El mendocino contó en el vivac de Antofagasta, sus sensaciones después de la frustrada etapa que unió Arica con Antofagasta. «Creo que fue en el kilómetro 209, en una parte ondulada, en una pista medianamente visible pero buena. Yo creo que le hemos pegado a una piedra con la parte de atrás del auto y con los amortiguadores comprimidos saltó y dio varias vueltas. Cayó primero de mi parte y después dio varios tumbos hasta que pegó fuerte en el copiloto y quedamos mirando para el otro lado», empezó narrando.
Y agregó: «Todavía no entendemos por qué el auto saltó así. Estuve viendo si había alguna piedra ahí y se ve una arrancada y marcada, pero la verdad no me esperaba que el auto saltara así en ese lugar. Nos agarró totalmente desprevenidos. No esperábamos que el auto tuviera ese movimiento. Uno cuando ve un salto, un escalón para abajo u otro subiendo sabe que puede haber algo. Acá fue acelerando, poniendo de tercera a cuarta y en ese momento saltó, dimos cinco o seis tumbos y quedó el auto mirando para el otro lado y casi destrozado».
Envuelto en una sensación de bronca y tristeza, Terranova reconoció que «abandonar un Dakar no es bueno porque uno no está cumpliendo el objetivo. Veníamos cuartos, muy cerquita de De Villiers, empujando, descontándole a Miller 30 minutos y recuperando el sexto lugar de la general. También le descontábamos a Holowczyc, no habíamos pinchado ninguna goma, veníamos sin ningún tipo de riesgos y en un momento inesperado, el auto voló».
El piloto de 31 años marchaba séptimo en la tabla general al comienzo de esta séptima etapa, pero luego de cualquier accidente, los pilotos se alegran por sobrevivir màs que lamentarse por abandonar. «Viendo el auto uno dice: bueno, estoy sano, no tengo nada. En todo el camino vi chicos de las motos muy golpeados, así que estoy sin ninguna dolencia física», expresó «Orly».
Y volvió a expresar sus sensaciones: «El peor momento de un abandono es el día posterior cuando uno corta la rutina, no se pone más el overol, no se sube al auto. Hay tristeza y un poco de frustración», reconoció.
Al igual que en la edición de 2009, Terranova no pudo terminar la carrera y eso le duele pero sabe que lo único que le queda es mirar hacia el futuro. «No terminar un Dakar es no culminar el trabajo de diez meses. Como deportista eso a uno no le gusta. Son kilómetros que uno no hace, en los que uno deja de aprender y medirse. Uno no puede ponerse a llorar, ni a hacer análisis negativos. Las cosas ya están entonces hay que mirar para adelante, no se puede hacer otra cosa», aseveró.
Para el final, Terranova volvió a lamentarse por la poca distancia que faltaba para cruzar la línea de meta en el momento del accidente. «Da lástima porque quedaba la mitad de la carrera, hoy (por ayer) era un día importante y estábamos a 50 kilómetros del final. Me acuerdo que le pregunté al copiloto cuánto faltaba y me respondió, un rato antes, 60 kilómetros. Y después, cuando a los 20 minutos lo veo pasar a Mark Miller digo «no puede ser». Era un buen día. Pero así es un Dakar y mucho no se puede hacer ahora.