Cuando el ministro de Economía, Amado Boudou, explicó el jueves de la semana pasada los detalles de la oferta del canje de la deuda que aún está en default, por 20.000 millones de dólares, sostuvo una vez más que el país no necesita salir de manera inmediata a buscar fondos en los mercados de deuda. En ese sentido, explicó que si el Estado emite nuevos bonos lo haría únicamente para marcar el rumbo a la baja de la tasa de interés y, de esta manera, que las empresas puedan conseguir financiamiento a un costo menor.
Sin embargo, ¿tiene resuelto la Argentina su situación fiscal para este año? La respuesta a ese interrogante varía según se tengan en cuenta distintos escenarios. Por el lado de los ingresos, luego de que el año pasado crecieron por debajo del ritmo al que lo venían haciendo los períodos anteriores (pasaron de alrededor de 35 por ciento interanual a un 15 por ciento), distintos analistas esperan que de la mano de la recuperación económica los impuestos vuelvan a expandirse a un 25 por ciento anual.
Con este incremento se recaudarían, a nivel nacional, casi 300.000 millones de pesos en todo 2010 (versus 260.000 millones que ingresaron al fisco en 2009). Resta analizar qué podría suceder por el lado del gasto, en el sentido de evaluar su sostenibilidad con respecto a lo recaudado.
En ese sentido, un estudio de Nadin Argañaraz, economista del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), analiza tres escenarios, que dependen de si el gasto crece a un 25 por ciento, 30 o 35 por ciento. Así, en el caso de la posibilidad intermedia, con una expansión del 30 por ciento (similar a como viene creciendo el gasto del gobierno nacional durante los últimos 12 meses), “el déficit fiscal primario consolidado podría llegar a 32.600 millones de pesos, siendo explicado por un déficit superior a los 17.000 millones de pesos de la Nación y uno de 15.000 millones de pesos de las provincias. En términos del producto, este déficit primario consolidado alcanzaría a 2,3 por ciento del PBI”, sostiene el informe del Iaraf.
De esta manera, el rojo primario (es decir, antes de contabilizar los intereses y amortizaciones de la deuda argentina) llegaría a más de 32.000 millones de pesos. Sin embargo, al tener en cuenta estos conceptos y llegar al déficit financiero se evidencia otra realidad: que la Nación debe afrontar durante 2010 un total de servicios de deuda por 63.000 millones de pesos (netos de los ingresos por el recupero de los vencimientos de deuda que mantienen las provincias con la Nación) y, a su vez, las provincias por 17.000 millones de pesos, según surge de los presupuestos de las 24 jurisdicciones para este año.
Es así que, como viene ocurriendo en los últimos años, el Estado debe buscar fuentes alternativas de financiamiento, como son los fondos del Banco Nación, las utilidades del Banco Central y también del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Ansés. A estas herramientas sumó con el decreto de necesidad y urgencia de creación del Fondo de Desendeudamiento la posibilidad de utilizar las reservas de la entidad monetaria para pagar a organismos internacionales.
Al considerar la posibilidad de utilizar las reservas por 4.300 millones de dólares, el saldo final del gobierno nacional a financiar se achica a 2.800 millones de pesos, según los cálculos del Iaraf. En cuanto a las provincias, éstas cuentan con un probable Programa de Asistencia Financiera (PAF) por 12.000 millones de pesos, con lo cual su saldo a financiar sería de 20.000 millones de pesos.
En definitiva, si la Nación usa los 4.300 millones de dólares de reservas para pagar deuda, prácticamente tiene cubiertas sus necesidades financieras. Sin embargo queda el gran problema del financiamiento a las provincias. En efecto, las necesidades financieras consolidadas quedan en unos 22.800 millones de pesos, de los cuales sólo un 12 por ciento corresponden a la Nación.