Sociedad

Desafiar estereotipos

Gordofobia y Bullying: “Se soluciona hablando mamá”


Por Romina Sarti*

 

En una sociedad obsesionada con los estándares de belleza y la delgadez, los miedos e inseguridades relacionados con el peso y la apariencia física pueden generar fantasmas desgarradores, inusuales, delirantes. Frente a situaciones traumáticas vinculadas a ser objeto permanente de burla y opinión, quienes tenemos corporalidades gordas, vamos generando corazas para resistir esa mirada prejuiciosa, que muchas veces también es la propia. Sin embargo, de los miedos no se escapa tan fácilmente (al menos en el plano consciente). Estos pueden hacernos prisioneros de una maraña invisible de condicionantes, traumas y limitaciones. Indudablemente nuestras experiencias pasadas, nuestras creencias y cultura, pueden influir y alimentar temores, en apariencia, inexplicables.

En este contexto comienza nuestra historia. Era martes al mediodía, ya era hora que pasara el transporte escolar. Jugábamos con hija en la puerta de casa al chin chin mamerri, un pasatiempo de manos de mi infancia. Vemos que llega la traffic, nos despedimos con un beso e hija cruza para subirse. En ese trayecto, veo que un nene asoma la cabeza por la ventana del transporte y me dice ¡gorda!, se ríe y cierra la ventana. Ahí nomás, así de la nada, me comí un KnockOut de un pibe de 6 años.

De mi lista de miedos que emergieron durante el embarazo, pocos fueron quedando. Pero había uno, en teoría superado, que se reinstalo con total vigencia. Como madre gorda temía que mi hija sufriera acoso escolar o discriminación debido a mi apariencia, y la sola idea que le pasara algo por mi aspecto me perseguía hasta angustiarme (a veces me sigue sucediendo). De hecho, en épocas en donde no cuestionaba la industria de la dieta ni la gordofobia, buscaba motivación en ese miedo para restringirme alimentariamente. Lógico, no sólo no funcionó, sino que los resultados insostenibles me frustraron mucho más.  Que tu hija o hijo sufra bullying por tu propia forma corporal es muy doloroso, y si estamos atravesados por una mirada gordofóbica, el primer pensamiento que emerge es: ¡es tu culpa, adelgazá, fíjate como no le hacen más burla!

Esta situación me llevó a replantearme varias situaciones: ¿Cómo lidiar con las miradas de los y las compañeritos/as de hija respecto a mi corporalidad?, ¿Le harán bullying?, ¿Se sentirá avergonzada de mí? ¿Cómo va a procesar que su mamá no es como las otras mamás?

Esa tarde hija volvió de la escuela e iniciamos nuestra charla-ritual, en donde conversamos sobre cómo había sido su día, qué aprendió y demás. Comenzó sin prolegómenos:

—¿Viste mama lo que te dijo ese nene?, el del transporte, ese que te dijo gorda

—Sí, ¿qué pasa con eso?

—Me hizo sentir mal, no quiero que insulten a mi familia

—¿Por qué pensaste que era un insulto? –

—Porque la mayoría de la gente lo usa como un insulto. Yo sé que no es un insulto y sólo es una forma del cuerpo, pero me molestó.

—¿y cómo sacamos esa molestia hija? 

—Hablando ma

La exposición constante a mensajes y representaciones negativas de personas gordas en la vida diaria, en las redes, en los medios, entre otras, generan opiniones infundadas que dañan, estigmatizan y perpetúan una visión sesgada y perjudicial sobre las personas. Es fundamental desafiar los estereotipos y promover una cultura de aceptación y respeto hacia todas las formas de cuerpo. El miedo de una madre gorda a que su hija sea víctima de bullying debido a su apariencia física, refleja las profundas grietas y desigualdades existentes en nuestra sociedad. Es un recordatorio de que aún queda mucho trabajo por hacer para erradicar los prejuicios basados en el aspecto físico. ¿Cómo empezamos a desbaratar esta maraña tan dañina?, como dice hija, hablando.

 

 

*Licenciada en Ciencia Política (UNR), gorda, aprendiz permanente, estudiante de las diversidades en todos sus niveles, docente de Problemáticas de la Discapacidad, Sociología de la Discapacidad, y de Metodologías en la UGR, trabajadora en la Secretaría de DD.HH. de la UNR. Columna de opinión “Cuerpas mutantes”. IG: romina.sarti

 

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