A 35 años del golpe cívico-militar, cuando el país quedaba bajo el manto oscuro de una larga noche, más de treinta mil rosarinos se volcaron ayer a las calles para conmemorar el Día de la Memoria. La masividad de la marcha y su heterogeneidad ratificaron que el pueblo ganó una batalla cultural contra la dictadura que secuestró, asesinó, desapareció, robo bebés y bienes de los detenidos, cerró fábricas y desmembró el aparato productivo en beneficio de corporaciones económicas. El documento final leído en el Monumento a la Bandera por sobrevivientes de aquel horror y hoy testigos en juicios a represores incluyó un revival de la ebullición setentista, el más enérgico repudio al terrorismo de Estado, celebraciones por las condenas de los últimos años a responsables del genocidio, “en este proceso histórico de juicio y castigo que no tiene retorno”, como se remarcó una y otra vez. También hubo reclamos por la aceleración de causas abiertas, prisión preventiva para represores que están siendo juzgados y esclarecimiento de asesinatos cometidos en democracia aún impunes, como los de diciembre de 2001, pasando por testigos en causas que investigaron delitos de lesa humanidad, como Julio López y Silvia Suppo, y hasta el crimen del joven militante Mariano Ferreyra.
Organizaciones de derechos humanos, sindicales, estudiantiles y políticas con sus banderas en alto, y miles de “personas sueltas” se sumaron al repudio. Familias enteras con chiquitos en brazos se sumaron a la marcha que partió de plaza San Martín y llegó al Monumento a la Bandera, donde se realizó el acto central, que contó con la participación de la murga La Memoriosa y la proyección del documental Arderá la memoria. En el escenario estaban las Madres de la Plaza 25 de Mayo, junto a referentes de otros organismos de derechos humanos y sobrevivientes de la dictadura. Una proyección de Hijos Rosario sobre el mármol del Monumento rezaba “juicio y castigo”.
La marcha a 35 años del golpe que colmó más de veinte cuadras y desbordó el Monumento a la Bandera, se dio en un contexto de condenas firmes a los genocidas, cientos de procesados y juicios abiertos a lo largo y a lo ancho del país. Por segundo año consecutivo la multitudinaria movilización se desvió de su habitual recorrido y pasó frente a las puertas de los Tribunales Federales donde el año pasado concluyó el primer juicio a represores en Rosario, la causa Guerrieri-Amelong, con cárcel perpetua y común para los cinco imputados, y donde hoy se sigue el juicio Díaz Bessone.
Los 35 años del golpe llegaron con centros clandestinos de detención recuperados y reconvertidos en centros culturales o museos. La consigna “memoria, verdad y justicia” es hoy política de Estado, atrás quedaron las leyes de impunidad. Desde el escenario, además de un reconocimiento a luchadores y militantes fallecidos, hubo un reconocimiento a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. La marcha que no olvida ni perdona a los responsables de tanta barbarie congregó a organizaciones con diferentes lecturas y caracterización del gobierno nacional, pero que convivieron en el acto bajo la consigna “juicio y castigo a los culpables”. También se repudió las “trabas judiciales del grupo Clarín” en el caso de los hijos adoptivos de su dueña, Ernestina Herrera de Noble, donde se busca determinar si son hijos de personas desaparecidas.
“La muestra de que las victorias son posibles, cuando las banderas son levantadas por todo el pueblo, confirman que el camino de la construcción social de verdad y justicia yo no tiene retorno”, se señaló en el documento. Al reiterar el pedido de “juicio, castigo y cárcel común para los genocidas”, los firmantes consideraron una “victoria la recuperación y restitución en Santa Fe en el último año de 14 cuerpos, víctimas del terrorismo de Estado”. Otro de los pasajes del documento destacó: “Ahora vamos por más genocidas a la cárcel”.