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Ricardo Ceppi, el santafesino que hizo patria en el Polo Sur

A medio siglo de la llegada argentina al punto más austral del globo, un testimonio de esa experiencia.

Seis décadas atrás Ricardo Ceppi eligió posponer los festejos del matrimonio. Era mecánico y estaba a punto de concluir su carrera militar revistando en la sede del Comando del II Cuerpo del Ejército, en Rosario, de donde era Catalina, su prometida.

En su futuro inminente había casamiento y una carrera de abogado en Córdoba. Pero a un mes de dejar las filas castrenses conoció que el Ejército buscaba voluntarios para una expedición hasta el punto más austral del planeta para reafirmar la soberanía nacional en la porción que ocupa en el Continente Blanco. Intrigado, aunque sin muchas expectativas, se anotó para la patriada y fue aceptado. Poco tiempo después la base antártica que lo recibió no tenía más que una usina para dar vida a la radio y un centenar de perros de trineo. “¿Para qué querrían un mecánico?”, pensó el oriundo de Venado Tuerto.

Hoy, siendo uno de los contados seres humanos que pudieron ver el cielo desde el punto más extremo del continente, Ceppi vuelve a Rosario. Para él acá empezó la histórica expedición terrestre que llegó al Polo Sur hace 49 años. Mañana y ayudado por filmaciones que él mismo hizo durante la misión, compartirá un homenaje que la ciudad les brindará a los expedicionarios. Juntos nuevamente se reencontrarán con el mismo cielo de la Antártida del 10 de diciembre de 1965, que será proyectado mañana en la sala del Planetario del Complejo Astronómico Municipal del Parque Urquiza.

En diálogo con El Ciudadano, Ceppi adelantó su aporte a la misión y contó cómo se convirtió en el primer argentino casado en la Antártida.

Recuerdo del viaje

El veterano expedicionario se ríe del apodo que le dieron años atrás en la Antártida, cuando volvió como inspector a una base militar: “El dinosaurio polar me decían”, recuerda el suboficial primero de la Operación 90, la primera expedición terrestre argentina al Polo Sur, cumplida en 1965. Junto a otros nueve oficiales y suboficiales comandados por el entonces coronel Jorge Edgar Leal, Ricardo Bautista Ceppi integró la patrulla de asalto que tras una marcha de casi tres mil kilómetros por más de dos meses formando parte de una expedición mayor, pudo completar la última etapa de la misión encomendada: demostrar la capacidad de la Nación para accionar a lo largo de todo su territorio, incluido el Sector Antártico, y así reafirmar la soberanía ejercida desde comienzos del siglo XX en el continente austral.

Ya que estaban, señala Ceppi con algo de fastidio, se hicieron observaciones científicas y técnicas de geología, gravimetría y meteorología, entre otras, en “una tierra en donde se enseñorea una naturaleza hostil, la mas fría y tempestuosa del planeta, reacia a los hombres, perros y máquinas y donde las tormentas polares y las interferencias magnéticas anulan las comunicaciones y afectan los instrumentos volviéndolos inexactos e influyendo, por lo tanto, en la inteligente confianza que el hombre debe depositar en los mismos”, según escribió Leal, el jefe de la operación.

Menos solemne, Ceppi recuerda el frío, la noche que duró seis meses y la caminata a pie delante de los vehículos de carga para inspeccionar el camino en busca de grietas.

Su aporte

Ocho años antes de la puesta en marcha de la operación, en la base General Belgrano, a unos 1.200 kilómetros del punto más austral del mundo, Ceppi advirtió que para el viaje los tractores comunes no bastarían. El frío, algunas veces de hasta 50 grados bajo cero, amenazaba con jaquear los materiales. Con la misión de encontrar (o construir) el vehículo que resistiera, viajó a Estados Unidos y Canadá. Estuvo tres meses y recorrió veinte mil kilómetros en auto hasta que encontró el prototipo del Snow Cat, al que le efectuó sesenta reformas, la mayoría para cambiar materiales por otros que resistieran el intenso frío. Había que enfrentar “un lugar donde los lubricantes se convierten en sebo y los metales se cristalizan; donde las mejores aleaciones se quiebran al desintegrarse la materia”, resumió Leal en sus relatos de viaje.

Entre otras contribuciones a la misión, Ceppi cargó una cámara y registró el material documental que se verá mañana en el Planetario bajo el nombre “Mi compromiso con mi patria”.

El mecánico venadense también quedó en la historia como el primer argentino desposado en la Antártida. Para ello, según cuenta, gestionó un poder para que su hermano lo representara en la ceremonia de la boda con Catalina mientras él y sus compañeros cumplían la hazaña en el confín austral.

De regreso, el matrimonio continuó hasta hace tres años, cuando su esposa falleció, tras lo cual Ceppi se inscribió en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) de Venado Tuerto para convertirse en ingeniero electromecánico.

De hecho, esta semana, previo a su homenaje y con 83 años, tenía previsto rendir tres materias.

Hazaña y símbolo

Si bien se concretó en 1965, la Operación 90, nombre referido a la latitud a alcanzar, se preparó desde ocho años antes, cuando Ceppi y sus compañeros se abocaron al proyecto.

Desde principios del siglo el territorio era disputado por distintos países que habían instalado bases científicas en el suelo helado. Entre los preparativos de la misión y el viaje de Ceppi a Estados Unidos, en 1959 se firmó el Tratado Antártico que congeló (el término adecuado, si los hay, en este caso) las reclamaciones territoriales y limitó la presencia en el gélido continente a actividades científicas con fines pacíficos.

Los derechos argentinos sobre una porción de la Antártida (que en parte se superpone con pretensiones de Chile y Gran Bretaña) están basados en consideraciones históricas, geológicas, de presencia humana continuada desde 1904 y de proximidad con el territorio nacional en el extremo sur del continente americano.

De hecho, para la ley argentina, el sector sobre el que la Argentina hace reserva forma parte de la provincia de Tierra del Fuego, y cada actividad que en él se realiza contribuye a fortalecer ese derecho.

La Operación 90, como se llamó la expedición terrestre que alcanzó el Polo Sur en 1965 con Juan Bautista Ceppi entre sus integrantes, hizo historia también en ese sentido.

Del Monumento al Planetario

Para evocar la hazaña mañana a las 10, en la sala Antártida Argentina del Monumento Nacional a la Bandera se exhibirá un video y los asistentes podrán dialogar con los expedicionarios de la patrulla del Ejército Argentino que llegó al Polo Sur hace 49 años.

Luego, a las 18, el homenaje continuará en el Planetario del Complejo Astronómico Municipal, en cuyo domo se proyectará el cielo antártico tal como se ve desde el confín austral del planeta y un documental de la hazaña lograda por la Expedición 90. Al finalizar las proyecciones, el público presente podrá dialogar con quienes formaron parte de ese logro. Ambas actividades, con entrada libre y gratuita, son organizadas en conjunto por el Monumento Nacional a la Bandera y el Complejo Astronómico Municipal.

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