“Los actores y las causas del subdesarrollo siguen siendo múltiples y las responsabilidades son muchas y diferentes. Respondemos con un gran egoísmo; una de las causas de la falta de crecimiento y de pobreza tienen que ver con la falta de fraternidad entre los hombres y los pueblos”, señaló ayer el arzobispo de Rosario, José Luis Mollaghan, en el tradicional tedeum del 25 de Mayo que se realizó en la iglesia Catedral con la presencia del intendente Miguel Lifchitz, la candidata a intendenta Mónica Fein, el ministro de Gobierno y candidato a gobernador Antonio Bonfatti y el presidente del Concejo Municipal Miguel Zamarini, entre otras autoridades. Ante poca cantidad de fieles, Mollaghan mostró un tono medido en su homilía e hizo eje en “volver al mundo de los valores, la cultura del trabajo, la unidad de la familia, la equidad y el bien común, con inclusión y sin menospreciar a nadie”.
En uno de los párrafos salientes del sermón, el arzobispo de Rosario dijo que “muchos tienen necesidades y pocos tienen en abundancia. Vivimos en una sociedad cada vez más globalizada que no nos hace más hermanos y tenemos como desafío respetarnos como hermanos”.
“Pedir por el bienestar de todos”
Mollaghan hizo referencia al reciente Congreso de Doctrina Social que se realizó en la ciudad y del que participaron 1.500 congresistas de todo el país, con más de 20 mesas temáticas: “Los problemas de la globalización son los de la falta de solidaridad, la falta de diálogo y comprensión, hacen tambalear la felicidad. En esta fiesta patria queremos pedir por el bienestar de todos los argentinos, queremos honrar al ciudadano en la divinidad de su persona, el reconocimiento de sus derechos, en el cuidado de su seguridad, en la búsqueda de su salud, de su educación”.
Al finalizar el tedeum, en un breve diálogo con la prensa, el arzobispo respondió sobre lo que los curas barriales comentan acerca de la realidad de sus parroquias: “La realidad es muy dura, de hecho tuvimos 20 mesas temáticas y se habló también de las zonas de las provincias que están en problemas, con una realidad difícil. La pobreza persiste, los párrocos lo ven día a día, ven lo que significa una familia sin trabajo, sin casa, sin educación ni salud. Es una realidad que no podemos negar. No quiere decir que no se esté haciendo algo por el pobre: Cáritas llega a muchos lugares, hay asistencia, pero lo más importante es insistir con la cultura del trabajo, eso es lo que puede cambiar realmente una situación de tanta marginalidad y pobreza. Uno sabe que hay gestos sensibles ante la pobreza, como por ejemplo la ayuda a la madre embarazada. A veces hablamos del niño por nacer, pero eso significa que hay que comprometerse con la madre que sufre mucho para dar a luz a un hijo cuando es pobre y no tienen recursos”.
También fue consultado por el último acto electoral y las promesas de campaña. “Nosotros, como pastores, hablamos del bien común pero no entramos en el partidismo. No obstante, creo que fue una elección que se llevó adelante con serenidad, a pesar de algunas rispideces que hubo, y habrá a lo largo del año; pero lo que hay que subrayar es que la gente se acercó a votar en gran cantidad. Todos tiene tienen posibilidades a presentar a candidatos, y la ciudadanía tiene una gran sentido de percibir lo que es bueno, no se la engaña fácilmente”.
Además, se le preguntó al sacerdote a quién se refirió en el tedeum cuando dijo que hay en la sociedad quienes “siguen con posturas mezquinas y egoístas”, enseguida salió al cruce a la pregunta y aclaró: “No me corresponde a mi señalar con el dedo. Lo mejor en estos casos es mirarse a uno mismo y preguntarse cómo estoy yo respecto de este llamado que nos hacen de compartir, de estar disponible, de mirar la cultura del trabajo, de mirar el bien común”.
