Los inicios de 2012 encuentran un planeta con avances tecnológicos formidables en campos como la medicina, que pueden ampliar considerablemente la esperanza de vida. Lamentablemente con realidades que hacen que los mismos sólo lleguen a una parte limitada del género humano.
Las desigualdades se hacen aún más contrastantes a su luz. La anemia en las niñas de 15 a 19 años aumenta sensiblemente la posibilidad de morir durante el embarazo o el parto. Se debe a la falta de los micronutrientes apropiados. Tiene anemia el 68 por ciento de las jóvenes de esa edad en Mali, el 66 por ciento en Senegal, el 68 por ciento en Ghana, el 57 por ciento en el Congo. Una taza con todos los micronutrientes cuesta 0,25 centavo de dólar. Se gasta 1.500.000 dólares por segundo en armas en el mundo.
Una mujer promedio de Afganistán tiene 5 años de educación, vive 45 años. Una mujer noruega, el país con mejor equidad y desarrollo humano, tiene 18 años de educación y vive 83 años.
Según la Organización Mundial de la Salud debería haber no menos de 23 médicos, enfermeras, o matronas cada 10.000 habitantes. En Somalia hay 1,5.
La crisis causada por algunos banqueros movidos por lo que Obama llama “la codicia desenfrenada” ha tenido consecuencias extremas en los mercados de trabajo. Mientras ellos fueron rescatados, y siguen cobrando fortunas, hay según la OIT más de 200 millones de desocupados. Por otra parte, el 40 por ciento de la fuerza de trabajo mundial, 1.200 millones, son considerados vulnerables por las condiciones en que trabajan o por lo poco que ganan.
A pesar de sus reiterados fracasos, se sigue probando el modelo económico ortodoxo que sólo trabaja para el 1 por ciento más rico. En Portugal, como en otros países europeos, están en marcha los nuevos ajustes: aumentar en un 20 por ciento los pacientes que deben atender los médicos en hospitales públicos, subir el costo de esos servicios médicos, reducir a la mitad los presupuestos en educación. El jefe de la misión del FMI en el país dice “los ajustes son un buen comienzo”.
Las dictaduras asesinas siguen sin sacar conclusiones de los desarrollos recientes. El régimen sirio está tirando a matar contra la población civil como denuncia la ONU. Médicos sin Fronteras reclama que Assad no los deja ni pisar Siria.
Sin embargo, brillan luces para 2012. Las encendieron jóvenes que nadie esperaba se convirtieran en protagonistas de 2011: los indignados. Cambiaron la agenda política en Estados Unidos. En lugar de que la discusión fuera sólo sobre déficit, lograron que se centrara en las grandes desigualdades. Somos el 99 por ciento, reclamaron. Unas 400 personas tienen hoy más que 150 millones, señalaron.
Lo hicieron también en muchos otros países. Entre ellos, en Chile. Los estudiantes que reclamaron gratuidad de la educación, educación de calidad para todos, y que la educación no fuera una mercancía, “se apoderaron casi por completo de la agenda política chilena”, según dice AFP. Hicieron en el año más de 40 marchas en la calle, algunas de las más masivas de los últimos 20 años, coreografías callejeras, una corrida ininterrumpida de 1.800 horas alrededor del Palacio de la Moneda. Se ganaron el apoyo de la gran mayoría de la población.
En 2012 seguirá la confrontación entre el modelo económico que conviene a ciertos sectores financieros y las aspiraciones cada vez más extendidas a modelos inclusivos donde quepan todos.
Serán vistas con creciente atención en la región y, fuera de ellas, por sus logros concretos, voces como entre otras las de Dilma Rousseff, quien dice que su prioridad es el plan Brasil sin Miseria, que busca que no haya más pobreza extrema en el país en tres años; la de José Mujica, que anticipa que la pobreza está a punto de bajar de un dígito en el Uruguay; y la de Cristina Fernández de Kirchner, que creó la Asignación Universal por Hijo, el programa que está sacando de la pobreza a todos los niños pobres de la Argentina, y termina de eliminar los intereses usurarios que les cobraban a 2 millones de jubilados por sus créditos.