Newell’s da pena. Esa es la sensación que queda después de cada presentación del elenco rojinegro. Se muestra como un equipo desorientado dentro y fuera de la cancha, derrumbado física y futbolísticamente, y sin ningún signo alentador para pensar que pueda mejorar de acá al final del torneo Clausura.
A esta altura los cinco partidos que restan para que llegue el tan anisado receso aparecen como un verdadero camino de espinas para un plantel que pide a gritos que culmine este calvario.
Es tan patético el estado del equipo que ya resulta temerario afirmar que pueda alcanzar los dos dígitos en la tabla, algo que conseguiría tan solo con lograr una victoria más, pero que encuentra una inevitable pregunta: ¿Cómo hace este equipo para ganar un partido?
Javier Torrente está tan desconcertado como sus jugadores. Es más, sus intentos de cambiar algo sólo generaron mayor confusión y lo obligan a replantear con más firmeza las cosas porque estos resultados desfavorables empiezan a sacarle el crédito que traía en su llegada al Parque y, de seguir por este rumbo, en el próximo torneo Apertura será poco el plafón que tenga en caso de que los resultados no lo acompañen rápidamente.
Una vez más quedó demostrado que los pibes no son la solución. Menos aún en este momento donde la camiseta pesa toneladas. Torrente se puso firme y mandó al banco a varios experimentados en busca de generar una reacción, apostando a muchos juveniles requeridos por el clamor de los hinchas, más allá de que apenas los tenían visto de un par de partidos de reserva. Pero el resultado fue el mismo. Otra derrota más, y van…
El equipo se desmorona día a día, los rivales se aprovechan de cada ventaja y lo ponen al borde de la humillación. Y en medio de tan grande desconcierto, es fácil caer en situaciones emparentadas con el ridículo, como el torpe manotazo de Lema que le provocó un golpe de nocaut a su compañero Schiavi.
La situación es preocupante. En estos momentos no debe ser fácil estar en la pilcha de Lucho Torrente. Los experimentados nos responden, los pibes tampoco, la gente se impacienta cada día más, y los dirigentes a esta altura pueden hacer poco. Cada partido la Lepra demuestra que se puede estar peor. ¿Y ahora qué?