A cuatro años de haberse anunciado a Brasil como sede del Mundial de fútbol de 2014, aún se desconoce el costo real que la realización del evento le insumirá al país sudamericano, según el diario «O Estado de Sao Paulo.
Según los datos, mientras el gobierno federal estima en 37.400 millones de reales (u$s 21.618 millones) los gastos en estadios, puertos, aeropuertos y obras de transporte urbano, parala Asociación Brasileñade Infraestructura e Industrias de Base (Abdib), socia técnica dela Confederación Brasileñade Fútbol (CBF) y el Ministerio de Deportes, esa cifra rondará los 112.000 millones de reales (u$s 64.739).
La misma nebulosa empaña los presupuestos previstos para la reforma o construcción de los estadios que recibirán partidos durante el evento. Por ejemplo, el costo estimado del estadio Maracaná, posible escenario del cierre del Mundial, viene oscilando entre 705 y 1.100 millones de reales (u$s 407,5 y u$s 635,8 millones).
También la construcción del nuevo estadio de Corinthians, en Sao Paulo, podrá ver incrementado en 70 millones de reales (u$s 40,4 millones) el presupuesto inicial, estimado en 820 millones de reales (u$s 473,9 millones).
La incertidumbre ronda asimismo los plazos previstos para la conclusión de las obras proyectadas en lo relativo a transporte urbano. Por ejemplo, de los 49 proyectos planificados en esa área, sólo nueve, localizados en cuatro ciudades, están encaminados. El resto todavía se encuentra en etapa de proyecto o licitación.
La presidenta Dilma Rousseff resumió la semana pasada en una frase lo que necesita Brasil para poder llegar a honrar los compromisos asumidos de cara al megaevento deportivo: «Tenemos que ser capaces de correr contra el tiempo».
Otro temor que ocupa a políticos y entidades diversas es que las obras de ampliación y optimización de los aeropuertos internacionales no estén listas a tiempo. A ese respecto, el diputado y ex futbolista Romario, quien integrala Subcomisión Temporariadel Mundial de 2014, alertó días atrás: «Ninguna ciudad está dentro del plazo. Obras que aún no comenzaron ya deberían estar por la mitad».
Para intentar sortear las dificultades en relación a los plazos, el gobierno resolvió derivar algunas obras, como la de los aeropuertos paulistas de Viracopos y Cumbica y el de Brasilia, al sector privado.