A la sensación de inseguridad se le sumaron cámaras. Las nuevas tecnologías aportan herramientas, vía internet, para que una persona desde su celular pueda monitorear lo que pasa en su casa, en su oficina o empresa. Todo queda registrado. No sólo hay cámaras en las calles que controlan el tránsito o las salideras bancarias, también hay quienes eligen colocar webcams. Jardines infantes los ofrecen para que los papis puedan ver a su hijo por el teléfono móvil o su notebook. Sin embargo, las estadísticas aseguran que este tipo de tecnologías son sólo un apoyo pero que no disminuyen los casos de inseguridad, ni en la calle ni el hogar. El ingeniero Modesto Míguez es presidente de Central de Monitoreo.com desde 1988 y consultor en seguridad privada. Su trabajo consiste en, justamente, brindar servicios de control a través del ojo de las cámaras. No obstante, advierte: “El problema de la inseguridad no se arregla poniendo cámaras como nos quieren vender, es un complemento más, es como el condimento en las comidas.
—Cuando comenzaron, en 1988, no existían las tecnologías de hoy. ¿Cómo evolucionaron las empresas que ofrecen seguridad?
—Comenzamos básicamente con instalaciones de alarmas. Hace 30 años tampoco había la necesidad de seguridad que existe hoy. Hoy la inseguridad toca los primeros puntos de interés de la gente. Hasta hace unos años, la seguridad se hacía con gente, pero con el auge del desarrollo electrónico, con las comunicaciones, con la irrupción de la informática, comienzan a aparecer otras soluciones más eficientes mediante la instalación de equipos electrónicos para dar seguridad con menos ocupación de mano de obra. De esta manera, la seguridad es más accesible para mucha gente: tener un policía o una guardia privada en su cuadra sale más caro que pagar un abono para contar con un sistema de seguridad, que podrá ser cámaras de televisión o alarmas. Ambas, mediante un sistema de transmisión de emergencias, se activan sólo cuando hace falta. Claro que se requiere de las personas, pero no en todo momento sino en emergencias, que nosotros llamamos “eventos”.
—¿Y cuáles son los “eventos” que ocurren con más frecuencia?
—Es seguridad en muchos aspectos. Por ejemplo, incendios, fallas en sistemas industriales… una máquina que deja de funcionar puede enviar una emergencia que evita que esa máquina no produzca, entonces de esa manera se evita el lucro cesante; una inundación en un depósito también se puede detectar, o un corte de energía de un depósito donde hay una heladera que tiene medicamentos y corre riesgo de perder la cadena de frío. Todo lo que tiene que ver con los procesos industriales también se monitorean, no sólo los robos o asaltos. Existen también los sistemas de emergencias médicas para dar respuesta inmediata. Las mismas empresas de medicina prepaga les dan el servicio a sus afiliados para que hagan el posoperatorio más tiempo en su casa y se ahorran la hotelería de la internación.
—¿La irrupción de internet mejoró el trabajo?
—Es increíble el desarrollo tecnológico que hubo en los últimos años en materia de comunicaciones. Fuimos evolucionando y en 1994 se conformó una red y varias empresas nos juntamos para fundar una cámara, y comenzamos a compartir información, a hacer investigaciones conjuntas, mirar cómo se trabajaba en Estados Unidos y en Europa, hasta que en 1996 puntualmente comenzamos a investigar internet y apostamos a que iba a funcionar. Lo que hicimos fue tomar toda la tecnológica existente y utilizar internet para las comunicaciones y esto produce unos efectos formidables. Hay 20 empresas que están asociadas a esta red.
—¿Cuál es el perfil del usuario que contrata los servicios?
—La demanda proviene en un 80 por ciento de los hogares y el resto se reparte en industrias, comercios y depósitos. Es el único servicio de telemarketing que la gente quiere que lo llamen; se pone contenta cuando llamo, porque es un servicio que la gente paga para que no le pasen las cosas, paga para no usarlo. Hay muchas empresas en este rubro y es increíble la capacidad de tolerancia de la gente a la que le han robado con el sistema de seguridad instalado y, sin embargo, sigue confiando y pagando. El servicio produce una gran dependencia: cuando el sistema está bien colocado, con sistema de detectores de aperturas en las ventanas, por ejemplo, la casa queda como blindada con la gente adentro y produce una adicción. Al momento en que la gente se va a dormir, tiene que cerrar bien las ventanas para que el sistema quede activado. Si ocurre algo que hace que el sistema no responda, las personas se sienten inseguras y nos llaman para que vayamos, a la hora que sea, para solucionarlo. No puede dormir sin la alarma, crea una adicción el uso del sistema. Una señora nos llamaba una vez por hora para que fuera el técnico, y eran las 5 de la mañana y volvía a llamar: “No me puedo dormir si no anda la alarma”, nos decía.
—¿Es efectivo estar viendo una pantalla?
—De la inseguridad en general me encargo de desmistificar la fantasía que hay en torno al circuito cerrado de televisión, y hago más hincapié en que lo verdaderamente importante no está en los aparatos y tampoco en la tecnología, sino en lo que las personas van a hacer con esa información que obtienen a través de las pantallas. Además, es imposible ver si le están robando en la casa porque debería estar las 24 horas mirando y eso no lo hace nadie. Sí es importante en el momento en que se activa una alarma, porque se pueden visualizar las imágenes que ocurrieron hace 30 segundos, un minuto… Una de las características es que hay que saber cuáles son las necesidades, cada casa es un mundo, la característica de los servicios es que se arman a medida de cada necesidad. Se puede poner un sistema de alarma básico que es lo más conocido y es lo que tienen casi todas las empresas, pero hemos desarrollado una tecnología que nos permite ser muy precisos en las variaciones, en los tipos de servicios que se brindan como el de auditoría, control de personal para prevenir el fraude, el desfalco. El 73 por ciento de las pérdidas no son por ladrones de afuera, sino de adentro. Con el sistema de monitoreo se puede prevenir, se puede detectar muy fácilmente y lo bueno es que el abonado, con un simple pasword y contraseña, entra a internet y tiene on line la información en su pantalla. Un ejemplo: un local tiene que abrir a las 8 de la mañana y el encargado se queda dormido y llega a las 9, se pierde una hora de trabajo, más el enojo de los clientes que no fueron atendidos… el sistema permite que si a las 8 no ingresó nadie, a las 8 y un minuto le avisa al dueño, o si ingresa alguien en un horario que no corresponde. En una casa la dueña puede controlar las horas que trabajó su empleada doméstica, a qué hora ingresó y a qué hora salió cada día. Hoy la tecnología lo permite.
—¿El monitoreo urbano hizo que se bajaran los niveles de delincuencia?
—El monitoreo público surgió en Inglaterra como una necesidad de controlar el tránsito y después, mirando grabaciones, vieron que había un modus operandi que tenía que ver con los asaltos y la salideras en los bancos; entonces a partir de ahí comenzó a tener un sentido más de seguridad. Ahora, en Inglaterra hay cámaras muy costosas que se llaman domo megapíxeles, de alta definición, diez veces mejores a las que se usan aquí. Igualmente, nos pasó que nos contrataron para poner cámaras en el microcentro de Posadas y lo que se logró es que los rateros se corrieran a otro barrio, es decir que la cámara corre al ladrón. El problema de la inseguridad no se arregla poniendo cámaras como nos quieren vender, es un complemento más, es como el condimento en las comidas. En el municipio de Tigre, que hace poco en un noticiero mostraban cómo atrapaban a dos motochorros, sólo atraparon a dos motochorros, que a los diez días salieron en libertad. Ese costo es el 50 por ciento del presupuesto o sea que para tener todo el sistema en funcionamiento, con la vigilancia las 24 horas, más el costo por el alquiler de ese equipamiento… gastaron tanto como lo que gastaron en juntar la basura, en pagar a los empleados municipales, a los maestros y los médicos en los hospitales… o sea el costo es bastante elevado. Eso pasa cuando las decisiones están basadas en juntar votos más que en lograr la verdadera seguridad.