Investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba) evalúan cómo disminuir los gases de efecto invernadero que genera la ganadería a partir de modificaciones en la dieta de los rumiantes, que son los principales animales emisores de metano, un gas que tiene un poder de calentamiento global 25 veces mayor al dióxido de carbono.
Según el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), la Argentina ocupa el puesto 33 en el ranking mundial de países emisores de gases de efecto invernadero, y el sector agropecuario contribuiría con 44 por ciento de esas emisiones, de las cuales 23 por ciento provienen de la ganadería.
“Estudiamos las diferencias que la ingestión de plantas forrajeras tendrían sobre la producción de metano, generado por microorganismos presentes en el rumen de bovinos y ovinos. Estos animales son responsables del 75 por ciento de las 80 millones de toneladas de metano que genera por año la ganadería en el mundo”, explicó Gustavo Jaurena, docente de la cátedra de Nutrición y Alimentación Animal de la Fauba.
“Estamos evaluando los mecanismos subyacentes del fenómeno para derivar posibles estrategias de alimentación, modificando la composición de las dietas, utilizando aditivos o incluso variando la composición de la planta por técnicas de biotecnología”, agregó.
Las investigaciones comenzaron hace cuatro años y son dirigidas por el grupo de Nutrición de Rumiantes de la Fauba.
“Trabajamos con ovejas como modelo animal, a partir de las cuales obtenemos los microorganismos ruminales para efectuar estudios de digestión in vitro”, dijo Juan Manuel Cantet, investigador de Fauba y becario del Conicet, quien lleva adelante su tesis doctoral sobre este tema.
Los estudios de la Fauba ya arrojaron algunas conclusiones.
Al respecto, el investigador explicó que los sistemas ganaderos basados en alimentación pastoril producen más metano por animal que los sistemas de alimentación intensivos con granos.
“Si bien uno de los mecanismos para reducir el gas es agregar granos a la ración, en muchos lugares ésta no es la mejor solución, por cuestiones económicas y sociales”.
Por esa razón, se propone mejorar la calidad y eficiencia en el uso del forraje, como estrategia para reducir las emisiones de gas metano.
Por ejemplo, Cantet detalló que existen ciertos compuestos secundarios de los forrajes tropicales (también llamados megatérmicos) que naturalmente actúan como mecanismos de defensa de la planta y evitan su depredación por herbívoros, pero que suministrados en pequeñas dosis pueden disminuir el metano producido en la fermentación, sin alterar el consumo ni la digestibilidad.
Esta afirmación es el resultado de las investigaciones que realiza desde la Fauba, para analizar el impacto del agregado de estos compuestos secundarios aislados (taninos, saponinas y aceites esenciales) a dietas basadas en forrajeras tropicales sobre la productividad animal y la emisión de gases con efecto invernadero.
Las evaluaciones de la Fauba permitirán aumentar la exactitud de las mediciones de gases de efecto invernadero de la Argentina y precisar mejor la magnitud de los inventarios.
“En los próximos años, el objetivo es trabajar en conjunto entre la Fauba, instituciones tecnológicas como el Inta y Aacrea y otras gubernamentales como el Ministerio de Agricultura de la Nación para elaborar un inventario de emisiones de gases de efecto invernadero derivados de la ganadería argentina”, dijo Darío Colombatto, docente de la cátedra de Bovinos de Carne de la Fauba e investigador del Conicet.
“Una vez que conozcamos en detalle qué emisiones de gases de efecto invernadero genera la ganadería, los trabajos continúan: en el caso del metano, hay formas de mitigar esas emisiones para que, por un lado, tengamos un efecto favorable sobre el medio ambiente y, por el otro, podamos aumentar la eficiencia productiva de los rodeos y obtener más litros de leche o kilos de carne por unidad de gas generado”, agregó.
Por último, Colombatto advirtió que las emisiones de gases de efecto invernadero deben ser vistas como parte de un sistema: “Podemos tratar de minimizar las emisiones de metano a través de ciertas estrategias, pero al mismo tiempo podríamos estar aumentando las emisiones de óxido nitroso (un gas que es 300 veces más potente que el CO2), con lo cual el balance puede ser neutro o negativo en términos de emisiones totales”.
“Por eso es importante abordar el tema desde un enfoque sistémico, que también incluye las emisiones de la agricultura, el impacto sobre la biodiversidad, el uso de la tierra y el aporte de los químicos al sistema, entre otros aspectos”, finalizó.