Espectáculos

Crítica escénicas

Las ideas y conceptos de un gran maestro del teatro argentino encarnados en un bufón trágico

La imperdible “Ure. Un provocador entrañable”, con la actuación de Cristian Marchesi, bajo la dirección de Rody Bertol y Guillermo Calluso, que repasa el pensamiento y los escritos del recordado Alberto Ure, se presenta los domingos en La Orilla Infinita


Los encuentros, los cruces de ideas y opiniones, los aprendizajes compartidos, las charlas encendidas entre el creador del grupo de trabajo local Rosario Imagina, Rody Bertol, y Alberto Ure (Buenos Aires, 1940-2017), comenzaron a profundizarse en los primeros años 90, cuando el maestro porteño vino a Rosario a una bienal que dio nombre al grupo. Ure, que por primera vez venía a hablar a la ciudad, participó de un panel central de aquella bienal, donde también estaban Nicolás Rosa, Juan Ritvo, Horacio González y Tomás Abraham. En un momento, y de forma inocultable, Ure se mostró algo molesto por la extensión de la charla y Bertol lo invitó a tomar una cerveza a un bar cercano donde hablaron de sus obras y de la fundacional Edipo Rey (1991) de Rosario Imagina, con la que Ure colaboró en la traducción, viendo ensayos, aportando su singular mirada sobre el teatro y la actuación, pero sobre todo acerca de cuál es el verdadero sentido de revisar los clásicos. Así, en un mundo aún no mediado por la tecnología, nació una unión entre ambos a lo largo del tiempo y más allá de las distancias.

Alberto Ure murió el 18 de mayo de 2017 luego de algunos años de enfermedad. Acaso su legado mayor, más allá de esos encuentros, de esas charlas como las que tuvo con Bertol a lo largo del tiempo, de sus notas y análisis publicados en diversos medios, sea el imprescindible Sacate la careta (2012), la compilación de muchos de esos materiales que hizo María Moreno y prologó Cristina Banegas, otra de sus discípulas (que tiempo después publicaría el no menos valioso Ponete el antifaz, acerca de escritos, dichos y entrevistas de Alberto Ure),  que como una matriz, como una maraña de ideas, conceptos, palabras que buscan iluminar un fenómeno aún tan inexplicable y bellamente complejo como es el teatro, da sustento dramático a la imperdible obra  local Ure. Un provocador entrañable, que se presenta los domingos en La Orilla Infinita.

Se trata de una saludablemente inclasificable experiencia teatral que transcurre en dos planos de acción que por momentos son uno y donde no son visibles esas costuras, donde se fusionan fragmentos de textos que escribió el maestro y director teatral argentino con otros donde se pone en primer plano la más pura actuación, en una desafiante espiral pirandelliana, aquella que el maestro italiano plantó para las generaciones venideras cuando aseguró que llegaría el momento (quizás sea éste) donde el teatro sólo podría hablar de sí mismo, dado que pasaron dos mil años y aún, más allá de todo lo escrito, pensado y plantado, se ha dicho poco y nada.

Para que todo eso pase en escena, se necesita de un actor que esté a la altura. Se trata de Cristian Marchesi, en un regreso a la actuación que se hizo esperar demasiado, donde el maestro Bertol junto a Guillermo Calluso, ambos desde la dirección, acompañan ese viaje vertiginoso entre el dolor y la euforia, entre la nostalgia y la congoja, en un palimpsesto escénico donde las palabras, las ideas, el cuchillo filoso, la aspereza de Ure se plasman en carne viva en un Marchesi al que la madurez le juega muy a favor, donde oficia de médium entre él, su actor, y el propio Ure que incluso hasta por cierto parecido físico pareciera irrumpir en escena en algunos de los pasajes.

Lo solemne y lo profano, “La Biblia y el calefón” que convivían en Ure, el creador que llevó a los escenarios “consagrados” a los actores de la televisión; el mismo que el día del estreno de su última obra le contaba a sus actores cuál sería el próximo proyecto, porque el proceso creativo de su interés ya había terminado, es el que se perfila entre las luces y las sombras de este material que muestra, sin demasiadas pretensiones, a un hombre que pensó su época mucho más allá del teatro pero desde el teatro; un hombre que discurrió acerca del teatro, la actuación y sus complejidades, al mismo tiempo, para restarle peso e importancia, porque si algo marcó su recorrido fue la contradicción.

Esos destellos, la frase inmanente de Meyerhold que hace propia y que dice: “No puedo dirigir a un actor cuya infancia no me pueda imaginar”; esos atajos, esos recorridos adyacentes a la historia conocida son los que toma este equipo de trabajo para exorcizar a Alberto Ure, respectando una máxima del autor de La familia argentina (que el propio Bertol estrenó en Rosario hace unos años) que planteaba que “en el teatro hay que trabajar seriamente, pero nunca ponerse serios”, yendo de una lógica que abreva en los recursos de una Master Class a los del monólogo interior, donde lo bufonesco e irónico, con los mejores momentos de Marchesi, se mezclan con lo nostálgico, con algo doloroso e inconcluso en el recorrido del notable creador.

En ese sentido, inteligentemente, y lejos de ofrecer respuestas, el material apela a dejar en el espectador un puñado de preguntas acerca de qué es actuar, que es la actuación, qué es dirigir, qué es el teatro más allá de ese “sueño feliz” que puede resultar un ensayo.

La música y las luces, otros de los soportes con los que cuenta siempre Rosario Imagina, también sustentan el austero dispositivo escénico. Sucede que Ure. Un provocador entrañable es una obra que se sostiene en la actuación y en la presencia, en el estar; en ese tiempo que transcurre en un mundo que muy lejos de ser una mentira, es de una verdad incontrastable.

De este modo, Bertol y equipo exhuman el “universo Ure” con respeto y cariño pero también con la convicción de que las sombras hacen a la luz, y entonces son materia fértil el fracaso, lo doloroso, la ausencia, la música clásica, el fulgor de los boleros y el vaso de whisky (infaltable), pero sobre todo y por encima de todo, esa idea de que los actores son seres que buscan pasar inadvertidos entre la gente “normal” aunque siempre, como en este caso, terminan llamando la atención casi sin proponérselo, entre las ideas y los conceptos de un gran maestro del teatro encarnados en un bufón trágico.

Para agendar

Ure. Un provocador entrañable se presenta los domingos en La Orilla Infinita (Colón 2148), a partir de las 20.  Las reservas de entradas, al 341-6046338 o mediante www.laorillainfinita.com.ar donde se pueden comprar anticipadas de forma online.

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