El intendente Miguel Lifschitz aseguró que el gobierno nacional repite con el empresariado los mismos errores que con la oposición al no abrirse al diálogo, algo que consideró un error estratégico. Sin embargo, reconoció que tomó decisiones que favorecieron mucho al sector.
Miguel Lifschitz es uno de los infaltables entre los políticos al Coloquio de Idea al que considera una cita impostergable en su agenda. Ésta vez se lo vio muy activo recorriendo pasillos y con varias reuniones con empresarios. En medio de esa rutina, se refirió a la relación entre el gobierno y las empresas, el veto de la presidenta al 82 por ciento móvil de las jubilaciones y al contrapunto con el gobernador Hermes Binner por la sucesión provincial.
—El tema de la jornada es el veto de la presidenta al 82 por ciento de las jubilaciones, ¿qué opinión le merece?
—Fue una decisión realmente importante la del Senado. Es una reivindicación histórica de los jubilados y de muchísimas organizaciones y de legisladores que planteaban la necesidad de restituir el 82 por ciento que establece la Constitución. Y creo que es un error político del gobierno vetarla. Incluso creo que le va a significar un costo importante. Si la postura que tiene el gobierno respecto de la imposibilidad aparente de cubrir ese 82 por ciento móvil, en todo caso lo que se debería establecer es un marco de debate sobre el financiamiento. Y en ello probablemente muchos sectores políticos estarían dispuestos, nosotros también, a acompañarlos.
—Estamos en un coloquio empresarial donde se nota preocupación por la relación entre el gobierno y los empresarios. Inclusive algunos se animaron a decir que esa relación atenta contra las inversiones.
—El gobierno tomó algunas decisiones económicas que han favorecido el desarrollo de la economía y favoreció el desarrollo de la industria. Pero también es cierto que con otros sectores no logró tener un marco de diálogo. Pasa con los privados, con la oposición, con el agro, con la industria y esto es una falencia. El gobierno no tiene que hacer todo lo que los empresarios quieren, pero el diálogo y la consulta y la búsqueda de coincidencias es una herramienta estratégica.
—Se reflotó en algunos municipios bonaerenses un proyecto para trasladar la policía a las comunas. En Rosario, ¿existe un proyecto similar?
—En principio estoy de acuerdo, aunque creo que no todos los municipios puedan tener una policía propia. Tienen que ser municipios de cierta envergadura poblacional, con cierta capacidad económica e institucional para hacerse cargo de una responsabilidad tal. Para Rosario creemos que es indispensable contar con un financiamiento provincial porque los municipios no estamos en condiciones de hacernos cargo. Implicaría pensar que algunas tareas que tiene la Policía provincial puedan ser desempeñadas por una local y generar dos cuerpos complementarios.
—¿Sería un mix entre las policías nuevas y las provinciales? Porque a Macri se lo criticó por la Policía Metropolitana y muchos dicen que no conviene que las intendencias se hagan cargo de la fuerza.
—No es feliz la experiencia de la ciudad de Buenos Aires, pero no necesariamente debemos invalidar la idea de las policías locales, que funcionan muy bien en España y otros países de Europa y América latina. Hay que, pensar con claridad desde el principio cuáles deben ser las funciones, que no deben ser las mismas que la de las policías provincial y federal, sino que debe tener funciones propias y complementarias, muy enfocadas a los problemas urbanos. Tenemos que pensar en una policía muy profesionalizada.
—Entonces, ¿por qué Rosario aún no tiene su policía? ¿Es una cuestión política sobre el financiamiento?
—Es una cuestión de principio de reforma constitucional. Porque hoy la Constitución provincial no habilitaría a la creación de una policía local, porque establece que el monopolio de la fuerza pública está en manos de la provincia. Implica un reforma que habilite, y después implicaría una decisión política y de Estado para poder darle a los municipios el presupuesto necesario.
—Binner dijo que prefería un candidato que saliera de su gabinete, que conociera bien a fondo los temas de Santa Fe. ¿Cómo tomó esas declaraciones?
—Probablemente no tenga que ver con un tema de conocimiento sino de sintonía, y en ese sentido es respetable y entendible la idea del gobernador de que su sucesor sea su ministro de Gobierno, Antonio Bonfatti. Esto lo expresó con claridad y no creo que sea porque no haya otros dirigentes del partido o del Frente que tengan la capacidad o la misma posibilidad. De todas formas, falta un largo trecho y el Partido Socialista tiene que definir sus candidaturas. Primero hacia el interior del partido y luego acordarla con el Frente Progresista.
—Debido a que no hay definiciones sobre las candidaturas se llegó a alertar sobre una posible fractura del socialismo…
—Yo descarto cualquier fractura en el socialismo y desde ya que mi compromiso está en lograr una fórmula acordada.