marco de una audiencia que tuvo lugar en los Tribunales de San Lorenzo. “Los miembros de la organización contaron con la connivencia de personas que se desempeñan en la Gendarmería Nacional y de la Policía de Santa Fe. Usted es uno de ellos. Como integrante de esa asociación ilícita usted prestó colaboración para facilitar la comisión de delitos, omitiendo cumplir con sus obligaciones en función de los deberes de persecución e investigación que como funcionario policial le caben”, le sindicó la Fiscalía al policía.
En la audiencia, los fiscales expusieron las numerosas comunicaciones entre los primos, extraídas de teléfonos secuestrados. Brandon tenía agendado a Romero como “Lucas Primo” y las comunicaciones eran frecuentes. En uno de los intercambios de mensajes, del 30 de mayo, el tema central es un costillar: para la investigación, un código entre el Gordo Brandon y su primo para referirse a la gestión de compra de medio kilo de cocaína.
—Tengo la onda con un poco, Gordo, para empezar a meter costillar medio barato y blando, bueno. Ahora tengo medio para sacar.
—A Cuánto.
—220, después en la semana me van a pasar más. El precio de la costilla esta te la dejo así para sacármela de encima, porque ya saque otra viste, porque no quiero tanto encima, por eso te lo dije, boludo, te dije ese precio, que te iba a decir. Yo sé cuánto están pagando el kilo de costillar que yo te digo, pero ese precio que ustedes lo pagan yo te lo voy a dejar una moneda más barata, entendés, y buena buena, porque yo ya la probé, es buena boludo, por eso te digo, fijate si conseguís boludo, así me saco esto de encima.
Un dato que al descubierto es que el policía Romero pertenece a una familia de uniformados. Su padre es integrante de la Agencia de Investigación Criminal (ex PDI), e incluso su pareja es una suboficial con funciones en la Unidad Regional IV de Casilda. Ese árbol genealógico fue detallado en la audiencia como parte de la evidencia contra Romero hijo, quien es sobrino a su vez del barrabrava de Newell’s Diego Bay, considerado integrante de la organización y una especie de consultor por su trayectoria en el hampa, detalla la investigación.
La acusación remarcó que Romero “usó recursos materiales del Estado con el fin de cometer delitos y omitió todas las obligaciones que tenía como personal policial” y que “el imputado de manera habitual le hacía entrega de municiones balísticas y armas de fuego a miembros de la organización a pedido de Brandon”.
Imputaron por una balacera fatal a una integrante de la banda de Brandon Bay
Al término de la audiencia y tras escuchar a las partes, el juez de San Lorenzo Juan José Tatau dictó prisión preventiva efectiva por el plazo de ley para Romero, por el delito de integrar una asociación ilícita, incumplimiento de deberes de funcionario público y omisión de promover la persecución y represión de delincuentes”.
Brandon Bay está preso en la cárcel de Coronda purgando una condena a 10 años y 6 meses como jefe de una asociación ilícita: la banda Los Gorditos, que supo sembrar el terror en barrio Tiro Suizo, Villa Flammarión y Fuerte Apache desde mediados de 2016 y en sucesivos allanamientos e imputaciones se consideró desbaratada, con varios de sus miembros presos mediante juicios abreviados por homicidios y balaceras. Su nombre apareció otra vez este año en San Lorenzo, donde fue imputado junto a otras diez personas en junio pasado.
El 9 de junio también fueron acusados dos policías de la comisaría 7ª por aportar cobertura a esta gavilla. Se trata del comisario de la seccional, Raúl Omar Alberto Fleitas y su sumariante, Marcelo Álvarez, ambos ya imputados.
Cae otra integrante de una banda rosarina que sembró terror en San Lorenzo
Según la investigación del equipo de Fiscales, además de cobertura policial por parte de efectivos de la provincia, también existe sospecha –a partir de escuchas– de que la banda le compraba la voluntad de un efectivo de Gendarmería. Un capítulo de la saga criminal que aún resta develarse.
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