Una mano pasaba a la otra las bolsas con alimentos y ropa a través de la cadena humana que se había formado desde el primer piso a la planta baja de la Escuela N° 433, “Manuel Belgrano”. Todo un símbolo. “La chupina solidaria es para que no estemos en la calle haciendo lío y también para poder ayudar a la gente de la calle, para quien lo necesita”, explican un par de alumnas de 5° año. Son de la 4ª división de la institución, pero esta vez no hay diferencias entre turnos ni cursos: todo los estudiantes del colegio este año –y por cuarta vez– volvieron a protagonizar la tradicional “chupina” pero trocando el faltazo generalizado por una actividad solidaria. Esta vez será para el refugio Sol de Noche.
“Hace cuatro años, el director Marcelo Lai tuvo la idea. En ese momento, Jorge Gori y yo (Adriana Di Nardo) éramos vicedirectores y pensamos junto a él que había que cambiar la tradición de la chupina porque los jóvenes terminaban cometiendo algún desborde en las plazas o en el Monumento. Entonces ese año la realizamos por primera vez esto y tuvimos una respuesta maravillosa. Ese año llevamos lo recaudado al Hospital de Niños y al Asilo de Ancianos”, le explica la directora de la escuela a los propios estudiantes de quinto año quien ahora dirigió la actividad con los vicedirectores Gori y Hugo Fernández, además de todo el cuerpo docente, de colaboradores de la educación y todo el estudiantado.
“Llevamos eso, visitamos a esas instituciones y fue muy lindo ese encuentro. Actualmente ya está institucionalizado, porque llega este momento y uno a otro se van diciendo: «Mirá que tenemos chupina solidaria», y se van convocando unos a otros, estudiantes, asistentes escolares, docentes y autoridades de la escuela”, relata la titular del establecimiento educativo.
Este año, los materiales que se junten serán entregados al refugio Sol de Noche. “Fue una cuestión casual. El año pasado vinieron los Bomberos Voluntarios y comentaron que la gente de Sol de Noche necesita mucho. Cuando conocimos a los jóvenes que trabajan en el refugio la verdad es que nos conmovió, porque dejan sus trabajos, dejan sus momentos de descanso para ayudar a otros. Realmente hay tanta necesidad en gente que perdió a sus seres queridos, gente que está sin techo. Este grupo de jóvenes rosarinos talentosos junta recursos para cuando llega la época del frío y dan comida y cobijo a la gente que está en situación de calle. Allí duermen calentitos, limpios y con un plato de comida. En esta escuela pensamos que era buena idea ayudar a quienes ayudan”, comentó Adriana al ser interrogada por los estudiantes de quinto que colaboraron en la entrevista de El Ciudadano.
“Este año, la escuela cumple 80 años y vamos a hacer una jornada de reflexión para que los jóvenes definan qué es lo que está pasando, debatan por qué hay una brecha generacional en la cual no nos encontramos jóvenes y adultos. También, vamos a indagar en por qué esta ciudad está viviendo una crisis social”, anticipó la directiva sobre una jornada que se realizará durante mayo y que intentará también vislumbrar el rol de la educación en la sociedad.
Mientras tanto, los chicos piensan que es una acción “recopada” porque ven de manera positiva ir a la escuela y poder ayudar, a la vez que “se hacen la chupina”, como se dice.
Al mismo tiempo, quisieron destacar que no se trata de una simple filantropía, de dar desde arriba hacia abajo, sino de tender una mano a quien la necesita. Y también de que los jóvenes “tengan un objetivo”, enfatizaron los propios estudiantes.
“En ese momento, hace cuatro años, pensamos que teníamos que buscarle una alternativa a la famosa chupina. Veíamos que los chicos salían a la calle a romper, a pelearse entre ellos y a pintar paredes, sin ninguna causa”, recordó Lai, pionero de la idea.
“A mí me sorprendió en otra escuela que los chicos me pregunten cuál es el significado de la palabra «rebelde». Eso quiere decir que hacen cosas sin tener muy en cuenta el motivo”, aclaró un docente de la institución. “Me gustaría que fueran rebeldes al egoísmo, al individualismo”, agregó el profesor de “La Belgrano”.
Más tarde, una vez que se acomodaron los alimentos, la vestimenta y otros artículos recolectados, estudiantes y docentes compartieron mate, charla y juegos. Y no sólo hablaron de rebeldía, sino del significado de la palabra “solidaridad”.