“Va a ser muy difícil” que el Congreso arranque con las sesiones, se plantó el ministro del Interior, Florencio Randazzo, en una defensa de la estrategia oficialista de retaceo de quórum para enfrentar, según la interpretación del kirchnerismo, la voluntad opositora de ahogar la ostión nacional desde el Parlamento. Ante la casi certeza de que efectivamente la semana próxima no habrá reuniones ordinarias, los bloques anti-K acordaron ayer apuntar por el lado de la Cámara baja con un pedido de extraordinarias para el martes próximo, al que se sumaron a última hora varios legisladores de la llamada centroizquierda que no bajaron al recinto el miércoles último.
Randazzo argumentó que el quórum es “una herramienta” constitucional válida que en esta oportunidad utiliza el Frente para la Victoria, y recordó que años anteriores fue usada por la oposición que hoy critica su uso. En la misma línea, el jefe del bloque de Diputados del Frente para la Victoria, Agustín Rossi, mostró la puerta de salida al asegurar que sus legisladores están dispuestos a “negociar” una agenda parlamentaria. “El Congreso no funciona desde que la oposición es mayoría. Antes, el oficialismo conseguía el quórum”, enfatizó el santafesino tras la queja por el intento del arco opositor de “imponer una agenda” propia sin respetar el equilibrio de fuerzas parlamentarias. “Consensúen la agenda, muchachos, yo estoy abierto a hacerlo”, desafió en tono campechano el kirchnerista.
Desde la vereda de enfrente, los duros de la oposición buscaron sumar aliados tras los reiterados fracasos en garantizar las sesiones como, al inicio del año legislativo, se habían ufanado de poder hacer. Así, los diputados que comandan la estrategia de enfrentamiento total con el kirchnerismo se reunieron ayer con referentes de la centroizquierda y acordaron llevar a cabo una sesión especial el próximo martes en la Cámara baja, con el objetivo de reactivar el Congreso y resistir finalmente el DNU que creó el Fondo de Desendeudamiento.
Con autocríticas y pases de factura cruzadas, representantes de todas las bancadas opositoras presentaron así un pedido de convocatoria extraordinaria ante la Presidencia de la Cámara baja. Según el radical Rubén Lanceta, “todos los bloques de la oposición” están de acuerdo en esa vuelta de tuerca. Se refería así a la UCR, la Coalición Cívica, el PRO, el Peronismo Federal, el socialismo, el GEN y el interbloque de 11 legisladores de centroizquierda representados por Claudio Lozano.
La clave del “éxito” de esta convocatoria estaba precisamente en la aceptación o no del sector de centroizquierda que encabeza el titular de Proyecto Sur, Fernando Pino Solanas, ya que sin su acompañamiento los anti-K no llegan al quórum de 129 diputados para iniciar la sesión especial.
Lo que terminó de convencer a la centroizquierda fue –según sus voceros– la actitud del oficialismo de no bajar al recinto el miércoles último. “Después de eso, no estamos en desacuerdo con una especial”, resaltó el diputado del SI Eduardo Macaluse.
Otra es la visión del kirchnerismo respecto al parate parlamentario. Y así la expresó el senador Nicolás Fernández: “Del otro lado no quieren tratar nuestros temas”, dijo tras resaltar que “es ilógico” que el bloque oficialista le “preste quórum” a la oposición, en momentos en que ese sector espera tratar temas contrarios al Ejecutivo.