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“Jornada de la ira” en Egipto

El presidente Mubarak habló por TV pidiendo a su gabinete que renuncie. Antes había decretado el toque de queda y movilizado al Ejército para contener una protesta que suma 18 muertos y centenares de heridos.

El presidente de Egipto, Hosni Mubarak, pidió ayer a los miembros de su gabinete que renuncien, en medio de la oleada de protestas en las que murieron al menos 18 personas.

En un discurso televisado que supone su primera aparición pública desde que comenzaron las protestas, Mubarak defendió el derecho de la población a expresarse libremente siempre que se respete la Constitución y no se ponga en riesgo la seguridad en el país.

“Como presidente de este país y con el poder que me da la Constitución les aseguro que estoy trabajando por la gente y dándoles libertad de expresión siempre que se respete la ley. Pero hay una línea fina entre la libertad y el caos”, afirmó.

Poco antes el presidente egipcio había decretado el toque de queda en El Cairo, Alejandría y Suez, y movilizado al Ejército para contener una ola de protesta popular violentamente reprimida que ayer dejó por lo menos un muerto, el decimoctavo en cuatro días de manifestaciones.

Decenas de miles de egipcios respondieron al llamado a participar en la “jornada de la ira” a la salida de las mezquitas tras la plegaria de los viernes para pedir el fin del régimen de Mubarak, en el poder desde hace 30 años.

En El Cairo incendiaron dos comisarías y la sede del partido gubernamental, y enfrentaron a pedradas a las fuerzas de seguridad, que usaron gases lacrimógenos, cañones de agua y balas de goma para reprimir. En Suez los manifestantes quemaron patrulleros y se apoderaron de las armas de una comisaría antes de incendiarla, indicaron testigos. Un manifestante murió durante los incidentes en esa ciudad junto al Canal. Las reyertas dejaron ya 18 muertos y centenares de heridos. Más de mil personas habían sido detenidas hasta ayer a la mañana.

Las marchas están inspiradas en la Revolución de los Jazmines, un levantamiento popular que este mes provocó la caída del presidente tunecino Ben Alí, en el poder desde hacía 23 años, y generó una onda de contestación en el mundo árabe.

Cuando pidió la renuncia a todos los miembros de su gobierno, Mubarak, de 82 años –quien sucedió en el cargo al asesinado Anwar el Sadat, en 1981–, no dijo si pensaba dimitir.

El opositor y premio Nobel de la Paz Mohamed el Baradei, quien se dijo dispuesto a dirigir un gobierno de transición, participó en las manifestaciones en El Cairo.

Las conexiones a internet –un instrumento que desempeñó un papel esencial en la organización de las protestas– fueron cortadas ayer en todo el país.

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