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“En Chile dejamos de ser sumisos”

“En Chile, estudiar una carrera universitaria es tan caro, que cuesta lo mismo que comprar una casa”. La frase, contundente e ilustrativa, es de Nicole Miranda Lara, estudiante chilena que visitó la ciudad.

“En Chile, estudiar una carrera universitaria es tan caro, que cuesta lo mismo que comprar una casa”. La frase, contundente e ilustrativa, es de Nicole Miranda Lara, estudiante universitaria chilena que visitó la ciudad invitada por la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario, para participar en el panel “La educación es un arma cargada de futuro”. La actividad se desarrolló el pasado miércoles, en el marco de la Semana de los Derechos Humanos organizada por dicha comunidad educativa. Nicole tiene 23 años y estudia la carrera de Pedagogía en Filosofía en la Universidad de Valparaíso. A su vez, milita en el colectivo Estudiantes Movilizados, dentro de la Unión Nacional Estudiantil, y es miembro de la Federación de Estudiantes de la Universidad en la que realiza sus estudios.

Miranda Lara forma parte de una generación que vivió el levantamiento de los estudiantes secundarios en 2006 –a pocos meses de que asuma Michelle Bachelet– contra la ley de Educación pinochetista, que sería conocida como La Revolución de los Pingüinos. Aquella lucha culminaría en 2008 con un aparente fracaso, mediante la sanción de una nueva ley General de Educación, que sólo comprendería algunos retoques cosméticos, pero dejaría intacta la impronta neoliberal de la anterior. Hoy, muchos de los jóvenes que en aquel entonces eran estudiantes secundarios, o sus hermanos mayores, son los que están llevando adelante desde las universidades, esta nueva oleada de manifestaciones con el mismo reclamo: la deuda histórica chilena en lo que respecta a la reforma estructural del modelo educativo, por una enseñanza gratuita y de calidad.

La masividad del movimiento

“En Chile los estudiantes de las regiones (interior del país) tenemos una frase que dice: «Santiago no es Chile, en regiones somos miles». El movimiento estudiantil chileno es nacional, porque todos los alumnos de las universidades tradicionales estamos movilizados, no sólo los de Santiago.”, afirmó la estudiante chilena en declaraciones a Radio Universidad. La contextualización no es inútil, atendiendo al hecho de que todas las imágenes e informaciones que transmiten los medios internacionales dan cuenta casi en su totalidad de lo que sucede en la capital trasandina, y poco más. “En todas las ciudades importantes hay movilizaciones muy grandes. Desde el 12 de mayo, cuando convocamos el Primer Paro Nacional Estudiantil, hasta la fecha se ha acrecentado mucho el nivel de participación en las marchas. En un contexto de invisibilización de parte de los medios masivos de comunicación, que están jugando para el gobierno, junto con la tragedia aérea de Juan Fernández que acaparó toda la atención, sostener manifestaciones masivas es muy importante, y se ha logrado”, agregó.

Endeudamiento

Pero la militante de la organización Estudiantes Movilizados no es la única que ha señalado esta situación. Según han relatado quienes encabezan el proceso iniciado hace más de cuatro meses, la mayor sorpresa ha sido la gran convocatoria que suscitaron las protestas. “Desde la primera jornada tuvimos una convocatoria que nadie se esperaba, y eso es porque todos los compañeros se han visto tocados por el problema del cual partimos para hacer nuestro reclamo, que es por la gratuidad de la educación pero haciendo foco en el endeudamiento”, explicó la estudiante. La descripción que realiza da cuenta de las razones que han tenido miles de jóvenes para exigir un cambio estructural: “Hoy en Chile hay una gran cantidad de estudiantes sobre endeudados, porque una carrera universitaria, con un crédito a pagar en 20 años, puede costar lo mismo que comprar una casa. Costear una carrera universitaria requiere pagar una cuota mensual que equivale al sueldo mínimo. Por eso muchas familias deben elegir a uno solo de sus hijos para que realice sus estudios, o directamente no puede enviar a ninguno a la universidad. Las diferencias sociales en Chile son muy grandes”, señaló Miranda.

Educación superior

La realidad chilena en cuanto a educación superior, tiene grandes particularidades estructurales, más allá de la no gratuidad, que vale remarcar. Así lo graficó la entrevistada: “En el sistema existen por un lado las universidades llamadas tradicionales, que se dividen entre estatales y privadas, y que son las que poseen mayor prestigio y excelencia académica. Las estatales son las que nacen a partir de las sedes regionales de la Universidad de Chile, con sede en Santiago, y que durante la dictadura de Augusto Pinochet se volvieron autónomas y se separaron, volviéndose empresas distintas, manejadas con una lógica de autofinanciamiento. Las tradicionales privadas, por su parte, son aquellas que poseen una larga historia educativa, en muchos casos de más de 100 años, como la Católica, con las mismas inclinaciones a la investigación, extensión y prestigio de sus docentes que las estatales”.

Así fue la situación hasta el año 1981. En esa época la dictadura de Augusto Pinochet implementa una profunda reforma del régimen educativo superior, propulsando, entre otros conceptos, la llamada Libertad de Enseñanza, que comienza a implantar fuertemente la lógica de mercado en la educación, bajo la excusa de brindar la posibilidad de contar con un abanico más amplio de instituciones a la hora de elegir dónde cursar los estudios. De esta manera, “comienzan a surgir otras universidades fundadas por empresarios o grupos económicos, que son claramente negocios, incluso con distintas categorías: hay desde universidades para pobres, con el peor nivel educativo, hasta las más caras para los ricos”, relató Miranda Lara. Y prosiguiendo su diagnóstico, aseveró: “En estas universidades el estudiante firma un contrato como cliente, y egresa como producto, una lógica abiertamente de mercado que responde solamente a los intereses empresariales. Nosotros, los estudiantes de las tradicionales, vemos que si bien compartimos el mismo mal, ya que la educación no es gratuita y esa lógica impera en todo el sistema educativo, los compañeros de las privadas son los más precarizados, porque lo padecen más a destajo, sin ningún filtro”.

La postura del gobierno

Es una realidad que las negociaciones con el gobierno de Sebastián Piñera no han avanzado demasiado desde que comenzó el conflicto. Más de una vez los estudiantes han rechazado las propuestas elaboradas desde el Ejecutivo, por considerar que no se acercan ni remotamente a la profundidad de los cambios que reclaman. Consultada por el estado del diálogo con el mandatario chileno y su gabinete, el análisis de la militante estudiantil fue claro y vehemente: “El gobierno de Piñera ha demostrado ser intransigente en la negociación por nuestros reclamos. Ellos tienen posiciones e ideas fijas, que son ideológicas y que no van a abandonar. Cuando cuestionamos que la educación sea un bien de consumo al servicio de las empresas, ellos responden «así es, y así tiene que ser». Hace cuatro meses que intentamos cambiar este discurso, y no creo que logremos convencerlos”.

Sin embargo, destacó: “Nuestra intención es dialogar, sentarnos y mostrarle al gobierno cuáles son nuestras propuestas, explicárselas punto por punto, e ir avanzando en ciertas reivindicaciones y beneficios. Pero sabemos que esta lucha es mucho más larga, y que ya no sólo concierne a los estudiantes y a la Educación, sino que ha involucrado a otros sectores con los mismos problemas. El neoliberalismo golpea muy fuerte la vida de los habitantes, todo el mundo vive endeudado y precarizado, hasta para comprar pan se usa la tarjeta de crédito. Por eso creo que la población nos ha apoyado: se ha producido un cuestionamiento más profundo, hacia un modelo de mercado que estaba naturalizado en Chile, y que se entendía como «lo que siempre hubo y lo que siempre habrá»”.

Por ello, para la estudiante de la Universidad de Valparaíso, más allá del estancamiento en esta pulseada con el Gobierno, su lectura a nivel social le sigue resultando esperanzadora. Así lo describe: “Los pobladores, los trabajadores, los movimientos sociales se están parando con más fuerza y diciendo que esto tiene que cambiar. Y este cuestionamiento va hacia toda la clase política, ya que tanto la derecha como la Concertación, que gobernó durante 20 años, lo han llevado adelante y lo han profundizado. Nosotros sólo hemos abierto una fisura, pero detrás nuestro vienen los reclamos de toda esa gente que se quedó callada durante mucho tiempo, y que ahora tiene la esperanza de que se puede transformar estructuralmente la sociedad”. Sus palabras finales en la entrevista toman tintes apasionados, incandescentes: “En Chile y en el mundo las luchas de los pueblos siempre han tenido que quitar lo que piden, ganándolo con lucha. Nunca nadie nos ha regalado nada. Todo este proceso ha despertado la conciencia, no sólo de los estudiantes, sino de toda la población. Se generaron espacios como las Asambleas Populares donde la gente se está animando a hablar, a contar lo que le aqueja. Esos espacios ganados ya no nos los pueden arrebatar. Se está abriendo un nuevo ciclo político en Chile. Hemos dejado de ser sumisos”.

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