Espectáculos

Crítica

Un puñado de mujeres empoderadas, dispuestas a ponerle voz a todos los silencios

“Siemprevivas”, la valiosa propuesta teatral-musical que dirige Ofelia Castillo y que protagonizan las actrices y cantantes Myriam Cubelos y Alejandra Zambrini al frente de un gran equipo de músicas locales, se presenta este sábado en la sala Lavardén


Siemprevivas, con la resistencia y la espesura de esas plantas carnosas que conservan el agua para tiempos de sequía. Siemprevivas, un grupo de mujeres que evocan a otras mujeres, en el tiempo de las mujeres, y le ponen el cuerpo a través de una selección de bellas canciones que retratan a las mujeres que son, a las que fueron antes y a las que transitan el presente mientras reconstruyen todos esos imaginarios. Son todas mujeres diferentes pero todas comparten objetivos comunes: los tiempos de la cuarta ola del feminismo frente a la cual Siemprevivas se vuelve un alegato y todas, al final, son una.

A un año de su estreno, con funciones tan diversas como públicos confrontados, Siemprevivas, que sigue su camino y se presenta este sábado en la sala Lavardén, es un espectáculo rosarino que va de lo teatral a lo musical con inusual fluidez, cosido con algunos textos breves pero muy significativos que acompañan las transiciones, basado en canciones e historias que, como plantea el equipo de trabajo, “intentan rescatar la memoria de las mujeres que no han tenido voz”.

Y como de música se trata, ese recorrido lo hace desde un coda, poniendo distancia de “la calle principal” de esas otras canciones tantas veces escuchadas, para ir por “el atajo” que suponen las otras, las menos conocidas que, al mismo tiempo que se vuelve una jugada riesgosa, potencia el sentido basal del espectáculo: mostrar eso de lo que poco se sabe, de lo que poco se conoce, entre pasado y presente, del sepia al color, de la foto ajada al aroma del patio, de los delantales y los broches en la mano al espejo que, como el de Alicia, las lleva al pasado para pensar y construir el futuro.

En tiempos de empoderamientos y con un patriarcado en el tembladeral, Siemprevivas es una experiencia escénica que remeda, desde la memoria y el recuerdo y frente a los atroces femicidios, a esas otras mujeres que laten en las voces del origen, voces que juntas se vuelven un grito colectivo en medio de una marcha, en las calles, en las redes y aquí, en los escenarios. Mujeres sentadas alrededor de una mesa que miran el pasado con nostalgia pero convencidas de que el futuro les pertenece.

En esas mujeres del tiempo, de los antepasados, del campo, del pueblo, de las calles, de mate eterno y delantal de secretos, esas que parieron muchos hijos, esas mujeres de piel gruesa, curtida; esas otras que llegaron de Europa. Mujeres que fregaron la ropa de todos y tuvieron sueños, mujeres como la Dominga de la infancia pobre, la “buenita y obediente” que conoció a Domingo y se enamoraron. Mujeres que aprendieron con las hijas todo aquello que desconocían, incluso a leer y escribir, pero sobre todo a decir que no.

En Siemprevivas, las canciones gestan sentido y van de la templanza simbólica de “Las Curanderas” de Laura Murcia, que abre una serie de recorridos poéticos que luego reencuentran su camino en otras bellas composiciones como la dedicada a las mujeres del yerbal, “Tarefera” de Agustín Cassenove; para seguir con “La Esperanza”, poderosa canción de Marta Gómez, la preciosa “Del pañuelo” de Marco Kofman con su “aire de huella” o clásicos como “Así planchaba”, “Atenti Pebeta” o la siempre conmovedora “Orquesta de señoritas” de María Elena Walsh, entre más compositores de por acá y de toda Latinoamérica, más festivas o más poéticas y hasta originales, como pasa con “Triunfales”, de Sandra Corizzo.

En las estupendas Myriam Cubelos y Alejandra Zambrini, actrices que cantan, cantantes que actúan y aportan sus incuestionables presencias escénicas, el material encuentra su soporte más poderoso, acompañadas en escena por talentosas músicas también cantantes que, al mismo tiempo que aportan los coros, y abriendo el juego a lo escénico, se animan por momentos a correrse de su lugar de “comodidad”, creando sobre todo cierto estado de complicidad con eso que pasa en primer plano y a proscenio, todas de la mano y bajo la mirada atenta y creativa de Ofelia Castillo, alguien que, ante todo, es actriz, y de las mejores, pero que en el último tiempo se ha probado con éxito como directora y que ahora tendrá a su cargo, tras ganar el concurso, la dirección de Remeras negras, la próxima edición de la Comedia Municipal Norberto Campos.

De este modo, bajo la dirección de Castillo, y con la presencia de Cubelos y Zambrini, la dirección musical, piano y coros de Siemprevivas están a cargo de Cecilia Abecasis, con cuerdas y coros de Mariam Cribb, vientos y coros de Débora Abecasis, bajo, guitarra y coros de Camila Montenegro, y percusión y coros de Lucía De Croce, al tiempo que el espectáculo cuenta con la escenografía de Cristian Piero Arsanto y el diseño de iluminación de Diego Quilici. Pero quizás el dato más destacable por fuera del trabajo estrictamente desarrollado en escena sea el colorido y multifacético vestuario de Ramiro Sorrequieta, un creador que siempre pone a sus propuestas muy en diálogo con lo que acontece dramáticamente, esta vez con unas “faldas de retazos” que de un momento a otro se transforman en esos otros bellos vestidos para el baile.

Siemprevivas, con tres nominaciones a los Premios Hugo Federales, es un espectáculo en el que prevalecen la emoción y la nostalgia y un homenaje a las mujeres que de verdad cambian el mundo desde lo pequeño y por encima de todo lo demás. Es, en ciernes, un musical sin estridencias, pequeño y muy cuidado, para verlo en un patio y también en un gran escenario, donde todo revela sentido en una especie de “mashup” de la nostalgia y la memoria, pero donde lo más importante es esa vieja foto que, como una estampita, se revela sepia y medio ajada pero siempre presente porque en ella habitan los recuerdos. Sucede que Siemprevivas propone un lugar ficcional, evocativo, plagado de detalles y muy lleno de verdad, en el que las mujeres que partieron siguen vivas en éstas, hijas y nietas, ahora mujeres empoderadas dispuestas a ponerle voz a todos los silencios, porque, por suerte, hay memorias que se las ingenian para atravesar todos los olvidos.

Para agendar

Siemprevivas, bajo la dirección de Ofelia Castillo, se presenta este sábado, desde las 21, en la sala Lavardén de Sarmiento y Mendoza. Las entradas, a precios populares, se adquieren en la boletería del multiespacio provincial o bien a través del sistema https://entradaslavarden.com/detalle/-Siemprevivas-/

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