Una mayoría de británicos sueña con que el príncipe Guillermo, que se casará con Kate Middleton el 29 de este mes, suba directamente al trono en lugar de su padre, el príncipe Carlos, un paso improbable que trastocaría los fundamentos de la monarquía.
Según un sondeo publicado el 10 de abril, 59 por ciento de los británicos desea que Guillermo, segundo en la línea de sucesión pero muy popular, se convierta en el próximo monarca.
Un tercio de las personas interrogadas en abril se declaró por otro lado favorable a que la reina Isabel, que cumplió 85 años este jueves, se jubile en dos años y ceda el trono a su nieto Guillermo, de 28 años, una manera de dar un aire de modernidad a la monarquía.
Pero este cambio parece poco probable porque implicaría una palabra prohibida en la familia real: abdicación. La de la reina y la del padre de Guillermo y primogénito de la reina, el príncipe Carlos, que se prepara para reinar desde su más tierna infancia.
“La palabra A no se pronuncia en la familia real”, afirmó Robert Hazell, director del departamento de derecho constitucional en el University College de Londres. ¿Por qué? “Porque reenvía a un episodio tremendamente doloroso y profundamente grabado en la memoria” de la familia real, agregó en referencia a la abdicación en 1936 de Eduardo VIII para poder casarse con una estadounidense divorciada.
La dimisión del rey propulsó al trono a su hermano menor, Jorge VI, que era tartamudo.
“El sentimiento privado en la familia real es que estaba bastante mal preparado para el papel y que las obligaciones de su reinado contribuyeron a su muerte precoz” en 1952, a los 56 años, prosiguió Hazell.
Le sucedió su primogénita, Isabel II, quien en su coronación se comprometió, ante Dios, a respetar el compromiso que la vincula de por vida al reino, una palabra que hará todo lo posible por cumplir.
Los recientes sondeos podrían reflejar en realidad el desamor de una parte de los británicos hacia el príncipe Carlos. Su tormentosa unión con Diana, la madre de Guillermo, su divorcio, las revelaciones sobre las “tres personas en su matrimonio” contando a Camila, con quien se casó en segundas nupcias tras la muerte de la “Princesa del pueblo”, hicieron poco por la imagen de Carlos.
El heredero, quien anteayer se convirtió en el “heredero forzoso” que más tiempo ha ostentado este título en toda la historia de la monarquía británica, tampoco parece tener muchas ganas de reinar. “Es mejor no hacerlo. Es algo que se produce lamentablemente tras la muerte de tu progenitor, lo que no es para nada agradable, por decir lo menos”, declaró el año pasado a la cadena de televisión estadounidense NBC.
Para Robert Jobson, experto en la familia real, el sistema actual funciona precisamente porque los súbditos no pueden elegir a su soberano y su popularidad o impopularidad no interfiere en el proceso.
“Si tienes una monarquía hereditaria y defiendes ese principio, entonces debes aceptar la lotería que eso implica”, señaló por su parte Hazell.
El príncipe Guillermo y su futura esposa podrían asumir, sin embargo, más compromisos ligados a su rango, sobre todo debido a la edad de Isabel II. Jobson ve a la joven pareja como el “rostro de la monarquía” sin tener que cargar con el peso del trono durante años.