Eran las seis y media de la tarde de aquel 27 de febrero, hace 200 años, cuando el general Manuel Belgrano invitó a la máxima autoridad civil presente a enarbolar la Bandera de Soberanía Nacional. Fue Cosme Maciel, en esos días regidor tercero del Cabildo de Santa Fe, el depositario del honor, cuando la patria naciente todavía no regía sus propios destinos y ni siquiera tenía un pabellón propio. Era precisamente ése el momento fundacional, aunque ninguno de los protagonistas lo sabía entonces. Hoy, a dos siglos menos un día de aquel instante, Juan Manuel Castagnino repasa la historia de su “quinto abuelo materno”. Y además el historiador, de 86 viriles años, revela por qué la Bandera que se encuentra en el Museo de Sucre, Bolivia, que tiene dos franjas horizontales blancas y una celeste en el centro, es la que creó Belgrano y la que su ancestro izó por primera vez en las barrancas del Paraná en Rosario.
En 1815 el retratista François Casimire Carbonnier hizo la única pintura en vida del prócer cuando éste se encontraba en Londres, en misión diplomática. Belgrano le indicó detalles al artista, un eximio miniaturista, para que reflejara en la tela tres momentos históricos en la vida del patriota: la batalla de Tacuarí, la batalla de Salta y, por supuesto, la creación de la Bandera en Rosario. Castagnino se tomó el trabajo, con compleja y moderna tecnología, de observar qué había dictado minuciosamente Belgrano a Carbonnier, y descubrir en las miniaturas, junto a la figura del retratado, que efectivamente el pabellón nacional era blanco, celeste y blanco, como la Bandera de Macha que está en Sucre. Con más de 30 años de estudios, hurgando en los documentos originales del Archivo General de la Nación y el de Santa Fe, así como en el Museo Histórico Provincial Julio Marc, con búsquedas en los “Anales de Potosí”, donde Belgrano estableció su cuartel general en el Alto Perú, antes territorio argentino y hoy Bolivia. Juan Manuel Castagnino está terminando un trabajo de investigación al que titulará “Cosme Maciel, primer abanderado argentino y líder político federal ante el porteñaje”.
—¿Cuál es el parentesco que lo une a Cosme Maciel, el primer abanderado?
—Del lado materno, es abuelo quinto. Ya viviendo desde 1823 en su exilio político en Barracas al Sur, lo que hoy es Avellaneda, la hija menor de Cosme nace allí en 1825, María Salomé Dominga Maciel. Su padre cruza el Riachuelo, la lleva en brazos con su madre a Buenos Aires y la bautiza en la Iglesia de la Merced. Encontré el acta de su bautismo. Tiempo después se casa con un estudiante de medicina, un santafesino que se recibe en Buenos Aires: Marcelino Freyre Rodríguez del Fresno, quien es el primer médico universitario que ejerce en Rosario. Se había instalado en 1846, y ellos son mis abuelos cuartos. Luego ya en Rosario, nace la hija del matrimonio, doña Manuela Freyre Maciel, que se casó con Luis Lamas Hunt, que son mis abuelos terceros. Ambos a su vez son los padres de la rosarina Manuela Lamas Freyre y de mi tío bisabuelo Luis Lamas Freyre, que fuera intendente de Rosario en 1898, cuando se puso la piedra fundamental del Monumento de Rosario a la Bandera. Ella es entonces mi bisabuela, que se casó con el médico Joaquín Lejarza Esquivel y tuvieron por hija a mi abuela propiamente dicha, María Elena Lejarza Lamas. Finalmente, ella se casó con el médico Enrique Fidanza Randle y es su hija Elenita Fidanza Lejarza, mi madre, nacida en 1906, como todos ellos, en Rosario. Ella se casó con Manuel Castagnino. Los padrinos del bautismo de mi madre, que fue el 18 de junio de 1906, fueron sus ancianos tatarabuelos que aún vivían, la hija de Cosme Maciel, doña María Salomé Dominga Maciel, y su esposo, el doctor Marcelino Freyre Rodríguez del Fresno. Recuerdo que tenía 7 años cuando yo estaba en tercer grado de la escuela y un día mi madre, de acuerdo a la tradición familiar, me dice: “¿Sabés quién es mi chozno? Cosme Maciel”. ¿Quién es?, pregunté, y me dijo: “Es el primer abanderado argentino”. Sentí que mi pecho de chico se hinchaba de emoción patriótica con la pureza de la niñez. Así es que mi abuelo quinto es Cosme Maciel, que en 1862 dio testimonio de su actuación ante Pastor Servando Obligado, que publicó esta auténtica declaración en sus “Tradiciones Argentinas”: “Me dijo el general Belgrano: «Vea si está corriente la cuerda y ata bien la bandera para elevarla cuando le haga la señal con la espada»”.
—No es un detalle menor que Belgrano designara a un civil y no a un militar del Regimiento de Patricios, que estaba en Rosario, en un momento tan caro como es el izamiento de la Bandera…
—El primer abanderado por indicación de Belgrano es Cosme Maciel, es la máxima autoridad civil que está en el acto. Era regidor tercero del Cabildo de Santa Fe y ese día estaba en Rosario porque ésta era su jurisdicción. Además, hay una relación directa entre la familia Maciel y Belgrano. Cuando en 1770 nació Manuel Belgrano lo bautiza el tío carnal mayor de Cosme, Juan Baltasar Maciel, un sacerdote que además era doctor en teología, doctor en derecho y abogado; que ejercía la profesión siendo el abogado del padre de Belgrano para sus cuestiones comerciales en Buenos Aires.
—No muchos reconocen a Cosme Maciel como el primer abanderado…
—El primer historiador que escribe sobre el acto de Rosario es Bartolomé Mitre, en su “Historia de Belgrano”, primera edición, en 1857, que ha sido citada como guía para toda la República, difundiendo la confusión sobre el acto rosarino. Los porteños son los primeros en escribir la historia. Y el acto de Rosario del Día de la Bandera se transforma en un invento de Mitre cuando interpreta mal las palabras de la proclama de Belgrano el 27 de febrero de 1812. Comete un grosero error que desmerece la gloria de Rosario, a la que no le tiene simpatía, porque era la ciudad avanzada de la Confederación Argentina de Urquiza con asiento en Paraná, versus la disidente provincia de Buenos Aires que 1857 estaba separada de la Confederación, con todas sus figuras, entre ellas la principal: Mitre. Tienen constitución propia, porteña, tienen embajadores en Londres y París… Mitre escribe que el 27 de febrero hay dos banderas, cuando en realidad es una sola, interpretando con error las palabras de Belgrano que ordena: “Id y posesionaos”, al comandante de la batería en la isla del Espinillo. Mitre interpreta que el “id” es con la Bandera en la mano, para que enarbole el primero. ¡Pero cómo, si el jefe está acá! ¿Cómo le va hacer entrega de la Bandera a un subalterno para que la enarbole él primero? Y éste va a ir a enarbolar la Bandera, río por medio, mirando Belgrano por un catalejo cómo a lo lejos, en la soledad del barro y la vegetación, enarbolan su máxima creación… No era un trapo. Es la Bandera de Soberanía. Belgrano es el independentista máximo de 1810, que se manifiesta con el máximo acto de soberanía, que es el de crear una Bandera ante las naciones del mundo. Hay muchas banderas: de ejército, de regimientos, de batallones, de escuelas, de oficinas públicas pero hay una que es de Soberanía de una Nación y es la que creó Belgrano en Rosario. Mitre además se pone a describir el acto, y resulta que según las vivencias auténticas de Belgrano el acto fue distinto.
—¿Cuáles fueron sus trabajos para seguir los pasos de la Bandera de Soberanía izada hace 200 años?
—Hay más de 30 años de estudios, examinando los documentos del Archivo General de la Nación y de los Archivos de Santa Fe y en los “Anales de Potosí”. Todo está ahí. El tema de la Bandera nacional, de la Bandera de Soberanía es delicadísimo, además de controvertido. Hay quienes dicen que la Bandera que quedó en Sucre no es la de Rosario y hay quienes dicen que sí; hay quienes manifiestan que la Bandera tuvo un diseño geométrico determinado y otros dicen que es otro…
—¿Qué dicen los documentos a los que accedió?
—Indican que la Bandera que se enarboló en Rosario es la que está en Sucre. El primer elemento de juicio es la Bandera en sí misma, que está delante de los ojos de quien quiera verla, en una vitrina, con sus manchas de sangre y sus franjas horizontales, blancas las dos externas y celeste la franja central, es decir, en un orden de franjas al revés de la Bandera actual. Esa bandera no es española ni boliviana, es argentina, reconocida en documentos por Bolivia. Es una realidad que se impone por sí misma, que estuvo oculta desde 1813 hasta 1885 detrás de un cuadro de la capilla de Titirí, Curato de Macha, escondida ahí por el cura patriota Aranivar cuando la rápida retirada, luego de la derrota de Ayohuma el 24 de noviembre de 1813. En segundo término, cuando Belgrano crea la Bandera, comunica al Triunvirato por oficio que es conforme la escarapela oficial que ha creado el mismo Triunvirato pocos días antes, a solicitud del propio Belgrano, el 18 de febrero de 1812. Se dirige al Triunvirato y les se hace saber que tenemos que distinguir nuestros uniformes de los enemigos y no tenemos escarapela. Por ello el Triunvirato crea la Escarapela. Hasta ese momento la bandera que se usa es la española, es la que desplegó la tropa de Belgrano cuando ingresa a Rosario el 7 de febrero, de fondo blanco con la cruz de Borgoña. De acuerdo a retratos al óleo de militares en aquellos años, la Escarapela de 1812 era un círculo central celeste rodeado de una corona circular blanca, o sea, dos círculos concéntricos, el de menor diámetro celeste y el de mayor diámetro blanco. Esto se ve en los puños de esos retratos. Augusto Fernández Díaz, historiador distinguido de Rosario, es quien hizo el desarrollo geométrico de la escarapela para transformarla en el diseño geométrico de tres franjas horizontales de la Bandera. Cuando Belgrano manifiesta por oficio al Triunvirato, informa que es “blanca y celeste, conforme a la Escarapela”. Por costumbres de la heráldica de las banderas, el blanco tiene que estar arriba y el celeste abajo, pero con ello no se dice cuántas franjas, si son verticales u horizontales, ni con qué dibujo: el diseño geométrico no se define ahí. Pero al agregar en su oficio al Triunvirato “conforme a la escarapela”, sí da un orden geométrico, indirectamente: es el que Fernández Díaz descubrió. “Si al círculo original celeste al centro y al círculo blanco, como un aro rodeando al celeste, se le derivan de manera horizontal de cada borde de círculo cuatro líneas horizontales, la franja de arriba queda blanca, la del medio celeste, y la de abajo blanca. Ésa es la Bandera de Rosario, hoy en Sucre, de tres franjas horizontales. No hay otra forma de hacer el pasaje geométrico de la escarapela circular a la bandera de tres franjas horizontales, para que entonces sea la Bandera «conforme a la Escarapela», como informa Belgrano en oficio al Triunvirato”, dijo.
—La Bandera actual ¿es la que aprueba el Congreso de Tucumán en 1816?
— Es así; el Congreso de Tucumán aprueba la Bandera actual: celeste, blanca y celeste. Y de ahí en más todos la toman. Todos los pintores de aquella época pintan a un militar en la escena del izamiento en Rosario. Incluso los pintores imaginan una topografía de las barrancas de 1812 que no es tal, verticales, a pique, pero no es tal. Pero prosigo con un tercer elemento de juicio: son los “Anales de Potosí”. Cuando Belgrano se va de Rosario, queda aquí la Bandera enarbolada y viaja en coche para asumir el mando del Ejército del Norte en el Alto Perú, que logrará la victoria en Tucumán, el 24 de septiembre de 1812. Luego viene la victoria en Salta, el 20 de febrero de 1813, después Belgrano sigue al norte, penetra en el Alto Perú y hace cuartel general en Potosí, una gran ciudad en su época. En ese momento él tiene en sus manos la Bandera enarbolada en Rosario, que un leal belgraniano le alcanzó desde aquí y llegó pocos días después de la batalla de Tucumán. Hay un cronista de Potosí, primero él y luego su hijo, que escriben, en tomos que se folian y se cosen, seculares, que se conocen como los “Anales de Potosí”. Allí están los testimonios de estos cronistas veraces, que son mal interpretados quitándole importancia a la Bandera de Sucre. En los “Anales” consta que en un gran muro del cuartel general que utilizaba Belgrano colgaba desplegada una Bandera de tres franjas horizontales, celeste, blanca al centro y celeste, como la actual, con un letrero donde se invitaba a incorporarse voluntariamente al Ejército. Un diseño geométrico desconocido hasta entonces, 1813, ¿es reverenciada y respetada como la Bandera de Soberanía? No, si le han escrito letras encima y si hubiera sido la de Soberanía enarbolada en Rosario, Belgrano no hubiera permitido que le pintaran un letrero encima… Esa sola prueba escrita de los “Anales de Potosí” demuestra que la Bandera nacional que se enarboló en Rosario no era como la actual. Hay más elementos de juicio potosinos…
—¿Hay algún otro elemento que sume a la tesis de que la Bandera que está en Sucre es la que se izó en la barranca?
—Hay un cuarto elemento de juicio, y es inédito. Lo aporto ahora: el único retrato de Belgrano vivo, de cuerpo entero, donde el prócer le relata al artista sus vivencias, y el retratista además de ser un excelente retratista es un eximio miniaturista: François Casimire Carbonnier. Belgrano está sentado, con las piernas cruzadas y a su costado izquierdo están tres vivencias en miniatura que le dicta Belgrano. Tres momentos importantes de su vida donde los historiadores han visto sólo una escena bélica, única y global, sin detenerse a diferenciar partes distintas ni interpretar algo en su contenido. En las dos oportunidades que traje el cuadro a Rosario, durante casi cuatro años –primero en el Museo Juan Castagnino y luego en el Julio Marc– y con el auxilio de moderna tecnología de punta para obtener los aumentos, hice un estudio ampliado de las miniaturas, su contenido e interpretación. Se transforma de una escena bélica, única, global a tres vivencias principales en la vida de Belgrano, elegidas por él ante el artista: la primera es la creación de la Bandera en Rosario, la segunda es la batalla de Salta, el 20 de febrero de 1813 y la tercer vivencia, la más antigua de todas, es la batalla de Tacuarí en 1810 en Paraguay, cuando aún no teníamos bandera propia y enarbolábamos la española de Borgoña. Belgrano actúa con un enorme cuidado cuando el pintor reproduce la escena de Rosario.
—¿Cuál Bandera hizo pintar Belgrano a Carbonnier?
—Pinta Carbonnier, en las barrancas de Rosario y no en la isla como dijo Mitre. Belgrano dicta los detalles de sus hechos de una manera magistral, afirmándose en la verdad de sus propias vivencias, sin polémicas con nadie. El prócer, precisando los detalles a Carbonnier, actúa por descarte con una inteligencia superior, pues sólo deja en pie el diseño de las tres franjas horizontales en Sucre o en Rosario. En 1815 ,cuando es retratado en Londres, no sabe si la Bandera ha desaparecido o ha sido salvada. En la imagen de la batalla de Salta, en la miniatura, está Belgrano sobre un caballo blanco, a un costado suyo, dos jefes subalternos están de reserva sin entrar en batalla. Son de infantería y de artillería, los cañones sin la mecha encendida porque no están en acción. El jefe de artilleros es el coronel Benito Martínez, que está con una lanza y un banderín en su extremo, un gallardete, con dos franjas que se ven claritas: blanco arriba y celeste abajo. Ese es un mensaje, pues demuestra que no es de dos franjas la Bandera de Soberanía, ya que si así fuere debería estar en la mano del jefe de todos los jefes, que es Belgrano, y no en las de un subalterno. Al fondo de la miniatura está la imagen de Rosario con los detalles de la barranca que describe Belgrano a Carbonnier. La Bandera está en el mástil, parcialmente enrollada, no está completamente desplegada. Es la bandera que él creó y está en Sucre, pero la muestra hasta ahí. No quería tener problemas con Rivadavia, con quien compartía en Londres la misión diplomática, siendo aquél su jefe. Rivadavia se había opuesto por oficios a Belgrano y con todo su poder en 1812 a la creación de la Bandera. ¿Cómo la iba a hacer pintar desplegada? La ratifica con prudencia, se la ve blanca arriba, celeste al medio y un gran enrollamiento blanco.
—No es la pintura más difundida del prócer…
—En 1865, siendo Mitre presidente, el pintor Prilidiano Pueyrredón hizo una copia del original retrato de Carbonnier, en la cual, moviendo el brazo izquierdo del retratado, logró tapar el espacio de las miniaturas, de tal modo que las eliminó. No olvidemos que “La historia de Belgrano” escrita por Mitre en 1857 describe el hecho de Rosario de modo diferente al real, que muestra la miniatura dictada por Belgrano a Carbonnier. De tal modo, al eliminar todas las miniaturas, quedó el cuerpo entero de Belgrano y esta copia de Prilidiano Pueyerredón es la que e difundió desde Buenos Aires por doquier a todas las escuelas, oficinas públicas y a todo el país.