El vigésimo quinto aniversario del fallecimiento de Jorge Luis Borges resulta una oportunidad para reflexionar sobre la importancia y el peso específico de su obra, en un universo de discurso notoriamente diverso respecto al momento de su producción. Esa distancia es una de las claves de lectura de los escritores argentinos, chilenos, salvadoreños, españoles, que conversaron con Télam para este envío especial, organizado alrededor de algunos tópicos: cómo escribir en castellano “después” de Borges, y las preferencias y sus razones para esas elecciones.
La narradora chilena Diamela Eltit asegura que “si se ha escrito después de todas y cada una de las revueltas literarias, ¿cómo es esta práctica posborgiana?
Pues, “reescribiendo a Borges, por ejemplo, de otra manera. Desoyéndolo, reparándolo, discutiéndolo, en fin, algo así”, agregó.
Para destacar: “No hay texto narrativo de Borges que no sea borgiano, quiero decir: en cada uno está inscrito su singular poética del relato. Entonces, leer un texto de Borges implica ingresar en su máquina narrativa, quiero decir a su totalidad”.
El argentino Hernán Vanoli, sociólogo y autor de un extraño libro de cuentos, Varadero y Habana maravillosa y de la novela Pinamar, en cambio, dice que “después de Borges, la manera de seguir escribiendo sería no fetichizarlo. Borges fue un enorme escritor, pero funciona como moneda de cambio para distinguir entre aquellos que profesan la religión literaria y los que no”, asegura el joven, y miembro de número de la revista Crisis. Vanoli escribe, y es muy inteligente. Esa combinación no suele ser habitual. “Me interesan muchos de los procedimientos de Borges, y me aburren muchos de sus textos. La cultura ya no funciona ni siquiera como Borges lo prefiguró en sus textos más celebrados, y hay que hacerse cargo de eso”. A la hora de elegir, no duda. “Mi texto favorito es El Aleph, primero porque es uno de los más divulgados, y segundo porque creo que en ese texto, al final, de lo que habla Borges es de una fenomenología del ser zombie. “Ver el Aleph es no estar ni vivo ni muerto sino in between, que es lo que podría decirse que pasa con la cultura literaria en la contemporaneidad”, remata.
Narrador, ensayista y cineasta, Edgardo Cozarinsky, autor de Vudú urbano, La novia de Odessa, El rufián moldavo, Lejos de dónde y La tercera mañana; y director, entre otras películas, de La guerra de un solo hombre, sobre el escritor Ernst Junger en la París ocupada por los nazis.
Dice: “Escribir después de Borges no sólo es posible. Es necesario. Cómo sería lo sabrán los que lean lo que hoy escribimos dentro de medio siglo”, apunta el hacedor de un extraordinario nostálgico libro sobre las antiguas salas cinematográficas. Y agrega: “Otras inquisiciones es mi libro preferido porque tiene el chisporroteo de una inteligencia rebelde a las categorías de ensayo y ficción, de filosofía y literatura”.
Entre los latinoamericanos de la última generación, el salvadoreño Horacio Castellanos Moya, autor de El asco, El arma en el hombre, entre otros se preguntó: “¿Cómo escribir después de Borges? ¿Cómo escribir luego de Homero? ¿Cómo escribir luego de Virgilio? ¿Cómo escribir luego de Dante? ¿Cómo escribir luego de Cervantes? ¿Cómo escribir luego de Flaubert? ¿Cómo escribir luego de Joyce?”.
Y se contestó: “Pues de la misma forma que se ha venido escribiendo a lo largo de los siglos. Borges es un venturoso episodio argentino en lengua castellana en la literatura universal”, remató.